viernes, 17 de septiembre de 2004

EL BARÇA ES SAGRADO

El cineasta catalán Antoni Ribas tiene una película para estrenar, titulada “Centenario. Pasión o negocio”. En ella el bueno de Ribas aborda a través de un thriller de acción los primeros años de historia del Barcelona Club de Fútbol, resaltando la corrupción y sed de poder que esconde la directiva del equipo. Pues bien: no hay cine en Cataluña, ni por supuesto en la muy noble y leal villa de Barcelona, donde pueda exhibirse la peli. Al punto que se ha visto obligado a estrenarla hoy en la pérfida Madrid.

Cabe pensar (y acertar) que detrás de este boicot de los cines a la película están los largos brazos del Barça y la gran humanidad de la inmensa mayoría de las fuerzas vivas catalanas, apiñadas religiosa y patrióticamente en torno al equipo de sus amores. Parece que la sociedad abierta, plural, solidaria, avanzada social y económicamente y no sé cuantas cosas más que nos pregonan dichas fuerzas vivas, esconde una ramalazo cerril, sectario y boicoteador cuando se tratan algunos temas sagrados, como son los tejemanejes de un club de fútbol local, por mucho “más que un club” que sea. La fortaleza democrática de esta avanzada sociedad parece más de fachada que de otra cosa. Y aquí no se podrá echar la culpa a terceros, bien al gobierno central –aunque Zapatero sea hincha culé-, bien a otras comunidades autónomas, sean del Betis, el Real o el Rácing. Hasta el propio Ribas es catalán, aunque –obviamente- un “mal” catalán que arderá en los infiernos un día de estos por traidor e ingenuo. Por de pronto ya le han guillotinado su última obra de celuloide en el patíbulo del Nou Camp.

Pero que el árbol quemado de la película no nos oculte el verde y progresista bosque del tripartito gobernante en las Catalunyas. Echemos algunos vistazos paradigmáticos. El Ayuntamiento declaraba este verano a Barcelona como ciudad “antitaurina”, una medida muy progresista y democrática ya que a sus ediles no les agradan las corridas de toros. Afortunadamente les apasiona el marisco, pues en caso contrario también se habrían declarado en contra del desnucado de gambas y langostinos en todos los restaurantes y cocinas de la ciudad. Por el contrario, esos mismos concejales del Ayuntamiento barcelonés están encantados con la práctica del nudismo en la ciudad, no en el dormitorio sino en plena calle, cosa comprensible dado el agradable clima que impera en Barcelona durante todo el año. Se supone que así llegarán muchos más turistas.

Otra gobernanta que destina su tiempo de ocio a apoyar avanzadas labores sociales es la Consejera de Interior, que se dedica a visitar algunos prostíbulos para interesarse directamente por las condiciones de vida de las prostitutas mientras que, un suponer, sus mossos d’escuadra las pasan putas todos los días por la falta de medios disponibles en su encarnizada lucha contra la delincuencia. Otra perla más de una ciudad social y políticamente avanzada: en las últimas semanas varios presos se han escapado del Forum de Barcelona. Los presos visitaban el recinto invitados por las autoridades de la cosa, sin pagar un euro y con derecho a evasión. Algo comprensible pues se sabe que a los jerifaltes de justicia y prisiones la sociedad les remunera todos los meses para que los presos se reinserten (o sea, se escapen…).

Es sólo un breve muestrario de esas actuaciones socialmente avanzadas, provechosas y divertidas que tanto entusiasman a la inmensa mayoría de los barceloneses y catalanes, algunas de las cuales ya figuran en el libro record de los Guinnes, en la Antología completa del bromista y en la famosa Enciclopedia del Disparate. Pero mira por donde, tan buen rollito y tan excelente finura democrática desaparecen cuando se trata de proyectar en el cine una simple películita, ya que su puñetero director es un reaccionario ateo que juguetea con lo más sagrado: el Barça. Tiene bemoles la cosa.

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