lunes, 24 de enero de 2005

EL TONTO DEL BBVA

Ese tonto soy yo. Y el BBVA es, para quien no viva por los andurriales hispánicos, un famoso banco español, dicen que el tercero de Europa.

El tonto del BBVA empezó esta historia hace más de 20 años cuando comenzó a ganar sus primeros dinerinis y se le ocurrió la bendita idea de abrir una cuenta corriente en la Caja Postal (dependiente del servicio nacional de Correos) para que los jefes ingresaran allí la nómina y el menda fuese sacando periódicamente los ahorrillos para comprar la mayoría de las veces cosas que no necesitaba. Pasaron unos cuantos años y el tonto de la Caja Postal vio cómo ahora pasaba a ser el tonto del Banco Argentaria. Unos tejemanejes en las estratosferas bancarias entre los chiquilicuatros de siempre, teledirigidos por los políticos de turno, hicieron que la Caja Postal desapareciese y el invento nuevo fuese un Banco. La diferencia en aquella época no era poca pues las Cajas presumían de practicar una gran labor social (“el interés desintereresado” que proclamaba su publicidad) mientras que los Bancos se dedicaban principalmente a lo que han hecho toda la vida: sacar los cuartos a los clientes con la mayor de las impunidades. Así que el cambio fue a peor, pero la inercia (esa pereza mental de ponerse a cambiar lo malo conocido por lo malo desconocido y los consecuentes follones burocráticos) hizo que el menda pasase a ser ahora el tonto del Argentaria.

Años más tarde, otra nueva sacudida política (aquí los gobernantes son siempre los que llevan la voz cantante y los que mueven ficha, para en la revuelta sacar tajada a beneficio propio) produjo otro nuevo cambio: el Banco Bilbao-Vizcaya se casaba con Argentaria, por lo que ahora pasó a llamarse el BBVA. Y el Puñetas tontorrón pasó a otras manos sin comerlo ni beberlo. No ya sin que le consultasen nada, sino sin siquiera enviarle una cartita cariñosa para decirle…:

“Estimado gilipollas. Figura usted entre los fulanos que tienen su dinero depositado en nuestro nuevo Banco y con el que nosotros hacemos nuestros negocios y plusvalías mientras usted no ve un duro. Quisiéramos informarle por la presente que esperamos seguir contando con su masoquismo en la nueva aventura que iniciamos. Le prometemos sacarle los cuartos con mayor finura y elegancia. Esperando unas palabras de adhesión a nuestra buena causa, reciba un cordial abrazo del oso”.

Pero los nuevos dueños del BBVA no tuvieron ni este detalle literario-educativo. Así que el ahora tonto del BBVA siguió con su inercia bancaria (durante la cual los políticos fueron poniendo y deponiendo a los jefecillos del Banco) y aún sigue, hasta que un día de éstos le entre un ataque de sentido común y de vergüenza y mande a los del BBVA a tomar aire. Al tonto del BBVA le cuesta el dinero tener una cuenta bancaria en dicho antro económico. O sea, que el negocio lo hacen ellos con mi dinero. Me ningunean subiéndome cada año las comisiones, el precio de la mísera tarjeta que apenas utilizo y otras guarradas similares, mientras que todavía espero que alguien de esa santa casa tenga el detalle de enviarme algún detallito por el día de mi santo (como hace el Corte Inglés) en agradecimiento por mi paciencia y tontería. Nada, ni un mísero cacahuete.

Ahora, los nuevos políticos que rigen los desatinos de España, quieren cargarse al mandamás del Banco, para poner a gente más cercana a su cuerda y, en el trapicheo, beneficiarse así el bolsillo con trinques y mangancias. Sé que, cada cambio de nombre y de jefes, mi bolsillo es atracado con más vehemencia. Así que tiemblo con el nuevo abordaje, uno de los más zafios que mi tontuela mente recuerda. Quizás mi inercia halla llegado a su punto de no retorno y decida de una vez coger el poco dinero que aún no me han sisado y salir corriendo. Claro que la pregunta es ¿a dónde? Porque la competencia actúa con idénticos patrones de bandidaje. Quizás sea hora de empezar a rescatar la baldosa o el colchón como medio de guardar el escaso dinero que reporta nuestro mísero trabajo. Todo antes que seguir dando de comer a tanto pirata suelto, por mucho que de vez en cuando cambien de nombre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu comentario me ha llevado a fijarme en los datos de mi banco (también el BBVA) que hoy he recibido. Con un saldo superior a los 20.000 € me han ingresado de intereses la astronómica cifra de 0,99 €, a los que Hacienda retiene el 15 %. Eso sí, tener la tarjeta para sacar dinero en el cajero (hacerlo en la sucursal es morirse de asco por el poco personal que tienen) me cuesta 11 € anuales. Los gastos de correo ni te cuento (cada vez que me cobran un recibo domiciliado). Y las comisiones de la cuenta también rondan los 10 € al mes. O sea, que tener 20.000 euros en el BBVA me reportan sólo pérdidas y cabreos. Dime Puñetas a donde piensas cambiarte por si a mi también me interesa.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Juan Puñetas dijo...

Amigo, yo solo veo tres alternativas. O algún banco de interné, que dan algo más de pelas,o meterte a jugar a la bolsa o a plazo fijo (con lo que puedes perder hasta los pantalones si no tienes ni idea o tener tu dinerito cautivo todo el tiempo fijado) o recurrir a esconderlo debajo del colchón de casa, como hacían antes nuestros abuelos. Porca miseria.