miércoles, 30 de septiembre de 2009

EL PENSIONAZO

A don José Ignacio Goirigolzarri, consejero delegado del BBVA, le ha tocado la lotería, no como a cuatro millones de parados que les ha tocado lo que yo me sé. El hombre, a sus 55 años, abandona el banco jubilándose con mucho júbilo pues aquel le ha reservado unos 52 milloncejos de euros para que se los vaya gastando poco a poco en pipas y bagatelas. Se ve que los más de cuatro millones y medio de euros que ha ganado en 2008  (por citar sólo su último año de pobre de solemnidad) es poco para los enormes méritos del personaje.

Como era de esperar en un país de envidiosos, la gente de bien se ha echado las manos a la cabeza (¿y por qué no cobro yo lo mismo? –se ha preguntado irritadísimo Pepito el Chapuzas) y la gente de mal, mayormente los políticos del Gobierno, se han callado como muertos. Los que están contra los poderosos –eso dicen cuando toman una copa de más- se ve que cuando tienen una oportunidad de oro para aplicarles un gancho de izquierda en toda la mandíbula, salen huyendo como cobardicas. Y es que hay mandíbulas que están hechas de hormigón y no es cosa de destrozarse los nudillos, con lo feos que luego salen en las afotos al firmar medidas de gran calado y protección social.

Así, don Pepe Blanco, al enterarse de la buena nueva de don Goiri-ecétera ha afirmado que  "indemnizaciones de este tipo deberían tener una fiscalidad especial". "Mayor, claro", ha añadido, por si las moscas. Qué chistoso es don Pepiño… Y la ministra que va a sablear a mileuristas, dosmileuristas y tal, muriéndose de risa, ha dijo: "es una decisión de los accionistas del banco", aunque ha admitido –no vaya a ser que la expulsen del paraíso psocialista- que cabe "una consideración de ética" sobre el asunto. Bravo, ministra, tómese un reconstituyente vitamínico, que paga el Puñetas. Y el ministro de Educación (será por la cosa de la “ética”) también ha salido a la palestra, pero con su templanza habitual: “es muy duro que existan pensiones como la de Goirigolzarri en un contexto de dificultades económicas". Sin embargo, ha dejado claro que no tiene "tendencia a la demagogia, así que lo dejaré así".

Mas como el Puñetas es un demagogo del copón (y encima es cliente del BBVA), va a dejar escrito a continuación que el pensionazo de este señor -y de los señores como él, que abundan como setas en las instituciones financieras- es un atraco a mano armada. Atraco al modesto accionista del banco y, sobre todo, a los millones de clientes que tienen su nominilla en el mismo y que ven cómo los dineruchos que tienen en la cuenta no sólo no le dan una perra gorda de interés si no que merman cada mes por gastos varios de mantenimiento, comisiones, etc. Vamos, que pierden dinero… Pasta gansa que luego va a parar a los sueldazos de los jefazos y a los pensionazos de los Goiriecéteras de turno que –al parecer- son genios de las finanzas y a ellos se debe que el Banco marche viento en popa y a todo beneficio aunque sea a costa de la clientela. ¿Qué pensarán los miles de empleados de ventanilla y silla que no dan abasto a atender a los clientes porque el personal de oficina es escaso y que, pese a sus sudores, acabarán con una pensión bastante cochambrosa al lado de la de los jefes? ¿Pero tan buenos gestores y tan maravillosos magos de las números son estos tíos que –cuando se largan en la flor de la vida- les pagan tan ricamente los servicios prestados? ¿Habrá que cambiar el santoral y empezar a rezar a San José Ignacio Goirigolzarri –un suponer- en vez de a San Cucufato o San Pedro?

Los que no tenemos un duro sabemos que el dinero no da la felicidad. De eso ya se encargan los gobiernos, bancos y multinacionales (entre otros vampiros), sacándonos todo lo que pueden para dárselo a los ricos y poderosos. Al menos podrían tener la vergüenza de no publicarlo, poniéndonos los dientes largos y el humor avinagrado, pero ni ese pequeño detalle tienen con nosotros los muy bandoleros.  ¡La madre que los parió!

-¿Y los sueldos de los gestores públicos, ein Puñetas? ¡Échele también un galgo a ellos!
-Pues sí, otros que tal, pero eso lo haremos el próximo día, tras recargar las pilas con más vinagre y demagogia…


domingo, 27 de septiembre de 2009

SACADINEROS


 
Andan las compañías aéreas de un tiempo para acá en plan tontícola, cuando no imbeciloide. Empezaron hace años quitando el refrigerio, luego el bocata, más tarde el periódico. Después se aplicaron en reducir las distancias entre los asientos, convirtiendo los aviones en auténticas latas donde los pasajeros hacen de sardinas. El cuento de tantas restricciones ha sido siempre el mismo:  hace mal tiempo, hace crisis. Luego llegaron tiempos de bonanza pero ellas seguían con la cantinela antigua y llenándose los bolsillos.  Aparecieron entonces algunas compañías llamadas de “bajo coste” que en realidad cobran por todo: por el número de maletas, por kilo de sobrepeso, por escoger asiento u oír música en el avioncico… El ahorro suele venir cuando compras el billete con meses de antelación, jugándotela, pero conforme se aproxima la fecha del vuelo los precios se disparan: un desmadre.

Y como todo se les permite menos que los pasajeros mienten a las madres de los ejecutivos que se inventan y cometen tantas tropelías (además de llevarse unos sueldos de aúpa), algunas compañías ya han soltado globitos sonda para seguir devorando al cliente: pagar menos si se va de pie, por ejemplo. O en la bodega, por qué no. Lo último procede de la muy seria British Airways: cobrar por reservar billete entre diez y cuatro días antes del vuelo.  Y como guinda, cobrar a aquellos que quieran ir sentados juntos (la mami y su hija, por ejemplo) o a los que prefieran ventanilla a pasillo o asiento cercano a las puertas de salida, por si los accidentes.

Como se ve las compañías aéreas –en eso no han cambiado nada- siguen tratando a los presuntos usuarios como vulgar e irracional ganado que pierde todos sus derechos no ya cuando sube a un avión sino mucho antes: cuando compra un billete. Durante años se ha inoculado a los curritos y currantes el sano vicio de viajar; cuando dicha afición ha pasado a convertirse en necesidad, apretarles  las tuercas y clavijas es un deporte aeronáutico de lo más lucido y lúcido. (Eso creen). Pues, nada, que sigan cavando su propia fosa: entre la avaricia, la necedad y la mala gestión, les espera un futuro realmente esplendoroso.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

ATAQUE DE CUERNOS



En las últimas semanas al aburridísimo y gubernamental periódico EL PAIS –puente de mando del grupo PRISA y empresas varias- le ha entrado un horripilante ataque de cuernos y se ha puesto a criticar furibundamente a su antigua pareja de hecho: el gobierno psocialista de Zetapé. La relación ha empezado a romperse porque hay “otra” rival, más joven, guapa y dicharachera, llamada Mediapro y cía (diario Público, La Sexta…). Los últimos favores del gobierno psocialista han ido hacia su nueva amada dejando de lado a la que hasta ahora había sido la niña –ya con canas- de sus ojos. Así que el cabreo de la vieja señora es de los que hacen época.

La gota que ha colmado el vaso de las desavenencias conyugales ha sido la puesta en marcha de la TDT de pago. La vieja señora prefiere seguir siendo ella solita quien mangonee en la casa televisual. Esto ya no es posible. Incluso la primacía que durante años ha mantenido la susodicha puede irse al garete más pronto que tarde. (De hecho, a su hijita más carera, Digital Plus, lleva buscándole novio desde hace meses para ver si así la larga de casa y le evita pérdidas millonarias). Total, que la buena señora, acostumbrada a ser ella la que disfrutaba en exclusividad el monopolio y el amor gubernamental psoero, ha agarrado un tremendo ataque de cuernos y por su boquita de piñón –tan comedida siempre a la hora de hablar de los políticos de la presunta izquierda-  está echando espumarajos, ranas y culebras sin parar. En balde, por cierto,  porque el nuevo Don Juan, don Zapatero –tan risueño y ligón- ya tiene una moza audiovisual más joven, fresca y cachonda con la que poder hacer encajes de bolillos y mentiras más primorosas, aunque siempre con el fútbol como materia prima fundamental, dada su característica actual de actuar como adormidera de las conciencias. (Con lo de Gol TV –como antes con el Canal Plus- se les vuelve a ver el plumero a estos progres de salón, capaces de ofrecer en tropecientos canales todo tipo de ligas, torneos y deportes pero ni uno sólo de debates, de educación o de cultura autóctona monda y lironda. El pueblo, cuanto más dormido e inculto, mejor. En esto coinciden plenamente con los conservadores, los mediopensionistas y los cortijeros de la periferia y el extrarradio). 

De la jugada de los cuernos se han dado cuenta hasta en el “The New York Times” (con lo lejos que está Yanquilandia), pues relaciona la «extraña ruptura» con la TDT de pago. Ahora resulta -El País dixit, muy enfadado- que don Zapatero no es tan buen gobernante (amante fiel) como nos lo había venido vendiendo en las últimas temporadas. La cosa va de despecho, claro, por lo que hay que comprender a la señora. Durante treinta años ha sido el ojito derecho de los gobiernos psocialistas quienes, a cambio de pregonar lo maravillosos que eran, la colmaron de regalos y baratijas: la cadena SER, Canal Plus, la Cuatro… Y para ella solita, con lo cual amasó una fortuna y un imperio que llegó a ser la comidilla del barrio, extendiendo el negocio a otros lugarejos del planeta. Tanta ambición y prepotencia ha acabado por pasarle factura en el  desamor y en las finanzas, así que el futuro no será de hambruna pero tampoco para tirar los cohetes a los que estaba acostumbrada.

¿Y qué vio doña Prisa en los ojos morenos del Psoe para liarse con él tan acarameladamente desde la Transición, aunque siempre presumiera –hipócritamente- de “independencia” frente al Jefe? Desde luego no fue la ideología pues ni el señor Polanco (q.e.p.d) ni el señorito Cebrián nacían en plena democracia. Más bien procedían de la noche oscura del franquismo donde hicieron sus buenos negocios y carguetes. El flechazo vino porque los dicharacheros chicos de Felipe González and company andaban huérfanos de medios de comunicación adictos –su diario “El Socialista” no lo compraban ni los militantes-, así que el matrimonio de intereses con Prisa era perfecto: tú cuentas al mundo mundial lo que nos interesa que cuentes y a cambio vamos tomando decisiones para engordar tu cuenta de resultados. Ni ideología ni leches sexuales, lo que siempre ha pasado en las familias bien: matrimonio por conveniencia. Hasta que hubo relevo generacional  en el partido y el gobierno psocialista. La querida vieja, egoísta, soberbia, menopáusica y derrochadora ya no sirve más que para una charleta nostálgica de fin de semana. Hay tantas chorbas lozanas, impudorosas, cachondas, de carne dura y salvaje con las que poder establecer una relación más acorde a los tiempos… Tras diversos coqueteos, se eligió a una que ofrece plenas garantías (ciega obediencia). Todo habría seguido más o menos igual (un “menage a trois” bastante descafeinado) si no hubiera pasado lo que pasa siempre en estos casos: el Jefe empieza a decantarse claramente por la más jovenzuela y divertida a la que comienza a colmar de regalos y favores … en detrimento de la señora  de toda la vida, que empieza a verse relegada a un papel secundario. 

El Puñetas comprende perfectamente la dura actitud de El País –portavoz de la vieja señora-. Yo habría hecho lo mismo. Lo que no puede vender al gentío es que la han dejado en la calle y con un palmo de narices, como si sus amoríos hubiesen sido siempre platónicos. La mayoría de los ciudadanos no nos enteramos casi nunca de nada –a ello colabora, entre otros, el País- pero no tenemos un pelo de tontos. La pareja de conveniencia practicaba mutuamente un negocio de lo más lucrativo para ambas partes. Sin más amor que el dinero y el poder, que al fin y al cabo unen mucho, bastante más que el sexo. Pasados los años, es normal que llegue la traición por una de las partes, normalmente por aquella que tiene la sartén por el mango y corta el bacalao. La parte abandonada o relegada a quedarse en un segundo plano lo menos que debe hacer es sufrir en silencio y no darnos la tabarra con sus rencillas y revanchas a quienes no pintamos nada en estas  viejas historias de lujo y pasta. Desde luego, a los lectores de comunión diaria con el País los va a convertir en carne de psiquiatra: ¡este no es mi país, que me lo han cambiado!     

domingo, 20 de septiembre de 2009

PORQUE NO NOS CHUPAMOS EL DEDO



El otro día vino a Málaga capital el presidente de la Junta de Andalucía, Jose Antonio Griñán, no a inaugurar el despachillo oficial que anunció allá por abril cuando tomó el relevo del señorito Chaves, si no a celebrar una reunión o asamblea o conferencia o charleta con unos 700 militantes de su partido a los que animó a trabajar por la causa, que no es otra que ocupar todas las poltronas que no tiene el partido en Málaga y Andalucía. Los políticos, ya se sabe, lo quieren todo para ellos y a los rivales, ni agua. Sobre todo cuando empiezan a oler a elecciones.

Por la noticia allí se debieron de decir cosas muy juiciosas y otras no tanto. La prensa ha resaltado algunas y, aunque no estuvimos porque ni nos invitaron ni íbamos a ir, sí que nos quedamos con las ganas de decirle al señor Griñán y a algún otro jefe local unas cuantas cosillas sin importancia respecto a algunas afirmaciones suyas. El asunto podría parecer muy localista pero pienso que el lector -cambiando las siglas de los partidos, el nombre de las ciudades y de la Comunidad Autónoma y el de los intervinientes por otros- encontrará fácilmente puntos comunes con su realidad social y política propia. Si no es así, lo siento. Por una vez, y sin que sirva de precedente, nos vamos a mirar el ombligo local. Porque esta vez nos sale imperiosamente de las teclas el responder a estos políticos que se creen que todos los ciudadanos nos chupamos el dedo. (Y eso que el señor Griñán le da mil vueltas en educación, formación intelectual y saber estar al señorito y familiar Chaves…).

"Yo soy el alcalde de Málaga, sin presentarme a las elecciones, porque trabajo por Málaga, por lo que necesitan los malagueños día a día".

-No, mire,  usted no es el alcalde de Málaga porque los malagueños no le han votado en ninguna elección al Ayuntamiento. Lo será alguna vez si decide presentarse. No nos tome por tontos ni se tome licencias, digamos, "poéticas". Según su argumento miles de malagueños también son alcaldes de Málaga porque trabajan por Málaga, ¿o se cree que sólo usted lo hace? ¿Insinúa acaso que el actual alcalde no trabaja por la ciudad? Usted, eso sí, es el actual Presidente de la Junta de Andalucía, que no es poco, así que no entiendo como encima quiere ser más. El actual alcalde de Málaga ha sido votado por los malagueños, o al menos, una mayoría de ellos, mientras que a usted, por el momento, no le ha votado ninguno.

"Hay que movilizarse y no estar a la defensiva ni esperando algo, porque no consiste en estar con la gente, sino en ser gente".

-Mire usted, señor Griñán. Lo de “ser gente” queda muy bonito para las portadas de los periódicos y para los anuncios navideños, pero ni usted ni muchos de los que son como usted -y aquí incluyo, por supuesto, al alcalde de Málaga- son "gente". No vuelva a tomarnos por tontos. La gente no tiene coches oficiales y blindados. La gente no promulga leyes para decir lo que tienen que hacer o no el resto de los ciudadanos. La gente no da charlas como esta y sale en los periódicos todos los días. La gente no administra el dinero ajeno. La gente tiene unas preocupaciones que usted y ustedes no suelen tener. La gente (la morrallita, señor, que decía el malogrado Carlos Cano) está a años luz de los que no son gente normal y corriente, como usted y ustedes. No nos venga ahora con otra licencia poética…  El poder no es la gente y usted es el representante máximo del poder político en esta comunidad. Vamos, que no es ningún mindundi como puedo serlo yo o ese señor que pasa ahora mismo por delante de esta Facultad paseando a su perro. Ni siquiera cuando usted deje el cargo y se jubile, ni siquiera entonces, podrá decir que es "gente". 

"El PSOE ganará en Málaga capital, en las ciudades del litoral y en el interior".

-Eso no se lo cree usted ni harto de vino en una taberna andaluza. ¿Cómo puede pretender, ni siquiera soñar, con que toda la ciudadanía vote a un único partido político, que encima es el suyo? ¿Qué tiene el PSOE de especial y milagroso para que los malagueños acudan en masa  a votarles a ustedes, en la capital, en el litoral, en el interior, en el más allá y en el subsuelo? ¡Dejen un poquito para los otros partidos, que también son hijos del Señor! ¿Alguien se imagina una sociedad democrática en la que todos los cargos públicos -desde el Presidente del gobierno al último concejal de pueblo- recayesen en el mismo partido y en las mismas manos? ¡Si es ahora que hay cierto reparto de poder y la corrupción, el amiguismo, el nepotismo, el enchufismo y todas las lacras del mal gobierno florecen como setas, en sitios donde gobierna el PP, en lugares donde lo hace el PSOE y en andurriales donde gobiernan los demás! No sólo no me imagino una sociedad monopolizada en todas sus administraciones por un único partido si no que, además, sería un completo suicidio democrático. Sólo el hecho de que usted piense en gobernar todo y a todos ya me da escalofríos. Y que encima lo diga con esa alegría que dios le ha dado, todavía más.

"Otra Málaga es posible, en la que haya justicia social, liderazgo en Andalucía, una Málaga de los barrios", ha enumerado Fuentes, portavoz psocialista en el Ayuntamiento, que ha considerado que el PP "tiene muy poco que ofrecer" porque "están cansados, sin proyectos, ganas ni ideas". 

-El PP lleva gobernando en la ciudad de Málaga, con mayorías absolutas continuadas, cuatro legislaturas. No sólo deben estar cansados y sin ideas, es que higiénicamente sería muy recomendable enviarlos una temporada a la oposición. Pero acepte conmigo que si con 16 añitos los alegres chicos del PP malagueño ya no dan una y están agotadísimos, ¿cómo estarán los señores de un partido –el suyo- que lleva más de 30 años gobernando no una ciudad sino una comunidad de más de 8 millones de habitantes? ¿O es que sólo se cansan y agotan los rivales? ¿Es que ustedes están hechos de una pasta especial? ¿Creen en los milagros –lo que choca con su cultura presuntamente laica- o se creen amparados por la divinidad para estar gobernando Andalucía toda la vida sin sufrir el mayor desgaste? ¿De veras se cree que son tan buenos políticos, tan excelentes dirigentes, tan impolutos gestores?  Si le decía que por cuestión de higiene las ventanas deberían abrirse para que en la próxima legislatura entre aire fresco en el Ayuntamiento de Málaga, qué no sería recomendable que ocurriese en la Junta de Andalucía... Pero claro, ustedes son la releche y la repera mientras que los tipos de los otros partidos son unos inútiles. Sí, al Psoe la gente le lleva votando más de 30 años para gobernar Andalucía. Pues oiga, con la misma frescura y dignidad que los malagueños de la capital llevan votando 16 años al PP. Tenga la seguridad que lo harán al PSOE cuando les apetezca o les ofrezca más garantía. ¿Hará falta recordar que desde la reinstauración de la democracia Málaga votó al PSOE en las municipales durante cuatro legislaturas y por mayoría absoluta? ¿Por qué dejó de hacerlo? Todavía muchos malagueños están esperando que ustedes lo expliquen en vez de llenarse la boca con milongas para incautos y analfabetos.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

EN EL CONFESIONARIO... EDUCATIVO (2 DE 2)

-Pero hay muchos más medios que antes, amigo. Los chicos estudian inglés en centros bilingües, hay ordenadores…

-Constantemente se están inventando programas y planes con los que remueven Roma con Santiago, marean más la perdiz y embrollan el asunto. Casi nunca funcionan, son de cara a la propaganda como prueba el que nunca realizan (y divulgan) la evaluación de los mismos. Y como se trata de tener al personal muy entretenido en estas cosas –para así ocultar la raíz de los problemas-, a unos planes suceden otros sin que dé tiempo a digerirlos y a comprobar sus resultados. Planes y programas de convivencia, coeducación, alimentación, bilingüismo, informática, biblioteca, educación para la paz, calidad… Hay tropecientos mil. Y junto a ellos se inventan normas de lo más peregrinas, presentándolas al profesorado como si hubieran inventado el Mediterráneo. Por ejemplo, que los alumnos deben leer al menos media hora todos los días. ¿Y qué se creen estos analfabetos que se ha estado haciendo en los colegios toda la vida? Otro ejemplo de normativa: ¡escriban y hablen huyendo de la discriminación de género, o les excomulgamos! Ya sabe, chicos y chicas, todos y todas, jirafa y jirafo. Los que no saben hablar ni escribir (como se comprueba fácilmente cuando se les oye abrir el pico o se lee sus paridas leguleyas) pretendiendo dar lecciones a los demás, inventándose una forma de hablar y queriendo imponerla a todo el mundo. Ahora está muy de moda lo del bilingüismo. Engañan hasta en la palabra. ¿Sabe en qué consiste el tan cacareado bilingüismo? En impartir en inglés la clase de plástica y una sesión de Conocimiento del Medio. Por ejemplo. Ya me dirá qué van a hablar en inglés 25 alumnos durante 45 minutos en una materia manual. Lo suyo sería reducir a la mitad  el número de alumnos por aula cuando asisten a la asignatura de inglés, duplicando el profesorado y ampliando el horario si fuera necesario. En los idiomas la clave es impartir la docencia a grupos pequeños. Eso sí, con el pretexto del “bilingüismo” la movilidad del profesorado ha aumentado (empieza a haber alumnos que cada año han tenido un tutor diferente), se complican los horarios, el reloj ejerce aún más su dictadura y todo se complica artificialmente. Como en tantas cosas, han escogido un camino equivocado y obsoleto pero lo visten con la modernura habitual de los pijonecios. Encima, si hay dos aulas de primero, sólo se le imparte el tan cacareado bilingüismo a una. A la otra, ni agua. En algunos centros, ilegalmente, seleccionan a los mejores alumnos –hay maneras bastante retorcidas para hacerlo desde la sombra- con lo que se empieza a crear una doble red: el aula de los listos (los “bilingües”, claro) y la de los torpes y de conducta más problemática (el aula no bilingüe, por supuesto). Menos mal que no tienen el morro de llamar a esto “igualdad de oportunidades”… Una autentica barrabasada, padre, que nadie pone en cuestión…   

-Le decía antes que ahora se llevan mucho los ordenadores…

-Y es normal que así sea, pero los están convirtiendo en un fetiche inaceptable porque son simplemente una herramienta más. Y lo que es peor: se han gastado millonadas en dotar a los centros de miles de ordenadores pero no han formado al profesorado. A lo máximo un cursillo de unas cuantas horas impartido por un conocido del primo del hermano de uno que está en el Consejo de Dirección del Centro de Profesores de la localidad, que esa es otra. Antiguamente a los profesores los formaba la universidad a través de cursos organizados por los antiguos ICE y los propios Inspectores, que eran Licenciados en Educación y Psicología por lo que al menos la teoría la tenían bien aprendida. Hoy todo es un erial. Cursos de flamenco, televisión o macramé. Hay una degradación completa (pedagógica y cultural) de la formación a los docentes. Pero hay más fallos que los meramente formativos. ¿De qué sirven decenas de ordenadores en un colegio si la conexión a internet es de la época de las cavernas o no funciona? ¿Sabe que han dotado de ordenadores a las aulas, impidiendo algo tan elemental como que las mesas de los alumnos se puedan mover para tomar otras distribuciones necesarias según la técnica pedagógica que se use o la materia que se imparta? ¿Sabe que hay alumnos que no ven la pizarra bien porque tienen delante la pantalla del ordenador y no hay forma de evitarla? ¿Sabe que el sistema WIFI es un fracaso, que los equipos se cuelgan y la conexión va y viene como si fuera un autobús? ¿Sabe lo complicado que es llevar una clase informatizada cuando el alumnado (de grito y voz fácil) está acostumbrado a usar el ordenador sólo como compañero de juegos, para descargas o chateo en las redes sociales? ¿Sabe, padre, que impartir una clase con el ordenador como centro didáctico implica un profundo y avanzado trabajo de preparación buceando en técnicas, programas, páginas web, etc, para lo que se necesita una preparación que la gran mayoría del profesorado no tiene, ni se les ha dado? ¿Sabe que el mantenimiento de todos esos miles de ordenadores empieza a escasear por lo que en muchos casos se están muriendo de risa? ¿Sabe, finalmente, que los políticos, mandos intermedios  e inspectores tienen aún menos idea de informática que los mismísimos profesores? ¿Y sabe que, por eso mismo, no se permite que el nivel de quejas pase del primer escalón, esto es, que han puesto los filtros suficientes para que no recibir información sobre la realidad? Naturalmente, todo funciona maravillosamente bien y si, por un casual no funciona, es culpa de los profesores que son unos inútiles.

-Ahora les van a dar un portátil a los chaveas de 5º y 6º de Primaria.

-Sí, padre, aquí en nuestra ciudad, cada dos alumnos suelen tener un ordenador en su aula. Ahora tendrán, además, un ordenador propio, regalado. En cambio, los libros de texto (que también son gratis), tienen que durar cuatro años, pasándose de unos alumnos a otros a la finalización del curso. Como se imaginará, libros sucios, medio rotos, nada atractivos para que un niño se entusiasme con ellos. Son de mírame y no me toques: no se puede subrayar ni escribir en ellos las actividades o hacer anotaciones. Hemos retrocedido un montón de años en técnicas pedagógicas que ya teníamos logradas y funcionaban a satisfacción porque ahora el libro sólo está para mirarlo. Ah, y nada de pedir material complementario a los alumnos. Prohibidos los cuadernos de ortografía, de redacción, de problemas, de lectura. Los padres no deben pagar nada por el material que usen sus hijos, salvo los lápices, gomas, libretas.. . Que vean claramente que la Junta y los gobernantes les regalan los libros de texto, como si el dinero no saliese de todos nuestros bolsillos. Claro que las familias, a las que duele mucho más la compra del material escolar de sus hijos que la cuota mensual al Digital Plus, la de cajetillas de tabaco o las cervecitas en el bar, también tienen parte de culpa. La educación sigue sin ser considerada prioritaria por gran parte de las familias a las que les produce retortijones comprar un simple libro de consulta mientras se le va el dinero en cosas mucho menos importantes. Parece, además, que quienes nos desgobiernan deseen conscientemente que nuestros jóvenes aprendan lo menos posible dado cómo manejan el patio. Quizás su modelo de buen ciudadano sea el de alguien sin ideas, sin principios, sin conocimientos básicos, sin sentido crítico… para que así sea fácilmente manipulable por la propaganda gubernamental, mediática, comercial y barriobajera de los bajos fondos del poder político y económico. Vaya, lo que ya tenemos desde hace unos añitos… Ya ve que no me muerdo la lengua ni las uñas, padre…

-Dan ganas de salir corriendo y no parar hasta aterrizar en el más allá…

-No controlan ni a esa minoría del profesorado que –como tiene lugar siempre en un colectivo tan amplio- no cumple con sus obligaciones mínimas, entre ellas la de asistencia  o llevar a cabo una enseñanza lo más eficiente posible. Les viene bien este “laisser faire” porque (el viejo truco para así quedar ellos a salvo) así pueden culpar a todos los docentes cuando les interesa, equiparándolos a las pocas ovejas negras a las que deberían echar de la profesión. También achacan a la mayoría los malos resultados del sistema, seguramente porque no saben aplicar las recetas de la manera exacta y precisa que los sabios de la Consejería educativa de turno han ideado en un despacho enmoquetado. Es la eterna canción: cuando las batallas se ganan quienes se llevan las medallas y el laurel de la Historia son los generales, pero si se pierden ya sabe que siempre es porque la tropa no cumplió las órdenes precisas que se les dieron o porque salieron corriendo como cobardes.

-¡Vaya plan…!

-Gracias, padre, por escucharme. Esto que acaba de oír no crea que se puede decir tan sencillamente en los claustros de profesores, a los superiores, a los padres. Todo funciona de maravilla, donde manda patrón no manda marinero, aunque el barco se hunda por culpa de que aquel está borracho o no sabe qué lleva entre manos. Y ya no le hablo de las familias, que ven a los colegios como simples guarderías donde los chaveas deben estar el máximo tiempo posible. Los equipos directivos ya apenas pelean por temas educativos. Casi todo su tiempo se va en asuntos de comedor, aula matinal (aparcan niños desde las 7,30 de la mañana), actividades extraescolares, horas y horas delante del programa informático de la Junta, ideado por gente más preocupada de resolver sus problemas que de resolver los de los centros educativos. La educación hoy día es poco importante, como casi siempre ha sido en este país tan cateturrio. Vea cómo lo que más duele a muchas familias (y así lo trasladan los medios informativos, los muy hipócritas, cuando se acerca el mes de septiembre) son los gastos en educación, donde meten la ropa de calle que hay que comprar a la niña porque la anterior se ha quedado pequeña o pasada de moda, las zapatillas Nike del niño,  que no ya no quiere las anteriores porque hay que estrenar nuevas y para eso es el que lleva los pantalones en casa... y en la escuela, claro. Nuestros chicos no duermen lo necesario, no comen lo preciso para estar bien alimentados, no tienen tiempo en muchos casos ni de jugar como niños que son. Lamentablemente hay otros que se pasan todo el día en la calle o en casa con la consola. Este desmadre y desnortamiento general lo vamos a pagar muy caro. En realidad llevamos unos años en que ya lo estamos pagando, como esos botellones juveniles con su culto al alcohol y su rechazo a una diversión serena y sana; como esa violencia gratuita que  vemos en las bandas y pandillas de barrio. Le dejo, padre, que ya le he robado demasiado tiempo y con mi discursillo  tristón y casi apocalíptico no quiero que caiga en una depresión que ni yo mismo tengo, aunque le parezca difícil de creer. Soy de una generación hecha a sí misma, en las dificultades del día a día, incluso en la miseria, en la represión política y moral de una dictadura ya felizmente superada, pero a la que ha seguido un tiempo de  democracia con gobernantes manifiestamente mejorables, fulleros, lastimosamente ineptos e incultos, sobre todo de un tiempo a esta parte… No podrán conmigo aunque ya empiece a desear la jubilación para apartarme de esta miseria, para dejar de ser considerado sólo un peón de obra, un soldadito manejable (sordo, ciego y mudo) al que echar las culpas cuando las cosas no funcionan, mientras que quienes tienen más responsabilidad en el desaguisado (esos mandos intermedios y superiores, generales y comandantes) siguen viviendo del cuento e imponiendo ideas peregrinas que serían desechadas en cuanto fuesen previamente consultadas al sentido común de la tropa. Gracias, padre, por escucharme estos minutos y no mandarme a la porra…

Antes de que pudiera decirle algo, aquel hombre se levantó y ya le perdí de vista. Dudé si había sido real aquella conversación. Lo que sí era absoluta realidad es que yo estaba sentado dentro de un confesionario y que antes de que apareciera el cura de aquella iglesia debía salir echando leches de allí. Eso hice. Ahora le he contado, lector, a través del Puñetas, que ha actuado de simple transcriptor, lo que allí se habló palabra arriba, palabra abajo.  Me gustaría un día encontrarme de nuevo a este hombre. Para hablar de lo que nos pasa, a él, a mí, a usted. Presiento que ese día estaba muy quejoso y que seguramente era su exceso de amor a su profesión lo que hacía que todo lo viese más bien negro. Quizás otro día me contase el lado amable de su trabajo y lo que se está haciendo bien. Lo malo es que no le vi la cara por culpa de la maldita rejilla del confesionario, así que difícilmente podré reconocerle en un futuro. Mecachis en la mar…

domingo, 13 de septiembre de 2009

EN EL CONFESIONARIO... EDUCATIVO (1 DE 2)


No me pregunten qué hacía allí ni cómo pasó. Lo cierto es que me encontraba en el interior de un antiguo confesionario de una iglesia de barrio buscando a tientas una moneda que se me había caído dentro. No me pregunten tampoco qué demonios había hecho para que del monedero cayese hacia el interior de tan respetable lugar esa moneda. El caso es que andaba rebuscando en el interior cuando una voz me sobresaltó.

-Padre, deseo confesarme.

A través de la rejilla entreví la cara de un hombre cincuentón, serio, de aspecto agradable y digno. La oscuridad reinante en el interior de aquel lugar, unida a que corrí rápidamente las cortinillas de la entrada, me permitieron pasar desapercibido físicamente para aquel visitante. Me ayudaba también el que yo iba vestido con ropa oscura. ¿Qué hacer ante aquella inesperada situación fruto de una actuación mía bastante estúpida? Pedí que la tierra me tragase pero nada ocurrió. Pensé que debía subsanar aquel error, quedando todo en vulgar anécdota. Pero cuando se cometen varias estupideces seguidas no es fácil volver a la racionalidad, así que todavía no logro comprender cómo fui capaz de aplomar mi ánimo, sentarme tranquilamente y comenzar la conversación que sigue a continuación. Espero que Dios, que es misericordioso (o, al menos, eso dicen los que saben de él) me perdone que suplantara a uno de sus presuntos representantes en la Tierra. Debo justificar como disculpa que nunca tuve la sensación de que aquel señor me estuviese diciendo algo íntimo. Lo que allí se habló podía haberse dicho en cualquier otro lugar. Juzgue usted mismo, lector.

-Verás, hijo, estoy aquí limpiando un poco por dentro y anímicamente no estoy preparado… ¿Podría regresar dentro de una hora?

-Seré breve, padre. En realidad, más que confesarme lo que quiero es sincerarme con alguien, hablar de lo que siento y pienso. Cada vez es más difícil encontrar interlocutores válidos que, no ya te comprendan, sino que simplemente quieran escucharte. Hay ocasiones en que es necesario contar a alguien lo que uno piensa o lo que le irrita o le hace feliz. Somos gente necesitada de los demás pero cada vez nos encontramos más solos. Soy viudo, sin hijos y los pocos amigos que tenía, mayores que yo, han ido muriendo poco a poco o viven lejos. Esta mañana me levanté un poco raro, espeso, vacío. Sensaciones diferentes pero complementarias, padre. Nunca he pisado una iglesia, salvo cuando voy de turismo, pero al ver que esta modesta iglesia estaba abierta, no sé porqué encaminé mis pasos al interior, decidido a estar unos minutos en paz consigo mismo, en silencio. Y mire por donde, cuando he pasado cerca de este confesionario, he visto que había alguien dentro y he sentido la necesidad imperiosa de contarle a un extraño –ustedes, se supone, están acostumbrados a escuchar a los demás- lo que ya no puedo referir ni en mi círculo profesional. No es una confesión, padre, simplemente una conversación. Lo mismo la podríamos tener en la barra de un bar aunque aquí dentro parece que las palabras y las ideas tengan más hondura, más presencia. No sé si me entiende.

-Sí, hijo, te entiendo. Ya me dirás, pero te ruego cierta brevedad porque dentro de diez minutos tengo que ir al Mercadona. No te extrañe: quiero comprar alimentos para un par de familias necesitadas a las que visitaré esta mañana. Lo comprendes, ¿verdad?

-Seré breve entonces. Verá. Soy profesor de primaria de un colegio público del sistema educativo de  Andalucía. Ya sabrá que en nuestro país cada Comunidad Autónoma tiene las competencias en la materia, así que ya no podemos hablar –en puridad- de un único sistema educativo. Me quedan dos años para jubilarme pero desde hace cuatro o cinco estoy obsesionado con que llegue ese momento. Siempre me ha encantado mi profesión pero ya estoy harto, padre, harto de ver la degradación de la enseñanza, del sin sentido de muchas de las cosas que se hacen, del poco valor y aprecio que tenemos a la cultura. Sí, ya soy viejo y quizás es que los numerosos cambios habidos desde el último lustro han puesto de manifiesto que mi tiempo pasó, que soy ya un inadaptado, que las constantes “novedades” me superan, que soy un antiguo, vaya…

-Tiene una bonita profesión, ayudar a las jóvenes generaciones a formarse, a instruirse, a ser buena gente…

-Eso era antes, padre. O, al menos, me lo parece. Me siento como un pelele, como alguien a quien los gobernantes de mi ámbito profesional manejan como quieren y al que ponen todas las trabas del mundo para no enseñar y formar adecuadamente. Las familias, salvo habas contadas, ven en mí sólo al perro guardián de sus criaturas y la chiquillería, también salvo excepciones, viene al colegio como el que va a una fiesta. Será que todavía conservo un poco de mi siempre visceral espíritu crítico, o que me he vuelto tan mayor que ya soy sólo un cascarrabias, pero veo que a mi alrededor todo el mundo se conforma con lo que tenemos. ¡Hasta la mayoría de mis colegas callan y otorgan, unos por miedo, otros por resignación, otros por ignorancia o necesidad! 

-La verdad, amigo mío, es que no le envidio. Si a los profesores y a los médicos los muelen a palos en ocasiones o los ningunean de la manera que usted dice y que yo también sé, es que estamos más cerca de Sodoma y Gomorra que del Paraíso Terrenal.

-No le molestaré mucho más, pero quiero simplemente indicarle algunos datos concretos para que se haga una idea de la situación. Verá, antes se daban las clases con placidez, con tiempo suficiente para que los alumnos pensasen, descubriesen la complejidad de las cosas, para que cada uno siguiese su ritmo de aprendizaje. Si había que profundizar en un tema se hacía sin miedo al reloj, cortabas una actividad en cuanto notabas cierto cansancio y pasabas a otra cosa. El profesor autogestionaba su propio horario, repartiendo las materias (que solía dar casi en su totalidad) de acuerdo a los ritmos de aprendizaje del alumnado y a las circunstancias diarias, como la actualidad, un hecho imprevisto, un comentario de alguno de los alumnos que abría una nueva vía de aprendizaje y estudio. Aquello era, por decirlo, claramente, un magisterio. Hoy día, son los jefes de estudio los que te hacen el horario, salpicado de medias horas de clase donde no da tiempo ni a decir buenos días. O con sesiones de cuarenta y cinco minutos donde, cuando está la cosa más interesante, debes cortar por lo sano para que entre otro profesor mientras tú te vas a otra clase. Corriendo, con el reloj como juez supremo, como en una estación de ferrocarril o un aeropuerto donde el tiempo está siempre tasado. Ya no hay paz, ni amor por el trabajo bien hecho que tiene lugar cuando -entre otras cosas- el reloj no es un dictador. Así que casi todo se queda a medio, tienes que repetir otra vez al día siguiente lo que se quedó interrumpido, las clases tan cortas obligan a un estrés innecesario para llegar puntual a la hora del intercambio, todo se hace a medias. No es vida, padre.

-Sí, amigo, antes nos movíamos en el tiempo, ahora es el tiempo quien nos mueve a nosotros, zarandeándonos como muñecos. Nos maneja a su antojo…

-Pero ese ritmo frenético, tan poco propicio para hacer un trabajo bien hecho, -sobre todo en las pequeñas edades-, nos lo imponen arbitrariamente, artificialmente. Han desarmado el saber, que es integral, en parcelas separadas unas de otras que nunca se reencuentran. Ahora inglés, luego gimnasia, después un poco de matemáticas, a continuación plástica, luego un recreo y así trocito a trozo, inconexo el saber, los alumnos avanzan –es un decir- como si estuvieran en una selva inescrutable que nunca llegan a conocer en su totalidad, en sus lazos y dependencia. Saberes independientes dados por gente diferente y diferenciada en tiempos ajenos a la totalidad.

-Sí, a ritmo de audiovisual, como en la radio o en la televisión. Cuando el entrevistado está diciendo cosas interesantes se le corta abruptamente porque llega la hora de la publicidad o del siguiente programa…

-Lo peor es que como el entrevistado ya conoce el percal, normalmente condensa en pocas palabras e ideas lo que tiene que decir. O sea, que reduce su saber, conocimientos u opinión a un resumen o síntesis, que por esencia siempre son incompletos o parciales. Y a otra cosa mariposa… Luego está la manía por los papeles y los programas políticos. Lo único que les interesa a los gobernantes es que tengamos programaciones, proyectos curriculares, diseños, planes de centro… Que estemos siempre preocupados por el papeleo, la burocracia… La Inspección educativa es un desastre. En todos mis años nunca ha entrado un Inspector en un aula mía a ver lo que hacía y si lo hacía bien o mal. Ya no pueden –quedarían en ridículo ante un profesor medianamente preparado- porque ni siquiera les exigen que sean expertos en Ciencias de la Educación. Ellos también están volcados exclusivamente en el papeleo y las reuniones improductivas o para transmitir consignas. Y encima los han politizado enormemente, empezando por los sistemas de selección, adulterados para que al final entren en la Inspección los que tienen que entrar. Se han convertido así en la voz de su amo, ya no quedan quienes se opongan –al menos dialécticamente- a las tonterías y bobadas que les transmiten desde arriba gentes de despacho y moqueta que se creen unos genios porque un amigacho les ha colocado a dedo en una Dirección General o en una Delegación Provincial. Gentes (muchos son antiguos profesores que han desertado de las aulas para darse la gran vida en esto del politiqueo) que nunca apreciaron la dura pero importantísima labor de los enseñantes y que se han buscado un camino para escapar de ella y vivir como reyes. Encima pretenden dar lecciones de cómo actuar en las aulas a los que se han quedado en ellas. Ni idea, padre, no tienen ni puta idea… Perdón por la palabreja…

-No se preocupe, amigo. Rece medio padrenuestro y ya está. Mal veo el panorama…

-Sí, esos politiquillos ineptos e inútiles son los máximos responsables, tanto en los niveles superiores como intermedios. Por no hablarle de los que se dedican a la sopa boba del sindicalismo, liberados también de dar clase. Su prestigio es tan nulo que ya ni aparecen por los centros. Eso sí, siempre firman las normas y leyes que les pone delante el gobierno autonómico y central sin que se les ocurra previamente hacer una consulta en toda regla no sólo a sus afiliados sino a  una parte representativa del profesorado. Ya han olvidado que el grato lugar que ocupan se lo deben a quienes cada cuatro años les votan en unas elecciones sindicales, aunque la abstención suele ser altísima, pero eso a ellos no les importa. Sí, de vez en cuando, se sacan de la manga una acción de protesta o un día de huelga. Casi siempre lo hacen de hoy para mañana, con escasa información previa, sin debates… La intención es clara, que lo proyectado sea un fracaso:  de cara a la opinión pública salvan su cara (los profesores, ya se sabe, se movilizan muy poco -arguyen) y de puertas adentro -respecto al poder político que les trata con mimo- quedan como reyes. Perdón, quiero decir, como fieles y dóciles servidores. Así el momio que disfrutan queda asegurado y bien apalancado.
                        

miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA MULTITUD

Hoy quisiera mostrar uno de los artículos periodísticos del veranillo que más me han gustado. La entradilla o titular ya es toda una declaración de sabios principios: “Es imposible que se forme una multitud sin que la idiotez campe por sus respetos. Y sin embargo, todo se mide hoy en términos de multitud”.

Yo estoy seguro de que alguien, en cualquier multitud, tiene un cociente intelectual de superdotado, y estoy convencido de que, en cualquier multitud, alguien habrá que sea una criatura que merezca la pena. Pero también estoy seguro de que en toda multitud sobran los idiotas, y estoy convencido de que es imposible que se forme una multitud sin que la idiotez campe por sus respetos. Y sin embargo, todo se mide hoy en términos de multitud. La multitud es la única que pesa, la única que importa. Había 90.000 personas en la presentación de Cristiano Ronaldo, sí, pero había muchos más millones en la ciudad que no tenían el menor interés en esa presentación o a los que les parecía que esa presentación era una fantasmada: ganaron los 90.000, pues todos los telediarios abrieron con esa noticia, y los periódicos del día siguiente la pusieron en primera página, cuando la noticia real era en todo caso: cuatro millones de madrileños se encogen de hombros ante la presentación de Cristiano Ronaldo. Ha muerto un chaval en los sanfermines de una cornada en el cuello, se conecta en directo con una reportera que va a informar sobre el asunto, y detrás de ella aparece la multitud, formada por imbéciles que ríen, saltan, hacen cucamonas o llaman corriendo por teléfono para decirle a quien conteste: pon la tele, que salgo yo. No digo que cada uno de esos que ríen sea un estúpido: digo que ahí, en ese grupo, juntos, son una perfecta imagen de la estupidez. Seguramente, si estuviera en sus manos, arriesgarían el pellejo por salvar a un caído ante la embestida de un morlaco. Pero basta con que se junten luego para que se dispare esa capacidad para la imbecilidad de la que tan a menudo hace gala la multitud. Y la multitud es la que manda, la que sólo merece que se fije la atención en ella. Sección cultural de cualquier periódico. Recomendaciones literarias: lo que lee la multitud. Y la multitud lee este verano al sueco Larson. Digamos que tiene en estos momentos medio millón de lectores. Vale, hay en España unos tres millones de lectores -tirando por lo bajo, los más optimistas suben a seis, pero yo no me lo creo. Eso quiere decir que dos millones y medio de lectores van a leer otras cosas, otras cosas de las que no se va a hablar, porque quienes las van a leer no componen una multitud, vara idiota de medirlo todo.

La multitud es vampírica: lo sabe cualquiera que haya pertenecido a una. Te roba la sangre, te transforma en otro: en un idiota, mayormente, en un bulto. Los políticos lo saben hace mucho, por eso mandan que se conecte con sus discursos cuando están rodeados de multitud. Y sin embargo, siempre somos más los que no estamos en ella. El último apogeo de la erótica de la multitud ha sido lo de Michael Jackson: supón que en medio de esa multitud encantada de figurar (¿y no es pornográfico el mero hecho de imaginarse a cualquiera de ellos eligiendo vestidito para mejor resaltar en la multitud?) alguien recuerda que Michael Jackson fue acusado de pedofilia, y puesto en libertad porque llegó a un acuerdo económico con los demandantes. Sí, la multitud que lo llora, es muy parecida a la multitud que se congrega ante el juzgado cuando van a juzgar a un pedófilo. Las lágrimas de la primera son las piedras de la segunda. Ambas igualmente peligrosas. Ambas absolutamente idiotas e indecentes.

Cuando el gran poeta de las multitudes, Walt Whitman, las cantaba, henchía el pecho recordando esa sensación soberana de que en lo que es cada uno cupiera el mismo sentimiento que llenaba a todos los demás. No sé si es que las multitudes han cambiado o que, obviamente, no es lo mismo una multitud silenciosa que clama paz contra unos terroristas, que una multitud de chinos con palos que quieren reventar a sus vecinos de otra secta. La diferencia es evidente: está en el sentido del movimiento. Cuando es un movimiento defensivo, cuando la multitud la componen unas víctimas, es fácil encontrar en los versos de Whitman la poderosa verdad de su canto. Cuando el movimiento es ofensivo -para vender discos, para vender camisetas, para imponer una religión- nos encontramos con lo que decía al principio: la multitud es el lugar perfecto para que el idiota se sienta a sus anchas.

(Publicado por Juan Bonilla en el Diario SUR el 12 de julio de 2009).

domingo, 6 de septiembre de 2009

BUSCANDO TRABAJO

(De los periódicos: “Según el  95% de los demandantes, las empresas endurecen las pruebas de selección de empleo aunque los sueldos ofertados disminuyen”).

- Se llama usted Roberto Criadillas del Cordero. ¿Cierto?
- Efectivamente, señor.
- Es usted Licenciado en Económicas. Posee un Máster en Ciencias Escatológicas y el Graduado Escolar de Ciencias Políticas.
- Sí, no se me dan mal los estudios…
- Eso está bien. Pero no veo que en su currículum tenga usted mucha experiencia laboral…
- Si pasa a la página dos…
- Ah, sí, perdone… Hum, fue cinco meses repartidor de Radiopizza, estuvo seis meses ejerciendo de camarero en un chiringuito playero de Torremolinos y llevó los cafelitos a los jefes del partido político PUAF durante un día. ¿Experiencia traumática?
- Muy traumática… Aquellos indocumentados no es que no me dieran propina alguna, es que no me daban ni las gracias ni los buenos días. Los mandé al cuerno…
- Pues tener paciencia y unas buenas tragaderas es condición indispensable del puesto de trabajo al que aspira. Usted sabe que los clientes de nuestra marca son muy exigentes… Lo que no veo por aquí son los idiomas que usted domina, así como los conocimientos informáticos que tiene…
- Si no le importa, pase a la página 3, por favor…
- Disculpe. Hoy estoy un poco espeso. Las preocupaciones, ya sabe, los niños, la mujer, el perro, el Gobierno…
- Comprendo, señor.
- O sea, que sabe usted inglés, francés, polaco, ruso, chino mandarín y esperanto. No está mal… pero… ¿no sabe usted catalán?
- Lo siento, señor, llevo sólo una semana en Barcelona. He venido para buscar trabajo… Lo aprenderé si consigo este empleo pues se me dan bien los idiomas, pero necesito algo de tiempo para aprenderlos. ¿Lo comprende, verdad?
- Sí, sí… pero el gran jefe y sus superiores nos exigen que al menos se conozcan tres idiomas: el inglés, el castellano y el catalán. Es impensable que nuestros clientes se encuentren con un vendedor que no sepa atenderles en alguno de estos idiomas. Usted también lo comprende, ¿verdad?
- Pues no, oiga. Estoy aspirando a una plaza de vendedor de zapatillas de una conocida marca de fama mundial en una de sus miles de tiendas que tiene repartidas por medio mundo. Por muy famosas y lustrosas zapatillas que sean,  más que hablar lo que voy es a aspirar olores de pies y, que yo sepa, los pies hablan poco, aunque cantan mucho. Pero, si no le importa, podríamos haber empezado por lo que su afamada marca de zapatillas tiene pensado pagarme si me contrata de vendedor. A partir de ahí sería el momento de empezar a hablar de mi currículum, si es que el trabajo me sigue interesando...
- Pues mire usted, con sueldo, incentivos, descuentos, ierrepeefes, bagatelas, impuestos locales, seguros, canon de la SGAE, ecétera…, al mes serían unos 400 euros limpios. Jornada laboral de 12 horas, ya sabe…
- Si hubiera usted empezado por ahí me hubiera ahorrado perder el tiempo de esta manera tan absurda. Por esa mierda de sueldo yo hablo a los clientes sólo en arameo, no necesito más que el Graduado Escolar, pero de la ESO, y mi experiencia con el PUAF sería suficiente. Es más, ¿sabe lo que le digo? Que desde este momento su puñetera marca de zapatillas ha dejado de existir para mí y que prefiero ir descalzo a llevar en los rinpeles esa bazofia de calzado que venden a precio de oro cuando lo fabrican a precio de piastra.
- Haga usted el favor de salir inmediatamente de este despacho o llamaré al segurata...
- No pienso estar aquí ni un minuto más.

(Roberto Criadillas del Cordero se levantó muy despacio, cogió su currículum y lo metió en silencio en la carpeta azul donde lo había traído. Mientras se daba la vuelta  empezó a desabrocharse la correa del pantalón, oculta a la mirada de su interlocutor. Sus calzones resbalaron al suelo en cuestión de segundos. Debajo no llevaba calzoncillos. Entonces apretó con fuerza y se tiró un cuesco que sonó como cuatro truenos. También fueron escasos segundos los que tardó en recolocarse de nuevo los pantalones, mientras a sus espaldas aquel tipo de la mundialmente famosa y prestigiosa marca de zapatillas seguía sin reaccionar. Cuando lo hizo ya era tarde: aquel tipo había salido de la habitación. A los cinco minutos llamó la secretaria a la puerta. Nadie contestaba. Volvió a llamar. Seguía sin haber respuesta. Abrió al tiempo que emitía un “con permiso, don Joaquín”. Al grito de “¡qué pestazo hay aquí!”, la secretaria emitió un chillido que retumbó por todo el habitáculo. El tal Joaquín estaba tumbado en el suelo. Retorcidamente muerto. La autopsia de rigor lo dejó claro: murió de asfixia por causas naturales. Respecto al señor Criadillas, las últimas noticias lo sitúan trabajando en la fábrica de una famosísima marca de perfumes, de esas que todas las Navidades se gastan miles de euros en sosísimas campañas publicitarias con sabor francés).        

martes, 1 de septiembre de 2009

YA ESTÁ


Por fin llegó Septiembre. Lo estábamos esperando como agua de mayo… Ya estábamos hartos de los achicharrantes calores del verano vacacional. Un verano donde siempre se repiten las mismas historietas televisivas: escenas de playa con tripudos bañistas y señoritas endomingadas; incendios abrasadores iniciados por manos insensatas o asesinas; fiestorros de pueblos llenos de tontainas  corriendo delante de un astado o poniéndose  de tomate hasta los ojos; juergas hasta la madrugada que no dejan dormir a los desgraciados que tienen que currar al día siguiente; tropecientas pachangas para que los jugadores vayan cogiendo la forma y los espectadores reenganchándose  de nuevo al opio futbolero.

A las doce horas estábamos en alerta amarilla, a las catorce en roja y a las diecisiete ni fu ni fa:  ¡cómo se desvelan por nuestros sofocones! Tropecientos mil rumores sobre la temida gripe A y conteo minucioso de muertos para que así la peli de terror venda muchas vacunas en la temporada cinematográfica invernal. Bombazos de rigor a cargo de nuestros paleolíticos vigías etarras de occidente o de esos otros talibanes del oriente, destripadores de cuerpos al por mayor. Por las Américas, lo de siempre, el Obama y el Hugo, con la atracción estelar de un sombrero llamado Correa. Y el pobre Jackson, que ya dejó de bailar espasmódicamente: otro dios a los altares.

Respecto a la crisis, a galope, con permiso de los caballos. Subsidio por aquí, subsidio por allá porque de crear empleo ni los empresarios ni el gobierno tienen mucha idea. El Presi mayor del Reino, de vacaciones lanzaroteñas a costa del erario público, como mandan los cánones, aunque las interrumpió para hacer, aprisa y corriendo, un favorcillo a sus amiguetes: la TDT de pago. De los variopintos y variados Presis menores, ni se sabe ni se les espera: sólo salen a escena cuando se trata de poner la mano, coger trajes o fardar de patria chica. Y la oposición a la oposición de la oposición, o sea, los cariñosos “pepitos”, corriendo tragicómicamente sin parar porque el Estado entero –y la inteligencia- les persigue. Ah, y los sindicatos mayoritarios, desaparecidos en combate. Es un decir, claro.

Separaciones conyugales a troche y moche: “¿Pero con esta foca celulítica me estoy acostando el resto del año?” “¿Y esta tripa disfrazada de aburridísimo tío es mi supuesto marido?” Los niños, como no están en el cole, dando la castaña a todo bicho viviente situado en un kilómetro a la redonda. ¡Malditos maestros, tenéis demasiadas vacaciones! Y todo este infernal panorama aderezado con la verdura habitual de los cagamandurrias de la cosa televisada de la bragueta y el corazón partío.

A todo esto, estupendas las vacaciones del Puñetas, pero han durado una “bimensualidad” así que estaba cantado que el regreso le crearía un síndrome postvacacional de mil pares de narices. Y en eso estamos, querido lector. Mi psiquiatra de guardia me ha recomendado que despotrique al máximo de estos dos meses de calorín y francachela que acaban de volar  y yo -chico obediente- sigo su sabio consejo. Oiga, ¡manos y picha de santo! Al acabar este folio de quejosas letras, empiezo a notarme tan eufórico como si mañana mismo empezase de nuevo el verano y las ansiadas vacaciones…  

PD: ¿Ve? Otro al que ha sentado fatal el fin de las vacances. Sólo que este es su propio psiquiatra…