lunes, 7 de marzo de 2005

DISCURSO TELEVISUAL CON PROGRES AL FONDO

Estoy haciendo una pequeña limpia de mi amplia biblioteca. Ya perdí el prejuicio de no tirar a la basura un libro, por malo o desfasado que fuera. De modo que hoy he mandado al limbo de los justos a una treintena de libros, la gran mayoría deshojados, abiertos en canal a consecuencia de la vejez y de la mala calidad. Ya se sabe que la edición de bolsillo al final sale cara. Otros los mando a paseo porque lo que reflejan también se fue a idéntico sitio hace ya tiempo. Así, va al cubo de la basura el “Diccionario Político” de Haro Teglen, “El libro rojo” de Mao o “Como aprender inglés en un mes”, cuyo autor dios lo mantenga en la inopia. Cuantas mentiras se ha leído uno y cuantos embustes le quedan por leer.

Y entre los libros desahuciados, dos pequeñas biblias sobre esa arma de destrucción masiva llamada televisión y que, por su pésima encuadernación y calidad del papel, junto a un duro trote, están ya para el arrastre. Como ya paso de la televisión tanto como ella pasa de la verdad y la inteligencia, no necesito libro alguno que me diga para qué sirve semejante invento. Pero si alguien los ve en alguna librería de viejo, y todavía tiene el gusanillo en el cuerpo de embobarse ante la caja idiota (pronto, idiota digital), le recomiendo que los compre.

“TV, FÁBRICA DE MENTIRAS. La manipulación de nuestros hijos. (Lolo Rico). Espasa Calpe, 1992”. El otro es “LOS TELENIÑOS. Luis Matilla y otros. Cuadernos de Pedagogía. 1980”. De ellos leo por última vez lo subrayado y, como pequeño homenaje a un discurso ya periclitado no por razonable sino por impropio de estos desnortados tiempos, aquí reflejo unos cuantos párrafos a modo de homenaje hacia unas ideas que ya sólo permanecen en las neuronas de unos pocos grillaos.

“¿Qué se hacia cuando no teníamos televisión? Se jugaba en casa o en la calle a muchas cosas, hoy llamadas a desaparecer, como las chapas, la comba, la goma, los indios y vaqueros, polis y cacos, las tiendas y las casitas. También se hablaba: conversar ocupaba un tiempo importante y se leía y se escuchaba música, sobre todo en la radio. Hoy ese tiempo lo cubre por entero la voz dominante del televisor: 670 homicidios, 848 peleas, 419 tiroteos… (…). No ver la televisión, no estar al día en el contenido de la programación, supone una cierta automarginación. Es no-saber-lo-que-todos-saben y acarrea, en consecuencia, permanecer incomunicado. (…) En la vida de un niño casi todo se ordena en función de la televisión –el juego, el estudio y la vida familiar-, de la misma forma que antes se regía por la figura materna. (…) Desde el principio de los tiempos ha sido la madre la que se ocupaba de su hijo y a la vez quien lo cuidaba y entretenía, construyendo su personalidad a través de la actividad y el juego. Hoy la madre ha dejado esa importantísima tarea en manos de la televisión. La ha elegido como niñera. La ha convertido en el corazón mismo del hogar”.

“La televisión va consiguiendo que nuestros niños pierdan, o no adquieran convenientemente, lo que podríamos llamar el lenguaje familiar. El televisor difunde un lenguaje precario y pobre, reiterativo, uniforme y despersonalizado, que distorsiona su visión del mundo, su sistema de referencias y su estructura mental. (…) El adulto agradece la ayuda que la televisión le presta para aplacar los ánimos de los niños y utiliza los programas como método de entretenimiento fácil para sus hijos. (…) Los pequeños creen más a la televisión que a los adultos. (…) Quienes luchan por el poder luchan por el pulpito televisual con irrefrenable denuedo. De hecho el televisor no es sino un instrumento más del proceso de enajenación de la infancia que el capitalismo desarrolla. (…) El rápido ritmo narrativo de la televisión no permite apenas la más mínima reflexión sobre los contenidos por parte del espectador. Paralelamente, este ritmo trepidante permitirá rechazar como “aburrido” cualquier otro estilo narrativo que exija reflexión, respuestas activas y se base en una mayor permanencia de los planos. (…) “Hoy, el control sobre la televisión equivale, en cierta forma, al control sobre la realidad, en tanto que un acontecimiento que no accede a la pantalla de la televisión es “mucho menos real” que cualquier otro que reciba la consagración de la pequeña pantalla”.

El progresista gobierno de don Zapatero Remendón no leyó en su tiempo estos textos. Se hubiera ahorrado hacer el paripé de crear un comité de expertos, ponerles la medalla y engañar al personal. Por mucho que presuman los ministros y su presidente, lo único de progresista que tienen lo llevan en la cartera en forma de billetes.

1 comentarios:

jovialiste dijo...

Tengo curiosidad por conocer las razones concretas por las que botó el libro "Como aprender inglés en un mes", pues en un mes hay quiénes lo han aprendido. Thanks..