lunes, 14 de marzo de 2005

MAREANDO LAS MATRÍCULAS

Hace cuatro días, cuando el señorito Aznar gobernaba, se armó la marimorena porque decidió cambiar el sistema de matrícula de los coches, por agotamiento numérico del entonces vigente. Aquello, aún lo recuerdo y se me abren las carnes, movió al personal hispánico a cientos, qué digo, miles y miles de comentarios, debates y peleas porque unos querían que siguiese el distintivo provincial, otros que apareciese el autonómico, otros que sólo la E de Europa y España… Cada quisque tenía su predilección personal. Al final salió lo de llevar el distintivo europeo con la E de España y unas letras y números.

Aquello resultó grato a una gran mayoría porque su querido coche (más amado que la señora y los peques) podría circular por el vasto país en plan anónimo, sin que ningún pueblerino, desaprensivo o chorizo –fijándose en el distintivo autonómico o provincial- lo abriese, lo rayase o le aplicase el taladro. Algunos, especialmente en Cataluña, no estuvieron conformes y se dedicaron a añadir unas pegatinas con el símbolo de su comunidad, país o nación (táchese lo que no proceda). Al principio, vale, pero cuando los tipos empezaron a ver que eran los menos y que cada vez que salían de las lindes catalanas, tenían que quitar la famosa pegatina por aquello de mantener la integridad física del coche –otra vez, los chorizos, los desaprensivos y los pueblerinos-, la cosa derivó en la nada.

Más la historia dicen los sabios que se repite. Y en estas llegó el amigo Zapatero dispuesto a deshacer todo lo que el PP hizo en sus ocho años de gobierno. (Supongo que cuando el Partido Popular regrese de nuevo al poder deshará lo que ahora tan talentosamente construye Zapatero y así sucesivamente. A esto se le llama en España “hacer política”, aunque en realidad es “hacer el imbécil”). De modo que el señor de León piensa cambiar de nuevo las placas. Y el debate ya está reabierto. Y también la murga y el tracatrá. Pero, ¿qué necesidad hay de cambiarlas nuevamente? –se preguntará algún señor o señora sensato/a. Ninguna, salvo la ya referida imbecilidad manifiesta de nuestros políticos, a menudo congénita e irrecuperable.

Los nuevos cambios, según publican los periódicos y digitales varios, consistirán en añadir a la placa actual el distintivo autonómico pues algunos no reniegan de llevar en los bajos de su vehículo sus señas de identidad patriotera. Muy legítimo siempre que no obliguen al resto de los mortales, a esos chiquilicuatros anónimos a quienes importa un pimiento y dos tomates la patria, la nación y hasta el puticlub local. Pero a los amigos socialistas, no. A ellos les mola cantidubi dubi dá, pero como son más listos que el hambre se han ideado una estratagema la mar de inteligente (o sea, fullera total). No será obligatorio llevar el distintivo autonómico, aunque para ello deberá pagarse 18 euros como impuesto revolucionario. Y como la mayoría del personal está por no llevarlo, pues eso… que encima los tíos ganarán un pastón para metérselo limpiamente en el bolsillo, como mandan los cánones y la tradición.

Así contentan a los fabricantes, a los vendedores de coches de segunda mano y a quienes quieren el anonimato matriculeril por aquello de evitar a los chorizos, desaprensivos y ecétera. Este menda ya está ahorrando para juntar los 18 euros. Y los que quieran pasear la placa de su autonomía o lo que sea, que se la pongan donde les quepa, incluida la frente. Aunque, conociendo el percal, adivina el tiempo que tardarán en cambiarla y gastarse también los 18 euros. En cuanto pasen su frontera patria…y vean que su amado coche sufre el síndrome del "distintivo territorial identitario". Y es que el problema de los pavos reales es que se creen los más listos y guapos del universo universal. Y eso, claro, provoca muchas e injustas envidias.

2 comentarios:

Rulo Minas dijo...

Ten cuidado con la expresión "impuesto revolucionario". Ya ha habido demandas ganadas ante los tribunales: pincha aquí.

Anónimo dijo...

Pues tienes razón, Rulo. Ya no me acordaba que a los jueces supremos la palabra "revolucionario" les da grima, aunque sea aplicada a un chupete. Claro que la SGAE es mucha SGAE y parece que manda mucho. También es cierto que, respecto a los condenados, al Peñafiel se la tienen jurada por sus críticas a ciertas costumbres de los intocables monarcas españoles y a la Encarna Sánchez, como ya está muerta... Por cierto, que lo de encasquetarle el muerto (y perdón por el pésimo chiste) a una heredera será todo lo legal que quieran los jueces, pero me parece de una gravedad insultante. Lo que sí es chistoso es eso de que el Peñafiel y la la heredera indemnicen "de forma solidaria" a la SGAE. Qué bajo ha caido ya el uso de la palabra "solidaridad". Por si acaso, la próxima vez hablaré de "impuesto pre-democrático". Seguro que la palabra "pre-democracia" les agrada más a nuestros jueces supremos y al antiguo cantante de Lone Star, un tal Teddy Bautista. Un cordial saludo de Juan Puñetas.