viernes, 15 de octubre de 2004

EL VENTILADOR DE ETA

La banda terrorista eta está de capa caída. Cada vez más sus miembros, incluso los que andan por la cúpula, son pillados por la poli y a menudo con las manos en la masa. La última fue a primeros de octubre cuando cayó el que es considerado el gran jefe, un tal Antza que vivía de putísima madre con su mujer e hijos en un señoritil poblado francés y en un fastuoso chalé. El jefe de la banda y la tesorera. Todo quedaba en casa y en la familia. También cayeron otro montón de bandidos colaterales que ahora están empezando a largar por esa boquita “revolucionaria” que tienen. Lo primero es que ellos no han hecho nada o que la culpa es de otros. Y, naturalmente, cuando el barco empieza a hundirse y las ratas son atrapadas por los buenos de la película, entonces empieza el sálvese quien pueda, el compartir miserias. Empieza el “cante”, parlan los acusicas y comienza el ventilador a funcionar. A repartir mierda por doquier, que aquí no vamos a ser sólo nosotros los pringaos, con la de gente que nos apoyó y ayudó en la venturosa causa.

Y en esas empezamos a estar. Los primeros que ya han sido señalados por el ventilador etarra son algunos cocineros vascos de prestigio mundial como Arzak y Subijana. La cosa estriba en que –según los etarras detenidos- los restauradores han pagado el impuesto revolucionario de la banda. Pronto comenzarán a salir más nombres: de periodistas, empresarios, políticos, futbolistas, cantantes y hasta vendedores de fruta.

En toda sociedad en la que hay una dictadura, miedo y extorsión, la bajeza moral de la mayoría de sus habitantes alcanza cotas superiores a lo normal. No lo critico. Simplemente, lo constato. Y en el País Vasco, donde lleva campando el terrorismo etarra más de 30 años, la podredumbre ética es generalizada. Porque allí no sólo ha habido y hay miedo, si no también colaboración en muchos casos, miradas a otra parte, aprovechamiento político de la situación. Muchos han sacado tajada de la hidra etarra. Algunos no sólo el bistec sino la ternera entera. De modo que es presumible que muchos de los ricos, famosos y excelsos personajes de la élite y sociedad vasca hayan tenido que “tragar” con la extorsión de los etarras. Y muchos, ahora que la organización se desmorona, andan con los atributos varoniles o femeniles en la mismísima boca temiendo que sus nombres salgan a la luz en cuanto los valerosos bandidos se dediquen a cantar las veinte en copas a la policía.

Así que está por venir (en cuanto eta agonice definitivamente) la historia final típica de todas las sociedades que durante años sufrieron (y algunas se beneficiaron) del terror, el miedo y la infamia. Dentro de muy poquito veremos cómo en el País Vasco nadie colaboró con eta, todos la combatían, nadie pagó el famoso impuesto revolucionario, nadie se chivó, nadie miró para otro lado ante la barbarie. Dentro de unos meses o quizá un par de años, comprobaremos cómo todos los vascos fueron antietarras, al igual que cuando murió Franco todos los españoles se declararon antifranquistas, y todos los chilenos antipinochet y a no muy tardar, cuando el Castro de las narices estire la pata y la barba, todos los cubanos serán y habrán sido anticastristas.

La historia siempre se escribe con los mismos renglones torcidos. Por eso suele repetirse y algunos espabilaos se la saben estupendamente. Pero antes de que llegue el momento de gritar que en más de 30 años no hubo proetarras en las tierras vascas y aledaños, bueno será tomarse con suma prudencia todos los aires que los pistoleros agonizantes intentarán proyectar con su putrefacto ventilador. Quizás tengan razón en bastantes de sus acusaciones, pero muchos no deberíamos ser tan rigurosos con los aludidos. A saber qué hubiéramos hecho nosotros en su lugar. A saber quién – de entre los supervivientes- tendrá las manos y la mirada limpias.

Lo que nadie podrá negar es que frente a los que pagaron (muchos), callaron (muchísimos) y colaboraron (bastantes), siempre quedará un grupo de escogidos (unos mil) que murieron por una causa absurda y cobarde, otro gran grupo (unos doscientos mil) que prefirieron no pagar ni morir y que se marcharon a otras tierras y patrias menos asilvestradas y, finalmente, otro selecto grupo de valientes que decidieron quedarse en su tierra para combatir desde ella a los pistoleros y sus secuaces con las únicas armas de la palabra, el voto, la no violencia y el coraje. A esta gente, cada una desde ideologías diferentes, ninguna declaración ante la policía de unos miserables y cobardes pistoleros podrá sorprenderles. Ellos sí que saben qué papel desempeñó cada cual en esta ya larga historia. Lo triste es que, al final, su valor no le será reconocido por todos esos -la inmensa y silenciosa mayoría- que dentro de cuatro días saldrán a la calle gritando que pelearon con todas sus fuerzas contra la banda etarra y que ahora están muy contentos y que si tal y que si cual.

Así funciona el circo de la historia y de la vida: siempre con el ventilador proyectando mierda. Y el que esté libre, que salga corriendo antes de que nos lo merendemos en nombre de las bellas mentiras con las que nos matamos y mordemos unos a otros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

He aquí un fragmento de un artículo de prensa firmado por Felix Bayón: "Me parece razonable que los cuatro cocineros cuyos nombres fueron difundidos por los periódicos se indignen porque se les tome ya por culpables de colaborar con los terroristas. Uno de ellos ha respondido, indignado, que él lo único que ha hecho es cocinar y cultivar hortalizas. Pero se olvidaba de una cosa. También ha hecho algo más: guardar silencio frente a los crímenes de ETA". Es esa mayoría de gente que, por las razones que sean (miedo, indiferencia...) se han callado como muertos y que -como dices muy bien - cuando todo pase, saldrán a la calle pregonando su oposición de toda la vida a la banda. En estos casos, dices bien acerca de la miseria moral de la mayor parte de la población. Y deberíamos todos reconocerlo en vez de salir después presumiendo de lo que no fuimos. La cobardía, ya se sabe, es patrimonio de la humanidad.

Anónimo dijo...

Aquí ha pagao el impuesto revolucionario hasta el Ibarreche.

Anónimo dijo...

No saques las cosas de quicio ni te equipares con la mayor parte de los políticos que hablan por hablar, acusan sin pruebas y le dan al ventilador que cita Puñetas. Una cosa es lo que creemos y otra lo que se demuestra. Una cosa es la miseria moral presumible en la mayor parte de los humanos, casi genética, viendo como va y como hacemos el mundo, y otra acusar individualmente, con nombres y apellidos, sin tener la menor constancia de ello.