lunes, 11 de octubre de 2004

REEVE ERA UN SUPERMAN



Hace unos dos años escribía en una bitácora anterior sobre Christopher Reeve bajo el título de “Ahora sí es Superman”. Releo aquel comentario, surgido a raíz de la presentación de un libro escrito por Reeve y titulado “Nada es imposible”.

“Una caída de un caballo allá por 1995 le dejó tetrapléjico, es decir, con pérdida total de movilidad y de sensibilidad del cuello para abajo. Hablo de Christopher Reeve, para muchos desconocido salvo que indiquemos a continuación que era el actor que encarnaba el papel de "Supermán" en el mundo del cine. Aquellas películas eran bobas e ingenuas. Desde aquel año fatídico, el bueno de Christopher está demostrando que Supermán no tenía nada de fantástico, que existe realmente en la vida cotidiana. Supermán es él mismo, sin ningún efecto especial ni guión ajeno. Es muy triste verlo en su actual situación pero su lucha, su coraje, su fortaleza moral tienen pocos competidores”.

Recuerdo por aquellas fechas que la prensa le citaba como un caso único en la historia de la medicina: “En una recuperación sin precedentes, puede mover su muñeca derecha, los dedos de la mano izquierda y los pies. Además puede sentir cuando se le pincha en la mayoría del cuerpo. (...) Reeve ha pasado desde el nivel máximo de parálisis, el A, al tercero, el C. Es el primer caso documentado de alguien que da un salto de dos letras en cinco años después del accidente. (...) La clave es el programa de duro ejercicio que Reeve sigue".

Aquel sacrificado ejercicio y aquella férrea voluntad han estado trabajando sin descanso durante todos estos años hasta que ayer el corazón de Reeve no pudo más. Quizás se llenó de hastío, de tristeza, de dolor ante tanto carcamal político y religioso como nos rodea. Ya entonces Chris culpaba a Bush y a la Iglesia del retraso en su cura: "Nunca pensé que la política influiría tanto en la Ciencia", afirma el bueno de Reeve, quien “centra la atención, y muy amargamente, sobre los políticos y líderes religiosos de EEUU y la forma en que, desde su punto de vista, han impedido la investigación sobre la clonación terapéutica y las células madre. De no haberse paralizado podría, a estas alturas, haberse obtenido drogas de diseño que regeneraran el sistema nervioso de mucha gente que está en la misma situación que él."

Ahora que se ha muerto todo son glorias y parabienes. Ya se sabe, los buitres siempre acuden al olor de los cadáveres. Modestamente, ya entonces escribía que “Chris está haciendo historia y, sobre todo, es un espejo donde poder mirarnos sin avergonzarnos completamente de la especie humana. Hay que echarle muchos bemoles a la vida para que encima tenga fuerzas para ser optimista y decir que "es de una importancia capital no dejarse vencer nunca por la negatividad. No sólo por salud mental sino, literalmente, por la salud física. Porque si se deja que la negatividad campe a sus anchas, la salud física se ve afectada también por graves problemas". Si esto lo dijera cualquiera, lo catalogaría inmediatamente de "cantamañanas". Lo dice don Christopher Reeve y no sólo me lo creo sino que se me pone un nudo en la garganta. De pena, de rabia y de amor por -ahora sí- el auténtico Superman. ¡Espero verle andar un día de estos, amigo!”

Se ve que Reeve era muy peligroso. Por eso los hados, los dioses o quienes demonios lancen los dados, han determinado que ya estaba bien de aguantar a un hombre tan valiente, tan activista, tan volcado en la defensa de sus congéneres y de sí mismo. Y se lo han cepillado. Parece que otro juez de pacotilla –véase post del día 9- ha decidido que había que ponerle punto y final a un tipo tan fuerte, tan vital y tan incordiante. Se puede ser Superman, pero sólo en la pantalla de un cine. En la vida real a los Supermanes se les manda a galeras, se les ningunea o sencillamente se les mata. Que siga la vida pero que nos dejen de tanto cuento sobre la justicia, los dioses y el tralalá.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre la misma historia: el que vale al hoyo y el vividor al bollo.