viernes, 4 de febrero de 2005

EL PERFUME DEL TABACO



Ayer fue el día mundial contra el cáncer y el inicio de otra vuelta de tuerca contra el tabaco. Cada vez se va prohibiendo fumar en más lugares (lo último, en los viajes de tren inferiores a 5 horas) y llegará un momento en que se considere a los fumadores como lo que son: unos apestados.

Aclaremos el asunto, no vaya a ser que caigan sobre mí los rayos y truenos de tanto fumador empedernido por creer que lo estoy insultando. Digo lo de apestados porque a mí lo que más me molesta del cigarro es la peste que deja tras de sí. Lo del humo pues bueno, pues vale. Estamos tan acostumbrados a respirar un aire tan poco sano, a tragar bocanadas de pestilente aire salido de los tubos de escape de los vehículos, de las chimeneas de las fábricas y de la mayor parte de los frascos de colonia, que el humo del cigarrillo hasta resulta tierno y romántico. Pero el olor a tabaco ya es otra cosa. Los que fuman no se dan cuenta porque ellos están envueltos en ese olor que es casi su propio olor corporal, pero a los que no fumamos y tenemos las narices sensibles, a veces nos provoca el olor del tabaco tanta repugnancia como el olor del pedo ajeno. Sí, ya sé que exagero algo, pero tampoco tanto. Hay gente, fumadora empedernida, que cuando se acerca a uno dan ganas de sacarle el desodorante. ¡Dios, qué peste a tabaco! Si vas a un sitio donde hay mucho fumeteo, cuando regresas a casa y dejas la ropa en la percha te das cuenta que despide tal olor a tabaco que habrá que airearla un par de horas o que meterla en la lavadora para quitárselo.

Sí, está muy bien eso de que el tabaco mata, que produce cáncer y que te deja echo un asco al cabo de 20 años de fumeteo (eso sin contar el roto del bolsillo por el que caen euros y euros cada vez que compras una cajetilla). Pero lo que nadie dice, y lo que no es ni siquiera discutible, es que el tabaco echa un olor nauseabundo y desagradable para los que no fuman. Sólo por eso, por amor a la nariz del prójimo, los fumadores deberían de envainársela en público, fumar en los retretes y tirar luego de la cadena. Pero se ve que al personal le importa un bledo el olfato del vecino.

Ya no se puede fumar en los trenes, los autobuses ni en los aviones. En Italia te pueden perseguir por la calle, en EEUU te despiden, en Tokio te pueden multar… Vale que el 30 % de los cánceres son fruto del tabaco, pero si la gente quiere enfermar pegándole al pitillo, allá ella. Tampoco puede convertírseles en delincuentes por darle al trinqui nicotínico. Lo que es más duro de sobrellevar es que el personal fumador ande por ahí despidiendo un pestazo a tabaco que no hay nariz sana que lo aguante. Y eso sí que no. No hablemos de los puros y de las pipas, hipérboles pestíferas insoportables por su hedor vomitivo. A lo mejor la culpa no es del tabaco sino de la mierda que le añaden las compañías para aumentar los beneficios. Tengo entendido que sólo un 5 % de lo contenido en un pitillo es tabaco. Lo demás, basura. Y ya sabemos lo que huele la basura y la de enfermedades que produce. A lo mejor ahora me entienden algunos pobrecitos fumadores con mi insistencia respecto a su mal olor. Les deseo larga vida pero, por favor, exigid a las tabacaleras que fabriquen cigarros que no huelan. Aunque, ya puestos y por el mismo precio, mejor que huelan a rosas, jazmín o a chorizo.

Y ya que me vais a dar tortas por todos lados, fumadores de mis entretelas, sed también un poquito menos guarros, echando las colillas donde corresponde, no en el suelo o en el ojo del vecino. Un poquito de por favor, majetes. Ya sé que no sois todos iguales, pero que se pique el que se tenga que picar.

Y ahora me voy a trabajar. Por si no lo sabíais me gano el sueldo gracias a vosotros. Vamos, que trabajo en Tabacalera.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, me llamo Susana y pertenezco a la asociación nofumadores.org.

Me gustaría que nos visitaras, nuestra web tiene el mismo nombre que la asociación. Luchamos por el derecho a una vida sin humo de tabaco, nosotros que no hemos elegido fumar.

Un saludo.