lunes, 10 de enero de 2005

SUTNAMIZADOS

Acabaron las fiestas (quien las tuvo) y ya andamos metidos de nuevo en faena. Los años pasan cual coche de Fórmula I y cualquier día de estos nos vemos viejecitos, con la garrota en una mano y pidiendo limosna con la otra. Bella metáfora del tiempo que se nos avecina. Pero no corramos tanto y pensemos sólo en lo que vendrá durante el presente añito, que amenaza con ser de aúpa.

Regresamos, pues, a este cortijo bitacoril y parece que lo hiciéramos con un fatalismo de no te menees. Grave error. Es que peor de como está el patio, por el mundo y por Spain, no creo que podamos estar en el presente año. O sea, que estreno año en plan optimista, pese a que lo del sutnami asiático invita a pocas alegrías.

¿Quién mata más: la naturaleza o el humanoide? Bella pregunta para comenzar un nuevo año.

Más seamos pragmáticos y arrimemos nuestro granito de solidaridad hacia aquella pobre gente y países. No hay nada como un desastre como éste para que las bien pensantes y bien comidas sociedades occidentales se apliquen un do de pecho y llenen de limosnitas temporales a quienes viven en el culo del mundo. Así se va al cielo: con la práctica de la caridad. Después, cuando los medios de comunicación encuentren otra veta purulenta más llamativa, adios muy buenas y a otra cosa, mariposa.

Mientras tanto, algunos hasta hacen negocio con la tragedia. Bancos que, pese a que el dinero es para una causa justa, cobran comisiones por las transferencias y ayudas. Multinacionales que vienen explotando secularmente a los habitantes de aquellas miserables zonas y que ahora salen en ayuda de esta pobre gente, para que se note que también tienen "sensibilidad". Chorizos e hijos de puta que trapichean, estafan, timan o engañan con el pretexto de pedir, coordinar o dirigir las ayudas a los damnificados. Tropecientos mil famosos donan sus milloncejos aunque, eso sí, previo peaje en los medios de comunicación. "Yo es que soy muy solidario y como todo lo cuento, pues que sepan que he decidío dar una millonada para los indonesios" -dice con voz sensiblera el famosín-famosón de turno. Hasta hay gobiernos que pregonan a los cuatro vientos la pasta gansa que están enviando a los países tsunimizados, aunque se callan los muy ladinos de las contraprestaciones exigidas a cambio. En fin, todo muy lindo.

Pero algunos preferiríamos que cuando pase la marabunta de los primeros socorros, empiece la ayuda de verdad: tecnología gratis para detectar maremotos, hormigón gratis para construir viviendas algo más resistentes, condonaciones de deudas, mejora de las relaciones laborales y económicas por parte de las multinacionales allí instaladas... Poco confío en ello, aunque menos todavía en que los gobiernos respectivos de la zona se dediquen a algo más que tocar el violón, porque la culpa es evidente que también les corresponde en bastantes grados. ¡Esas construcciones hoteleras y no hoteleras en la misma orilla del mar! ¡Ese respeto máximo para los turistas y ese desprecio casi absoluto para los nativos! ¡Esa corrupción generalizada! ¡Ese morro que se lo pisan!

¿Quién mata más: la naturaleza o el humanoide? Mi amigo, el aséptico matemático, me dice que tras hacer cuentas, él cree que de los 150.000 muertos (por ahora), de haberse producido el tsunami en el mar mediterraneo, la costa pacífica americana o por la zona nórdica, hubiesen muerto un máximo de 10.000 personas. O sea, que entre la imprevisión, la pobreza, la especulación turística, la idiosincracia asiática y otras gaitas, por Scri Lanka y cía ganan los humanoides por 140.000 a cero. Bonita manera de acabar y comenzar el año.

Y los creyentes de todas las creencias, en estos tiempos de religión exacerbada, cogiéndosela con papel de fumar. ¡Dios no tiene la culpa de nada! -gritan desorientados. Y es que Dios, como los políticos, sólo está para las cosas buenas. Es la historia de todos los años desde que algunos listillos se hicieron con el negocio de la felicidad ajena. O sea, de la mentira.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

"Dios, como los políticos, solo está para las cosas buenas". ¡Has dado en el clavo, Puñetas!