lunes, 28 de febrero de 2005

MALDADES CLIMATOLÓGICAS

Hoy, en que hace un día de perros (lo hace en Málaga, con lluvia, viento y algo de frío, qué no hará en otros lugares menos privilegiados) me viene a la mente alguna que otra maldad en torno a la climatología que se da en este país en que vivo, al que algunos llaman España, otros Spain y otros ni se atreven a pronunciar el nombre por considerarlo políticamente incorrecto. (Pobres imbéciles…)

Ya es curioso que el país europeo más al sur de Europa, el más desertizado, el que tiene más problemas de agua, el más caluroso y ecétera, lleve este invierno cuatro rachas de frío glaciar. ¿Habrá un responsable de esto, no? ¿Quizás el presidente Zapatero, que es un cenizo, o una represalia del Bush por haber retirado de Irak a los cuatro reclutas que envió el anterior gobierno?

Yo, que sólo he visto la nieve en pintura, me creía a pies juntillas aquello de que “año de nieve, año de bienes”, pero resulta que los agricultores están que trinan, que sus cosechas se han ido al garete y que las frutas y verduras están como los aviones: por las nubes. ¿En qué quedamos? ¿Lo del refrán es un timo similar a los servicios que prestan las compañías de ADSL o es que los agricultores aprovechan cualquier ocasión para pedir subvenciones?

Veo a las principales ciudades españolas colapsadas cuando cae un chaparrón un poco más fuerte de lo normal, no digamos si caen unos copitos de nieve. ¿Tenemos unas ciudades de peluche o es que somos más inútiles que las mangas de un chaleco?

Oigo al Ministro del Interior diciendo lo que lleva sermoneando a los ciudadanos casi todo el invierno: absténganse de coger el coche si no es estrictamente necesario. Uno no es muy viajado en épocas invernales, pero por las enciclopedias y libros de viajes sabe que hay países enteros que viven un largo invierno cuajado de nieve, frío y bajas temperaturas y, pese a ello, la vida sigue su curso normal, la gente sale con su cochecito y los servicios habituales de metro, autobús, aeropuerto y otras cosas siguen funcionando normalmente. Se me dirá que es porque ya están acostumbrados y preparados. Pero también sé que cuando en estos lugares llega una ola de calor siguen funcionando a tutiplén. ¿En qué quedamos? ¿Acaso Galicia, La Mancha, Castilla o el País Vasco no están acostumbrados a este tiempo de perros y sin embargo hay sitios donde los niños llevan sin asistir al cole desde hace semanas?

Para mí que somos un país que vive demasiado del cuento, empezando por los gobernantes y acabando por el último tonto de cada pueblo. En mis pocas luces, así lo atestigua que en plena época de llegada y trabajo masivo de inmigrantes, tengamos en estos momentos la cuota más alta de los últimos ocho años de personas que cobran el paro. Mientras que unos se quedan en casita sin dar golpe y llevándose al bolsillo el subsidio, gente venida de tierras remotas encuentra fácilmente trabajo (ilegal, incluso). También es cierto que por cuatro perras gordas, con lo que hemos logrado lo que don Carlitos Marx jamás soñó: el reparto de mutuos beneficios entre la clase empresarial y la obrera. Eso sí, a costa de endilgarle el muerto a los inmigrantes, que pese a todo prefieren vivir así antes que regresar a la más miserable de las miserias de su país de origen. Con tanto cuento nos hemos pasado de listos alcanzando la cuadratura del círculo económico.

De las maldades climatológicas me he ido a las maldades económicas y políticas en menos que canta un gallo afónico. Un país de cuentistas que aborrece a los americanos, menos cuando se trata de comer su asquerosa comida o de relamerse con su insulsa ceremonia de los Oscars. Un país o lugarejo en el que mandan más los políticos que pretenden desmembrarlo que los que lo cohesionan. En el que todos los bancos y cajas de ahorro tienen todos los años enormes beneficios, y presumen de ello, pero jamás explican a costa de quien los han obtenido. (Pa mí que de los tontos de sus clientes…). Un país con una fuente de alimentación mayoritariamente mediterránea, que cada vez está más gordo porque le encanta comer basura importada en cantidad industrial.

En fin, que esta tarde de perros –tan poco habitual por estas tierras sureñas- me ha puesto de mal humor y lo está pagando quien menos culpa tiene de nada: un país que no existe nada más que cuando llegan cada cuatro años las elecciones generales. Encima hoy es el día de Andalucía (un trocito de ese país de la nada, aunque lleno de cuentistas) y tengo a mi vecino cantando flamenco desde las siete de la mañana. Hay días que mejor quedarse en camita con unos tapones bien gordos en las orejas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Puñetas, aunque han pasado ya muchos años de aquello, "Spain sigue siendo diferent". Aunque haya muchos modernos de medio pelo pululando por Jolivú, MacDonall y la CE. (Yo también estoy fatal, con la nieve que me llega hasta los calzoncillos. Y es que en Suecia nevará también, pero se soporta mejor).

Anónimo dijo...

El mal tiempo os hace ver visiones, amigos. Más vale una hamburguesa a mano que cien gazpachos volando. Y dejad que nieve y truene que ya llegará el largo y cálido verano para freirnos la calva. ¡Dadle tiempo al tiempo! Sed positivos: si no sabemos soportar muy bien las inclemencias del tiempo no se debe a que tengamos unas infraestructuras de papel de fumar si no a que nos pasamos demasiadas horas en la calle.