viernes, 24 de septiembre de 2004

PAPÁ NOEL Y EL HOMBRE DEL SACO

En mi infancia (allá por el pleistoceno) eran muy populares dos personajes infantiles: Papá Noel y el Hombre del Saco. Si te portabas bien todo el año, estudiabas, ayudabas a las viejecitas a cruzar la calle y practicabas otras cívicas costumbres (hoy bárbaramente desaparecidas), entonces –allá por la Navidad- Papá Noel te traía lindos regalos como premio a tu buen comportamiento. Pronto comprobé que el tal Papá no era justo en sus dádivas pues mientras a mí y otros amigos de familias más bien pobres sólo nos dejaba unas cuantas chucherías y alguna que otra pequeña bolsa repleta de indios de plástico, a los chicos del cole cuyos padres trabajaban en bellos trabajos (médicos, profesores, oficinistas…) el Noel de las narices les traía mejores regalos, cada uno a cual más deslumbrante y maravilloso para mis ojos de niño que vivía en la más severa modestia económica y cultural. Así que, cuando me di cuenta del asunto gracias al crecimiento paulatino de mis neuronas por culpa de la edad y de mis lecturas robadas y a escondidas, mandé a hacer gárgaras a semejante vejestorio tan clasista e injusto. Me pasé a los Reyes Magos a ver si había más suertecilla en los regalos, pero se ve que lo mío tampoco era el tripartito: los muy tacaños (y eso que eran tres), seguían con las chucherías, los siuxs y los pieles rojas de plástico.

El Hombre del Saco era otra cosa. Si te portabas mal, si hacías la zancadilla al pobre abuelo, si te reías de aquel profe seboso y psicópata que te rompía la regla de madera en la mano por no saber la tabla de multiplicar, si decías palabrotas o levantabas la falda de Pepita en busca de paisajes insospechados, entonces corrías el riesgo de que un mal día llegara a casa el Hombre del Saco para llevarte lejos de tus papis, tus amigos y tu querida calle.

Ocurre, sin embargo, que por muchas perrerías que inocentemente hacíamos aquellos críos, el Hombre del Saco nunca venía, con lo cual siempre estábamos liados en la eterna polémica: unos decían que el tío estaría muy ocupado, otros que era un cuento chino de nuestros padres y profesores. Aquello acabó en frustración. Tantas ganas de conocer al secuestrador de niños y el muy vago –de existir- estaba siempre en otra parte o de vacaciones. Eso sí, con la amenaza de su llegada, las pasábamos canutas.

¿Y por qué recuerdo ahora estas historietas de la niñez? ¿Qué mosca cojonera me ha picado para retrotraerme a los tiempos de María Castaña y al año de la Pera? Pues sencillamente, las declaraciones que hizo el otro día en la ONU don ZP (Zapatero para los amigos, presidente psocialista del gobierno español) y las que simultáneamente pronunció en una Universidad norteamericana don JMA (Aznar para los conocidos, anterior presidente de derechas de toda la vida). El primero iba disfrazado de Papá Noel y el segundo de Hombre del Saco. Para el primero el terrorismo islámico se soluciona con más igualdad entre los sexos, y con un pacto entre Occidente y el mundo musulmán. O sea, pelillos a la mar, to el mundo es bueno, yo te doy un besito, tú me das una carantoña. Como premio, tendremos paz, amor y los típicos regalos por Navidad. Para el segundo, hay un enfrentamiento evidente entre la cultura cristiana occidental y la musulmana e islámica, continuación de una historia que dura muchos siglos. En este enfrentamiento los malos son los moros, a quienes les encanta practicar el deporte de cortar cabezas de inocentes occidentales en cuanto los buenos nos descuidamos un rato. En vista de lo cual, y ante tanta maldad de los terroristas, sólo cabe la cachiporra y la prevención guerrera si no queremos vernos un día con el culo mirando a la Meca.

La verdad de mi niñez: Papá Noel era tonto, guevón, engañaniños, mentiroso y profundamente injusto. El Hombre del Saco era el pretexto para reprimirnos, para calentarnos las orejas o las palmas de las manos, aunque nunca vino a retirarnos de la circulación.

¡Gracias, impresentables míos, queridos Zapatero y Aznar, por hacerme recordar mi querida aunque modesta infancia! Ahora, con mis neuronas en franca estampida, vuestros cuentos chinos sólo me producen una melancólica nostalgia.

1 comentarios:

pss: dijo...

Bravo!, maravilloso!, te pasaste! Juan Puñetas, tu párida es súper!!!.
Cada vez que leo tus páridas, siento que entro a una realidad distante, pero muy familiar, siempre detecto situaciones parecidas, incluso hasta los dichos o "puyas" los reconvierto y calzan perfectamente con los de acá. nuestras vivencias políticas y económicas no distan mucho de otras realidades, y por acá, también hay AZNAR y ZP, y otros. Lo más importante es tener el talento, la valentía y la finura para lograr exponer su gran comedia mediática, a todos, porque está más que claro que los políticos, casi todos, han hecho aprendizaje y filosofía de sus homólogos americanos (usa), masters en apropiación indebida y explotación a escala humana, y por ende, sólo hacen repetir las lecciones aprendidas generando en el mundo realidades muy similares. Ya ganaron al convertir al mundo en una aldea global, ahora están en la etapa de esquilmar las economias emergentes.
Felicitaciones por tu talento narrativo y prosa y por la facilidad, claridad y gracia para exponer estas vivencias.