miércoles, 9 de marzo de 2005

EL DESMADRE DE LA ENSEÑANZA

Si hace diez o doce años nos dicen a los españolitos de a pie que por estas fechas muchos centros educativos iban a ser custodiados por guardias de seguridad, que la policía iba a entrar en numerosos institutos a poner orden y que la mayoría de los profesores iban a estar hasta el gorro de la indisciplina y la desvergüenza de mucho de su alumnado, hubiéramos creído que el informante estaba completamente loco o borracho. En estos momentos hay que estarlo (como nuestros insignes politiquillos) para negar la evidencia de que la educación en nuestros centros de Secundaria y Bachillerato hace aguas por los cuatro costados. Y no hablamos muy alto de los centros de Primaria (aunque haberlos problemáticos, haylos), porque en éstos la edad de los chavales no suele superar los 12 años y la cosa todavía medio se puede controlar, aunque ya apunta.

Cada vez estamos más cercanos a los países de nuestro entorno, desde la Francia divina –donde la policía poco menos que vive dentro de los centros educativos- a los USA patéticos, en que hay detectores de metales a la entrada y donde de vez en cuando un pirao arma la de dios. Aprender de las cosas buenas de estos países, no aprendemos, pero lo que es de lo malo…

Así que el mundo de la enseñanza (hablar de “educación” da la risa) anda la mar de revuelto. Eso sí, los políticos que lo han destrozado siguen sin enterarse y cada dos por tres (seis) andan modificando y creando normas y más normas para que en la selva legal no se vea la luz del sol ni de la luna. La demagogia y el viva la pepa campan por doquier. En una de las múltiples encuestas educativas que abundan como las setas se afirma que “siete de cada diez profesores aseguran que sus alumnos les faltan al respeto en clase”. La autoridad de los profesores está en las cloacas y de ello se aprovechan los gallitos de turno y los maltratos en los colegios empiezan a ejercerlos no los profesores (como era tradicional) sino los alumnos más echaos palante.

Un ejemplillo venido al pelo ocurrido en la Comunidad de Madrid. Una profesora de instituto estaba en un bar con su marido cuando se encontró con un grupo de chicos entre los que se encontraba un alumno de su Centro. Los menores insultaron a la profesora y el marido salió en su defensa. Los dueños del bar llamaron a la policía y todo acabó en la comisaría. El consejo escolar del instituto decidió abrir un expediente al escolar, de 14 años, en virtud de un artículo de las normas de convivencia del instituto que permite sancionar a un alumno por un hecho ocurrido fuera del centro, pero relacionado con la actividad escolar. Bueno, pues la Consejería de “Educación” de la Comunidad ha paralizado el expediente al entender que los hechos tuvieron lugar fuera del ámbito y del horario escolar. Añado yo que si hubiera ocurrido dentro, la Consejería se habría inventado otra excusa. El caso es que al niñito o niñato no hay que tocarle el pelo. Hay que premiarlo por lo espabilao que es. Y si es repetidor y ha sido expulsado del Instituto por mal comportamiento y porque ya tiene la edad y no hace nada más que incordiar y molestar, pues se le invita a retornar al Centro a seguir dando porculillo a los profesores y demás alumnos. ¡Viva la deseducación y las cadenas!

Así que los profes, visto el panorama, cuando pueden agarran una depresión o se dan de baja unos días. Los buenos alumnos se equivocan adrede en los exámenes y preguntan en clase lo menos posible para no dar el cante y que los llamen empollones y les hagan la vida imposible los nuevos reyes de las aulas selváticas. Aquí paz y después gloria. Y la inmensidad de paniaguados y desertores de la tiza que viven en la Consejería y Delegaciones varias de educación tocándose todo el santo día los huevecillos y los ovarios sin hacer nada ni rascar bola, diciendo a todas horas que esto funciona, que tenemos la juventud más preparada de toda la historia, que los profes (esos que siguen dando el curro en las aulas) se quejan de vicio y que a los chavales hay que fomentarles la autoestima para que el día de mañana sean hombres de provecho. Y si por el camino se rompe alguna crisma de un profe o se parte algún hueso de una interina, qué se le va a hacer, que se hubieran metido a curas o monjas, o mejor, que se hubieran apuntado al partido ganador, como ellos, que desde que dejaron la pizarra ya no se ensucian las manos, desapareció la úlcera, duermen divinamente por las noches y hasta follan con unas ganas que no veas.

Así se escribe el mundo, tío Facundo. Y usted que lo vea, aunque ya no pueda mucho disfrutarlo. Y el que quiera educarse y aprender, que se vaya a Finlandia.

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