miércoles, 6 de octubre de 2004

MORIR CON LA POLTRONA PUESTA

Ayer, cuando intervenía en el debate sobre el estado de la autonomía en el Parlamento gallego, Manuel Fraga, presidente de la Xunta de Galicia, sufría una lipotimia. El buen señor llevaba una semana de arduo trabajo resolviendo problemas internos de su partido, viajando de aquí para allá y con la guinda de una gastroenteritis para rematar la faena. Ya es la segunda vez que le pasa algo parecido en poco tiempo y se vuelve a cuestionar que con la edad que tiene sea la persona apropiada para gobernar una comunidad tan importante como la gallega. Cualquier día de estos se quedará más tieso que la mojama, sea firmando un decreto, inaugurando una pizzería o delante de las cámaras de la telecaca. ¿Qué lleva a un hombre a estar amarrado al poder hasta que la trombosis, el infarto, la angina de pecho o un aire se lo lleven directamente de la poltrona de mando a un rinconcito desconocido del más allá?

Tengo dicho por algún sitio que la droga más dañina y más poderosa es el ejercicio del poder. Y cuanto más notorio e influyente sea el escalón de mando desde donde se ejerza, más dura y adictiva será la drogadicción. Cualquier droga, a largo plazo, tiene unos efectos de degradación y empobrecimiento en quien la toma. Pero la droga del poder actúa a la inversa: enriquece a quien lo detenta y hace polvo a quienes sufren el efecto de dicho poder. Ningún ejercicio del poder es positivo. Esto no lo dicen sólo los ingenuos anarquistas: lo sabe hasta el más tonto de cada pueblo. Otra cosa es que, como especie poco inteligente, los humanoides seamos incapaces de vivir sin él. Pero que nos sea inevitable no quita para que sea enormemente dañino….para quienes lo padecen. Para el que lo detenta es una bendición y a ella se agarra hasta que otro más listo le pega la patada o los sufridos pacientes lo largan con viento fresco eligiendo a otro.

En las democracias consolidadas y medianamente “libres” los ciudadanos tienen la potestad de quitar y poner a los mandamases. Por eso muchos de ellos se tienen que ir con el rabo entre las piernas, aunque al cabo de una temporada más de uno regresa de nuevo (la droga engancha que no veas), una vez olvidadas sus tropelías anteriores. En las dictaduras, donde ni hay ciudadanos ni hay tío páseme el río, el menda que gobierna se eterniza hasta que le da un patatús y lo entierran. Recuérdese la camada de vejestorios que gobernaron la URSS en el siglo XX o las edades provectas de algunos dictadores latinoamericanos, pasando por el Franco español o el Castro cubanito.

Manuel Fraga, político que ha sabido adaptarse a las dos tostadas, a la dictadura de Franco y luego a esta teledemocracia, todavía sigue en el machito pese a sus 82 años. Y, francamente, da pena verlo. La edad no perdona para según qué cosas. Igual le pasa al Papa, por cierto. Genios y figura…hasta la sepultura. Drogadictos del poder, aunque seguramente ellos estén convencidos de que lo suyo es exceso de responsabilidad, de vocación, de amor al prójimo y otras coñas marineras. Claro que peor les va a otros, 20 ó 30 años más jóvenes, que ya están reclamando a gritos la jubilación anticipada por ineficaces, cagamandurrias y tontos del culo. Bush, un suponer.

En este sentido, todavía está pendiente el homenaje a Aznar por haber decidido irse voluntariamente del ejercicio del poder, cuando ocupaba el puesto más alto y deseado. En otras cosas fue un desastre, pero sería de necios negarle el aplauso en esa decisión. Pues ni eso son capaces de hacer sus adversarios políticos, los muy desagradecidos. Y es que están muy ocupados chutándose en vena el poder recientemente alcanzado. (“El Gobierno destituye a 21 directores de prisión y traslada a otros diez”. Ya se sabe, quiere gente de toda confianza que se pliegue fielmente a sus deseos. El drogata del poder sólo se fía de los eunucos, bufones y lacayos que él nombra directamente).

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Disponer de la vida y de la hacienda de los demás mortales da una energía y unas ganas de vivir que no veas. El mejor método de rejuvenecimiento y de mejora de la salud es tener a mano el BOE o cualquier otro Boletín Oficial. ¡Si es que son como niños!