miércoles, 15 de septiembre de 2004

VIOLENCIA EN TODAS LAS TOSTADAS

Cualquiera que asome la nariz por cualquier esquina del mundo, aparte de pillar un sonoro resfriado, verá que la cosa está que echa humo. Vamos, que como te descuides, te parten o cortan la nariz y tras ella el resto de tu querido cuerpo. Estamos regresando a marchas forzadas a las épocas pretéritas (que en realidad nunca se fueron) en que todo se resolvía mediante la violencia pura y dura. Una época en que los forajidos y salvajes arrasaban pueblos enteros, cortando las cabezas de mujeres y niños incluidos, porque en sus cortas entendederas y habitual conducta no figuraba la palabra paz, respeto por los otros y otras bellas nociones que hoy figuran mucho en las constituciones y en los libros religiosos, pero que brillan por su ausencia cada minuto que pasa.

Será que soy un pacífico idiota (no confundir con un idiota pacifista), pero cada vez observo que la violencia está siendo el único patrón de comportamiento para resolver problemas personales, políticos, religiosos, laborales… Cada vez hay más gente incapacitada para resolver por métodos civilizados (hablando, llegando a acuerdos mediante cesiones mutuas…) los conflictos y problemas que le rodean. Será que cada vez estamos más locos, más alejados del sentimiento de pertenecer a una comunidad (no confundir con esa majadería de la patria o la nación) o que nos hemos vuelto unos retrasados mentales. ¡Si hasta hay un imbécil que ha denunciado a su señora porque esta lleva cinco días sin hacer el amor con él!

Esto tiene difícil arreglo. Hablamos del terrorismo: ejemplos los tenemos todos los días en cualquier parte del mundo. Hablamos de la “comprensión” que en muchos sectores sociales tiene la violencia. Me refiero a la profusión y culto de tanto desatino sangriento publicado con delectación por los medios de comunicación de masas. Nos encontramos con la enorme cuantía de fallecidos en las carreteras, reflejo de la actitud suicida de mucha gente a la que no sólo no importa su propia vida, sino que con sus imprudencias puede llevarse por delante la vida de gente inocente. Meto en este talego de violencia claramente estructural, el desprecio al otro por ser mujer, niño o anciano, y que lleva a causarles la muerte por celos, envidia, rabia o locura. Y qué decir de la manera de resolver los conflictos y de protestar que tienen algunos. Basta ver estos días el vandalismo y la meditada guerrilla destructiva que trabajadores de los astilleros españoles están llevando a cabo en las calles: barricadas, quema contaminante de neumáticos, colapso de las ciudades… ¡Y nadie rechista, nadie critica, todo el mundo lo ve natural y justificado! Natural es que muchos de ellos vayan vestidos con pasamontañas, natural que arranquen farolas, quemen contenedores, destrocen el paisaje urbano….

Todo comportamiento violento entra ya en el ámbito de la normalidad, de la comprensión y hasta de la alabanza. ¡Es el único medio de resolver los problemas, dicen los mentecatos de turno! Es normalísimo en muchos lugares del planeta el que sin venir a cuento te secuestren, te maten o te roben simplemente porque eres rubio, o negro, o llevas una zapatilla de marca, o le cae mal tu mirada a alguien, o porque pasabas por allí,…

La violencia es un veneno que quizás llevemos en los genes. Pero nos contemplan varios miles de años de evolución y ha quedado demostrado que podemos vivir con pocas dosis de ella, amaestrándola, reprimiéndola, sublimándola… Lo que muchos no esperábamos es retroceder de nuevo a épocas donde la violencia campaba libremente y sin frenos colectivos. Los humanoides somos la releche y la repera. O sea, un asco.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Se podría decir (y lo digo) que "la violencia es la madre de todas las ciencias". Triste pero es así. Unos la practican de la manera más ruda y directa y otros lo hacen de forma casi invisible.