miércoles, 8 de septiembre de 2004

RELIGIÓN HASTA EN LA PISCINA

Hace unos días un socorrista de Bolzano (Italia) "invitó" a salir de la piscina a dos musulmanas que se estaban bañando con velo y túnica, movido por las quejas del resto de los bañistas, dado que en Italia, como en el resto de Europa, la gente tiene la higiénica costumbre de bañarse o en pelotas o en traje de baño. Las dos mujeres musulmanas no pretendían provocar al resto del personal sino que estaban aplicando al pie de la letra la cosa religiosa que les prohíbe entrar en una piscina en traje de baño salvo que allí sólo haya mujeres. Otra blasfema costumbre de la decrépita Italia y países colindantes, donde los hombres y mujeres se bañan en el mismo sitio y en las mismas aguas, sin que el vicario de turno monte un pollo bananero por tan poca cosa.

Parece ser que los responsables de la comunidad islámica del pueblo italiano (o sea, los grotescos y omnipresentes clérigos) se han tomado la expulsión con cierta comprensión –qué remedio- aunque han exigido la construcción de piscinas “reservadas en exclusiva a mujeres porque la religión prohíbe la mezcla de sexos en estos menesteres”.

Que a estas alturas de la película (varios miles de años de civilización nos contemplan) unos inútiles y feísimos meapilas se atrevan a sugerir o exigir semejante burrada, muestra que a algunos humanoides habría que meterlos en la máquina del tiempo y enviarlos al menos quinientos años atrás, o cuando menos, empaquetárselos a un zoológico para que hagan compañía a los chimpacés y gorilas, aunque me temo que los macacos los despreciarían –y con razón- por considerar que estos zumbados clérigos están por debajo de ellos en la escala de la evolución y de la inteligencia.

¿Qué demonios tiene que ver la religión con el velo o la piscina? ¿Acaso existía el hábito de la limpieza y las piscinas públicas cuando se escribió el Corán? ¿Qué tienen que ver las creencias religiosas con el sexo, el lavado de dientes o la merluza a la vasca? Si admitimos el lógico principio de que la creencia religiosa (cualquiera) no exige la subnormalidad mental, ¿a cuento de qué viene tanta tontería, tanta censura, tanto dirigismo, tanta hipocresía, tanta norma ajena a la pura esencia del pensamiento religioso (cualquiera)? Si tiene que ver con la religión que las mujeres se bañen en piscinas independientes, cualquier estupidez y gilipolllez puede ser también defendida por la religión. Ya cuesta trabajo creer que comer cerdo sea una ofensa a Dios o su idea, que matar al prójimo “infiel” tenga como premio un más allá estupendo, que si no se viaja una vez en la vida a una ciudad “santa”, uno será un desgraciado el resto de la eternidad (¿?). Le cuesta trabajo creer todas estas idioteces a una persona con dos dedos de frente sin la adecuada demostración empírica sobre la verosimilitud de dioses, paraísos, más allás y otras milongas. Y si la hubiera, entonces esa persona inteligente debería volverse tan loca y estúpida como quienes intentan regular nuestra vida con normas y creencias absurdas, estrafalarias y tontas como la del velito en la pisci.

La religión cristiana, debido a la aparición y predominio de las ideas de la Ilustración, del racionalismo, de la revolución burguesa, del movimiento obrero y sus diferentes variantes ideológicas, incluso de otras corrientes en su seno (protestantismo, luteranismo…), a lo largo de los últimos siglos no tuvo más remedio que modernizarse, tragando y renegando de bastantes cosas. La otra religión masiva, la musulmana en sus múltiples ramas, todavía sigue con sus perendengues de hace siglos y seguirá hasta que los pueblos sobre los que actúa impunemente no se pongan en guardia y ataquen y derriben todo aquello que no responde a lo estrictamente religioso. El día que los clérigos cavernícolas empiecen a correr delante de la gente para no ser ahorcados o lapidados en la plaza del pueblo, quizás será el día en que algo empezará a cambiar en el desorden religioso musulmán. Así se hizo en el ámbito cristiano y mira qué suavones están nuestros curitas, cardenales y restantes vividores divinos. Aunque de vez en cuando intentan probarnos a ver si pueden volver a las andadas. Culpa nuestra, de los decadentes y libertinos occidentales, será el que lo consigan.

Moraleja: en la piscina pública el velo y la túnica a hacer puñetas y el clérigo al zoológico a comer cacahuetes. O al pilón por meapilas, mamón y vividor.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Detrás de cada clérigo están los que aplican el terror. Pasa hoy día en el mundo islámico y pasó en la época "gloriosa" del cristianismo. Y es que basta con leer los libros religiosos más sagrados para darse cuenta de la enorme violencia que destilan y proclaman. La paz no ha sido precisamente un valor defendido históricamente por las religiones más poderosas. Desgraciadamente.