miércoles, 18 de marzo de 2009

MONSTRUOS

El "monstruo" de Amstetten (Austria) se ha venido abajo y pese a que hace dos días se negaba a admitir su culpabilidad en los numerosos delitos que le imputaban (de los que existían pruebas, declaraciones y lo suficiente para que no hubiera dudas de su villanía) al final ha cantado: "Debería haber hecho algo para ayudar al bebé fallecido", ha reconocido. El tipejo podría ser condenado a cadena perpetua si finalmente  es considerado culpable una vez se emita el veredicto final. Parece lo más probable. Su derrumbe ha debido ocurrir porque alguien o algunos le han tocado cierta “fibra sensible”.

En España, mientras tanto, tenemos a otro "monstruo" (al que la Prensa llama “Miguel” con total familiaridad y desvergüenza) que asegura mató a su exnovia y que la tiró al río. La policía lleva semanas buscando en las aguas del Guadalquivir sin lograr encontrar el cuerpo. Poco después el mismo capullo ha cambiado la versión y ahora dice que la tiró a un contenedor. Horas después vuelve a cambiar una parte de lo que había dicho antes. Dicho en román paladino: se está meando en la policía, en la familia de la chica asesinada y en todos nosotros.

Sería conveniente que alguien llamara a Amstetten y preguntase cómo se lo han montado allí para que el monstruo austriaco cantase la gallina y hasta la Traviata. Más que nada para aplicar al tal “Miguel” la misma medicina. No será que el padre de la asesinada no lo viene reclamando desde hace tiempo, pero se ve que aquí eso de usar técnicas psicológicas apropiadas a estos casos se considera que hieren y denigran la personalidad del delincuente. Aquí nos la cogemos con papel de fumar en según qué casos y en otros somos unos linces. Que llamen a Austria y se enteren de lo que hay que hacer para que el embustero diga qué hizo y donde está el cuerpo de Marta. Si él mismo asume el asesinato no sé a qué esperan para sacarle la verdad con las técnicas apropiadas. Casi siempre que detienen a uno de la eta, el tío va y vomita datos y hechos en unos minutos. En cambio, al asesino (lo dice él, que conste) de la niña sevillana, sólo se le sonsaca una mentira detrás de otra. Llamen a Austria, por favor…

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