miércoles, 21 de septiembre de 2005

A FARRUQUITO LE CRECEN LOS ENANOS



Para los lectores foráneos que no sepan quien es Farruquito, se lo voy a resumir en un periquete. Verán qué bella historia.


Farruquito es un bailaor de la cosa flamenca que se hizo muy famoso a partir del 30 de septiembre de 2003. La causa fue muy simple: atropelló a un peatón y lo mató. Circulaba a 80 kilómetros por hora en una calle con limitación a 40. Se saltó un semáforo en rojo antes del atropello. Se saltó varios más cuando salió huyendo. No tenía carné de conducir, pese a lo cual conducía un BMW. A los seis meses del hecho, y cuando la policía ya le acusaba tras seguirle los pasos, declaró un poquito sobre el accidente mortal. Por de pronto, insinuó que quien conducía era un hermano suyo, menor de edad, para que así no hubiera posibilidad de castigo. El coche ya lo había arreglado y mentido en el taller acerca del origen de las abolladuras y rasguños.


Sólo con estas cuatro pinceladas la mar de gloriosas, ya todo el mundo sabrá quien es Farruquito. Le pusieron una fianza, la pagó y siguió bailando por ahí como si tal cosa. Oiga, y la gente acudiendo en masa a verlo, por aquello del masoquismo o la idiocia. Por fin se celebró el juicio y una juez con muy poco juicio lo condenó a dos penas de 8 meses cada una por delitos de homicidio por imprudencia grave y omisión del deber de socorro. Porca miseria. El escándalo se oyó hasta en Groenlandia. Con cien mil euros de nada, como indemnización a la viuda, se dio el tema por zanjado, pues nadie espera que al bailaor le puedan meter mano en el futuro otros jueces más valentudos, de plantearse recursos.


Ahora el camarada acaba de casarse por todo lo alto en un festejo en el que había previstos 600 invitados, pero más de mil personas se colaron por allí (algunas hasta escondidas en los maleteros de los coches). Vaya ganado. Y no crean, había invitados de alto copete que fueron a pasarlo tan ricamente: actores, famosos y hasta alguna política con algo de fuste. Pero casi todos ellos se quedaron con la miel en los labios porque los que se apuntaron de invitados sin haberlo sido se les adelantaron y se comieron hasta las piedras. Asaltaron la cocina y a los camareros. Desbarataron el escenario del banquete, tan lujosamente preparado. Un desmadre total, acorde a tan excelso personaje. Eso sí, antes de todo se celebró una ceremonia religiosa ante el Cristo de los Gitanos de Sevilla, quien es de suponer perdonaría al novio por sus hazañas pasadas, haciéndose solidario con la permisiva jueza de lo penal. Luego los invitados se desplazaron a una finca de un pueblo de Sevilla, donde se organizó un espectáculo de baile de caballos para los novios. Todo muy popular y típico. Aunque el banquete fue un desastre, la juerga duró toda la noche. Como Farruquito se había aprendido la lección tras aquel maldito (para el peatón muerto, claro) 30 de septiembre de 2003, el bailaor aguantó estoicamente el desbarajuste, no salió corriendo de allí, no acusó a nadie sobre el desaguisado y unos con la barriga más llena que otros, todos se fueron finalmente a sus casas vivitos y coleando.


Después hubo paz y aquí no ha pasado nada. A ver para cuando es el divorcio y se monta otro numerito. Todos los que le vengan al bailaor serán pocos, porque la mayor pena que le ha podido caer no ha sido la ridícula que le puso la jueza, si no que de ahora en adelante todo le va a salir tan mal como en la boda. Y es que se cuenta por ahí que alguien de su misma raza gitana le ha echado un mal ojo. Seguiremos atentos al circo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

La dirección general de tráfico debería contratar a Farruquito para hacer un anuncio de esos que hacen para prevenir accidentes. ¡A lo mejor con semejante reclamo tenía más éxito!