viernes, 21 de enero de 2005

CON EL SEXO HEMOS TOPADO

La Iglesia será todo lo respetable que se quiera, pero en cuestión de sexo tiene menos credibilidad que un pederasta dando clase a un grupo de niños. Aunque no lo practican (eso dicen) lo de los curas de alto bonete ya roza lo esperpéntico. Parecen saber más de sexo que el mismísimo Casanova. Sus preocupaciones respecto a lo que los humanos hacen con sus partes pudendas (aunque no pertenezcan a su grey catoliquil) les lleva a tal preocupación que cualquiera pensaría que muchos de estos ministros de la ley “divina” tienen una líbido demasiado desarrollada, que intentan sublimar mediante la represión de las ajenas.

El sorpresivo apoyo de la Iglesia española al preservativo (considerándolo como un elemento más de combate contra el SIDA) duró casi lo que dura un kilo de caramelos en las puertas de un colegio: un par de horas. De miércoles a jueves, vamos. Al final, desde Roma o desde las alturas celestiales, alguien le debió de leer la cartilla y el secretario general de la cosa obispal se la tuvo que envainar. “La Conferencia Episcopal corrige a su portavoz y proclama que el uso del preservativo implica una conducta sexual inmoral”. Las risas todavía se oyen por las esquinas, pero como el humor no es precisamente un don de estos caballeros, todavía no se han percatado del hazmerreír y cachondeo que han provocado en el común de los mortales. Por opinar se puede opinar de todo. Pero también los demás tenemos derecho a reírnos de las opiniones ajenas, por muy pretendidamente doctas, moralistas y serias que pretendan venderse. Los obispos venderán muchas motos, pero aquí ya no hablamos de venta sino de vulgar estafa.

Y es que no se enteran. Para ellos el sexo se reduce a que una pareja de casados eche un polvo -tapándose la nariz y en plan mire usted- cada tres años y que vengan los críos que Dios quiera. Críos que después los obispos y curas se encargarán de mantener económica, intelectual y moralmente, claro. La gente usa el preservativo (u otros sistemas de anticoncepción) porque responsablemente decide tener sólo los hijos que le apetece (no los que dios quiera) o que puede mantener. Si, ya sé que algunos lo hacen para no dejar preñada a la señora del vecino o a la chica que estudia tercero de carrera. También para no contraer alguna enfermedad de esas que vuelan alrededor de la cama. Pero, en unos casos o en otros, no tomar estas medidas de prevención sería de una irresponsabilidad sublime. La misma que la de los obispos en el tema. La diferencia es que ellos dicen que todo se solucionaría con la “abstención y la fidelidad” y la gente opina que el cuerpo está para darle algunas alegrías mientras aguante, que la fidelidad no tiene porqué ser un muermo y que –además- hay que trabajársela día a día empleando cuerpo y mente, que las cosas buenas no llegan y duran por arte de magia. La actitud de los jerifaltes eclesiásticos es de un atroz egoísmo porque quieren imponer por la fuerza a los demás lo que ellos mismos se han juramentado libremente para su persona: reducir la sexualidad a cero. Que sólo sirva para la reproducción de la especie (cosa en la que ni ellos se entretienen), como si los mismos animales no la utilizasen para algo más que traer crías al mundo. No son partidarios de la castración porque si no desaparecía la especie. Así que tenga usted ahí abajo sus perendengues para usarlos un par de veces en la vida. Y ni una alegría más. Sólo las que bajen del cielo (ninguna). Nos quieren contentos, vaya.

Pues lo siento: me da tanto la risa con estas chalauras que la burla y el pitorreo me brotan a borbotones por entre las teclas. ¿Pero como pueden ser tan burros? ¿Qué tiene que ver la religión y la moral con ponerse un globito en la punta de la berenjena? ¿Pero no quedamos que lo importante es el respeto, la paz, la felicidad, la generosidad, el amor al otro u otra y tantas cosas de las que tanto suelen predicar pero poco practicar? ¿Qué alternativa tienen que ofrecer estos ignorantes de la sexualidad y del amor a los millones de desgraciaos de este perro mundo, que viven en la más absoluta de las miserias, que para comprarse un condón tendrían que quedarse sin comer (y aún así estarían pecando gravemente contra la moral) y que lo único que tienen gratis son unos cuantos roces y meneos con otros seres tan desgraciaos como ellos? Ahí bebe el sida a manos llenas: en la imposibilidad de estas gentes para comprarse un globito de esos que denigran estos analfabetos del cuerpo.

Conceder crédito a la opinión y sentir de los obispos y muchos curas (afortunadamente no todos) sobre las prácticas sexuales es tan absurdo e inútil como pedirle a un portero de fútbol que meta goles en la portería contraria. Eso sí, oírles desbarrar sobre el tema es saludable y benéfico para el común de los mortales: la risa, ya se sabe, alarga la vida.

ULTIMA HORA: El tonto de Zerolo, jefecillo del PSOE que nunca se ha visto como hasta ahora, pide a la fiscalía que abra diligencias contra la Iglesia por su opinión sobre el condón. Pero este mastuerzo, ¿cómo puede pedir la intervención judicial ante una opinión, por muy burra que sea? Dios los cría y ellos se juntan en la estupidez.

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