viernes, 10 de septiembre de 2004

MANOLO EL DEL BOMBO

Acabados los Juegos Olímpicos de Atenas, donde se comprueba que hay deportes tan estrambóticos como el tiro con arco o la doma del caballo, regresa la normalidad con el inicio de las Ligas nacionales e internaciones del deporte por antonomasia: el fútbol.

Regresan los futbolistas, esos deportistas privilegiados en cuanto a máximas ganancias y mínimo esfuerzo. Los niños mimados del deporte vuelven para escribir historias casi siempre más dramáticas que epopéyicas. Siempre casi sin despeinarse pues si comparamos el sacrificio y tesón de una gimnasta, un nadador, una atleta o un ciclista con las pachangas a que se entregan estos “esforzados” del balón, veremos que el arte de Ronaldo o de su primo Ronaldinho no deja de ser una vulgar cipotada, amén de una tomadura de pelo al espectador. El fútbol es un deporte de señoritos. Pero ya se sabe que la pasta, la fama y el poder siempre cae en manos de quien menos golpe da en esta vida.

Tiempo habrá de seguir las gestas homéricas de nuestros prohombres futboleros. Lo que me ha llamado la atención esta semana es el intento de robo del bombo de Manolo. No hablo de Chaves o Fraga, presidentes manolones de dos comunidades históricas del mundo mundial, si no de “Manolo, el del bombo”, un archiconocido hincha de la selección española de fútbol, y al que vemos siempre dando porrazos en la piel de su instrumento para intentar así animar un poco a los abúlicos, perezosos y somnolientos jugadores de la selección hispana. Jugadores que son algo en sus respectivos equipos porque a su alrededor tienen a los mejores ases del balompié mundial, pero cuando juegan sin su compañía, quedan desvalidos y huérfanos de todo. A veces, hasta de vergüenza torera.

Cómo estará el patio en Bosnia que esta semana intentaron robar el bombo a Manolo. Y eso sí que no. El único que suda la camiseta española, aunque sea haciendo POM-POM en las gradas, debe ser especie protegida e intocable. A partir de ahora debería llevar dos guardaespaldas (uno para él, y otro para el bombo). Menos mal que la policía bosnia hizo que se frustrara el intento de robo. Haría bien nuestro talentoso presidente Míster Zapatero condecorando a los agentes bosnios con la gran cruz de Isabel la Católica o invitándoles a pasar unas vacaciones gratis total en Menorca.

Vale que no nos hagamos respetar en el campo de juego por falta de coraje, de ideas y de sacrificio de nuestros representantes e idolatrados futbolistas. Pero a Manolo el del bombo, se le debe respetar como si fuera un dios y no deberían escatimarse medios y apoyo en dicha tarea. Ya que no podemos presumir de selección nacional, al menos que podamos decir que los españoles tenemos el hincha más hincha de todos los hinchas mundiales. Y encima, simpaticón, altruista y más bueno que el pan.

Si Luis Aragonés no logra enderezar a la camada de perezosos que van a trotar a la selección española, sería cosa de plantearse el nombrar seleccionador nacional a Manolo el del bombo. Con la condición de que al futbolista que no corra o haga el ganso le aplique durante tres horas seguidas la melodía que tan bien ejecuta el amigo: el POM-POM. A ver si así, de una maldita vez, despierta a esa pandilla de niñatos que hacen como que juegan al fútbol con la camiseta española.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y el tal Manolo, ¿de qué vive? ¿de tocar el bombo, o de tocar el violón? ¿en qué trabaja? Ganará un pastón, ¿no?, para tanto viaje. Y tendrá permiso del jefe, supongo. Este hombre sí que se lo ha sabido montar bien. A todo esto, después de tantos años de tocar el bombo, estará sordo, ¿no? ¿O también en ésto el destino le protege? Yo también voto porque lo nombren seleccionador nacional cuando a Luis le dé el infarto tras ver cómo los mantas del césped siguen haciendo de las suyas.

Anónimo dijo...

No seas tan malo con nuestro queridos internacionales. Los pobres hacen lo que pueden. Cuando los sacas del Madrid, Barcelona o Valencia, demuestran lo que son: unos tipos corrientes que tienen la suerte de jugar con Ronaldo, Figo, Ronaldiho, Aimar y otros craks, pareciendo mejores jugadores de lo que son. Porque el que vale un montón, vale en cualquier equipo y en cualquier campeonato.