lunes, 31 de enero de 2005

CUANDO VOTAR ES UN MILAGRO

Acaban de celebrarse elecciones en Irak, y según cuentan las crónicas, alrededor de un 70 % ha ido a votar. No, no parece una errata de los periódicos ni una inocentada típica del día de los Inocentes y del lendakari vasco. ¡El 70 % ha ido a votar! Eso, en cualquier democracia occidental es un auténtico milagro.

Publicaba el domingo el diario El Mundo un chiste genial (como todos los suyos) de Pachi e Idígoras, dibujantes malagueños. Un iraquí le pregunta a un soldado americano armado hasta los dientes:
-¿Por favor, el colegio electoral?
-No tiene pérdida, siga recto y cuando oiga un ¡¡BOOM!! vuelva a preguntar, que ya estará cerca…

Si en una sociedad occidental cualquiera, presuntamente en un estado de paz que aburre –afortunadamente- hasta a las ovejas, alcanzar el 70 % de participación sería una obra divina, ¿qué decir de la heroicidad del pueblo iraquí, que lo ha hecho en idéntica proporción pero jugándose el pescuezo?

Daría igual que las elecciones fueran un fraude, estuvieran impuestas o no sirvan para nada (que no parece que sea el caso), pero a ojos de esos acomodados seres a los que cuesta levantarnos del sofá a apagar el televisor por el esfuerzo supremo que representa tal hecho, lo del pueblo iraquí merece pasar a la historia de lo sobrenatural. Y eso que el sector sunní preconizó el boicot y la abstención. Sólo el mismo día de las elecciones hubo 44 muertos en ataques y atentados suicidas a los colegios electorales. Pero, oye, como si nada. A qué no estará ya acostumbrada la mayoría del pueblo iraquí (tras padecer años y años al cerdo de Sadam, la larga guerra con Irán y tras sufrir dos invasiones norteamericanas en el propio país), que ni decenas de subnormales suicidas son capaces de disuadirlo para que no eche papeleta alguna en la caja-urna.

¿Habría sido posible este orgasmo electoral iraquí sin la invasión norteamericana? ¿Puede nacer de una indigna guerra la esperanza de vivir con dignidad? ¿A estas alturas de la película, no es hora ya de dejar a los americanos tranquilos (para que se vayan más pronto que tarde, una vez hecho el trabajo sucio) y empezar a ir contra esos mal llamados “resistentes” que –como se ha visto claramente- atacan mediante el más atroz terror a gentes indefensas e inocentes de su propio pueblo para evitar el más leve síntoma predemocrático, o para seguir manteniendo las riendas del poder en manos de una minoría?

Preguntas que a los que les encanta la masturbación política les vendrá entretenerse bastante con ellas. A Juan Puñetas lo que le maravilla es que todos los cantamañanas e hipócritas que pasaron olímpicamente del masacrado pueblo iraquí cuando les gobernaba Sadam o cuando les cayeron las bombas americanas por dos veces, ahora salen alabando su espíritu heroico y democrático. ¡La madre que los parió!

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