miércoles, 20 de octubre de 2004

MEAPILAS DE IZQUIERDAS

Llámase meapilas a las personas excesivamente religiosas y beatas. Es un término despectivo que se aplica a la gente tan preocupada por cumplir con la conducta “correcta” que impone la madre Iglesia, tan embebida de su agua bendita, que hasta la mea.

Dado que el exceso de religiosidad ha ido disminuyendo con los años (salvo cuando llegan tiempos de negrura o el destino se pone tonto, en cuyo caso la inmensa mayoría se agarra al clavo ardiendo de la religión por si hay suertecilla…), hoy día es más difícil encontrar un meapilas cien por cien auténtico que un conductor que cumpla con todas las normas de tráfico.

Sin embargo, observo que la miopilez todavía conserva amplia y sólida base en el mundo de la política, de la economía y de todas esas ramas del “desconocimiento” que están siempre cerquita del poder establecido. En España son archifamosos los meapilas del PNV (Partido Nacionalista Vasco), que siempre están poniendo una vela al dios vasco y otra al diablo etarra. Por eso no se fía de ellos ni su padre. También son bastante meapileros los nacionalistas catalanes de derechas (CiU), a consecuencia del numeroso grupo de genes religiosos y bancarios que portan en el cerebro y la cartera. De los alegres chicos y chicas del Partido Popular, el vaticano de la derecha española, sólo decir que en las comidas la mayoría bebe agua bendita en vez de mineral o del grifo. O sea, que todos irán al cielo a aburrirse.

Pero, ¿y en los partidos, partidillos y partiduchos que se autoproclaman alegremente de izquierdas? Mientras que están en la oposición comiéndose los nudillos, se les nota la mar de plurales, talentosos y comprensivos. Pero en cuanto arañan el voto a unos cuantos desmemoriados y empiezan a rascar bola y euros para el bolsillo, pronto se les empieza a notar aquello de “donde dije digo ahora digo Diego”, “más vale pájaro en mano que ciento volando” y “si te vi no me acuerdo”. El refranero español es una mina a la hora de catalogar a estos especímenes del progreso. Perdón, del auto-progreso.

De modo que ahora, como felizmente gobierna la izquierda (admitamos esta entelequia para así no volvernos locos), están brotando como setas los meapilas escondidos en tiempos de penuria y oposición. Naturalmente que la meapilez de éstos no cubre el abanico pseudo religioso de los meapilas de derechas (habituales comensales del poder), sino que gira más bien sobre otros valores también eternos en la teoría, pero igual de discutibles y vacíos en su práctica como son la igualdad, la solidaridad, el bien común, lo público, ecétera. (Sabemos desde que el mundo empezó a leer libros que media humanidad ha matado o maltratado a la otra media en nombre de Dios, del Estado o de las bellas palabras impuestas a golpe de guillotina, bombazo o pelotón de fusilamiento. O sea que, menos lobos).

Así que ahora andamos por el suelo hispánico, prehispánico o lo que sea, embadurnados en la sana y laica beatería de los meapilas auto-confesados de izquierdas. Y no pasan ni una, oiga. Del escudo de Aragón, que lleva la tira de siglos sin que nadie haya caído en semejante detalle, se quitarán las cuatro cabezas cortadas de unos tipos que parecen moros para no molestar a los que ven ahora visiones. Las corridas de toros deberán prohibirse en las televisiones o llevarse a los horarios en que duermen hasta las hormigas, porque son un espectáculo violento que agrede a los niños de pecho. Es deleznable que en un partido de tenis recojan las pelotas unas chicas de esas que desfilan por las pasarelas (modelos les llaman, aunque no sé en qué son modélicas), porque nuestros meapilas progres consideran que es un atentado contra la imagen moderna de la mujer. Cuando se escribe hay que utilizar los dos sexos gramaticales para evitar el machismo, con lo cual el/la escritor/a acaba hasta los güevos/as de poner barras/os y convierte la cosa/el coso en un guirigay del paraguay.

Hay muchos ejemplos de meapilez (y no veas los que están por venir…) pero se me acaba el tiempo ya que aprietan las ganas de hincarle el diente a una tortilla de patatas “plural” (antes, llamada “española”) que me espera en la cocina. Arrivederchi y que me aproveche.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ahora la tortilla que se lleva es la francesa!
¡Que no te enteras, Puñetas!

Anónimo dijo...

Atención, Puñetas: leo hoy en Periodista Digital un avance del libro de Juan de Diego que próximamente saldrá a la venta. Su título: "Los nuevos clérigos". En la portada se ve a Sardá, Gabilando y Almodóvar. La cosa va por donde va tu comentario, aunque me gusta más tu título. También hay meapilas de izquierdas que oponer a los de derechas. Y es que el mundo está demasiado revuelto. ¡Menudo potaje incomestible!