viernes, 18 de febrero de 2005

VOTAD, BORREGUITOS, VOTAD

Llegó el gran día. Los que casi siempre hemos estado en el furgón de cola de Europa ahora levantamos cabeza queriendo ser los primeros en votar SI a lo que unos llaman Constitución Europea y otros un Tratado más, aunque casi todo el mundo está de acuerdo en una cosa: Constitución o Tratado, es más duro de roer que un bocadillo de piedras.

Llegó el gran día y yo con estos pelos. Y eso que nos jugamos la vida eterna: “La paz perpetua”, ha dicho don Zapatero Kant. “Nos jugamos la libertad, la solidaridad, el pan y los pepinos”, han venido a decir todos los que participan en el tinglado. Al principio el mensaje no caló. El pueblo a lo suyo, a lo del Real Madrid, la Champion Li y los tejemanejes sentimentales de la Mosquera. Pero conforme se ha acercado la hora H y el día D, la campaña de intimidación (algunos inocentes la llaman de “información”) ha alcanzado cotas inimaginables pues el SI tiene que salir por narices. Aunque la cosa no parece tan clara, dado el lío que estos angelitos se tienen montado en la tierra: el Gobierno defendiendo el SI mientras sus aliados y socios pregonan el NO; la oposición propugnando el SI, pese a lo cual el Gobierno no para de criticarla por eso mismo. Los nacionalistas propugnan el SI porque creen que ello les facilitará su separación de España y sus contrincantes también piden el SI, pero por la razón contraria. Los de Izquierda Unida defienden a mordiscos el NO porque afirman que la Constitución o Tratado a votar es de derechas, mientras que el PSOE defiende el SI porque es muy avanzada socialmente. ¿Alguien que no esté siendo tratado psiquiátricamente entiende este desmadre?

Sólo están todos de acuerdo en una cosa: la abstención es intolerable. Hay que ir a votar. O sea, la misma cantinela de siempre. Vota aunque no sepas lo que votes. Vota aunque sea con la nariz tapada. Vota, borreguito, vota. De modo que ahí está la incógnita. Te atacan a los higadillos y a la conciencia cuando pregonan sin rubor que eres un privilegiado porque tienes derecho a voto mientras que medio mundo ni lo huele. Ellos, no, ellos no son privilegiados sino sacrificados servidores públicos que viven y mueren por nosotros. Pese a tanta martingala, el personal sigue pasando mucho del referéndum, entre otras cosas porque da igual lo que salga: vamos a seguir siendo unos pringaos. Pero tanta propaganda, tanto anuncio de televisión, tanto famosillo cobrando un pastón para decir que hay que votar, van minando la pobre resistencia y consistencia del potencial electorado.

-Pero si es muy fácil, hombre/mujer. No es necesario que te leas ese mamotreto de hojas. Tampoco te has leído el Quijote. Basta que votes lo que nosotros te decimos, que para eso somos más listos y leídos. Borreguito, cree siempre al gobierno: tendrás la conciencia tranquila y un bono-hotel para el paraíso.

La historia de siempre. Los que mandan siempre tienen razón, son muy inteligentes y para ellos trabajan Dios y la Historia. De modo que, ya digo, cada día que pasa más personal del pueblo llano (o sea, poco agudo) se va sumando al SI enternecedor. No les dicen lo de “votad, borreguitos, votad”, porque ya lo dan por supuesto. Aunque lo del SI es una anécdota. Si el poder quisiera que el populacho votara NO, también lo conseguía. O que hiciera el pino. Uno de los últimos cartuchos ha sido la incorporación de una treintena de humoristas a favor de la campaña por el SI. Pocos que hay y encima están en nómina. ¡Así como va a haber buen humor en este país!

“Como tú quieras….¡pero vota!” es el chiste del funcionario Forges en esa campaña última de los humoristas. Y se ve a un señor en la cama echando una papeleta en una urna. Mira por donde acaba de darme una idea el bueno del Fraguas. No hay nada como las sugerencias que van directamente a la entrepierna.

PD: Acabo de recibir un sobre del Ministerio del Interior que indica en el exterior: “Envíos postales de propaganda para el referéndum”. Son así de desvergonzados. Reconocen que no envían información sino sólo propaganda. No te consideran un ciudadano serio y medianamente culto. Sólo eres un vulgar consumidor, un receptor de spots publicitarios, un mindundi al que se convence con dos frases e ideas estúpidas salidas de cuatro creativos gilipollas y repetidas hasta la saciedad por tierra, mar y aire.

Va a ir a votar su puñetera suegra.

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