jueves, 12 de marzo de 2009

EL 11-M DEL OLVIDO


Se cumplía ayer el quinto año de la matanza de Atocha. 2004. Más de 1500 heridos y 191 muertos. Asesinados en nombre de no se sabe qué. “Esto es increíble. ¡En un barrio obrero!” –gritan en las inmediaciones de la estación de El Pozo. Como si la masacre fuese más justificada en un barrio rico. “Ha sido la ETA, seguro” –proclama la mayoría, conociendo el percal y los antecedentes. El gobierno del tío del bigote, un tal Aznar, ese al que su afán de pagana grandeza le ha llevado a apoyar una guerra absurda del señorito Bush, se apunta a la copla y propaga la mala  nueva a medio mundo. Tres días más tarde habrá elecciones generales. Eso hace que los políticos, aún en la multitudinaria muerte ajena, miren con el rabillo del ojo hacia la contabilidad electoral. Pronto empiezan a aparecer signos evidentes de que quizás no han sido los descerebrados etarras si no otros de similar carcundia: islamistas radicales. Empieza el silogismo miserable: si ha sido la banda vasca, las elecciones las gana de calle el PP y si los asesinos miran a la Meca, el PSOE zapateril se llevará el voto a la cartera. No en balde lleva preparando el terreno durante meses, echado a la calle diciendo que esta segunda guerra del Golfo es muy mala. El silogismo empieza a adoptar corporeidad: la clase política de uno y otro signo pierde el culo y la vergüenza empezando a usar la masacre al servicio de sus intereses electorales. Al fin y al cabo hay en juego muchos sueldos y prebendas para los cuatro años siguientes. Comienzan varios días donde la miserabilidad de los unos y los otros (incluyendo a sus acólitos medios de comunicación) campa a lo ancho de todas las Españas. Se cubren de mezquindad y nos sepultan  con ella. El 14 de marzo el pueblo habla y echa a la calle al mayordomo de Aznar, el camarada Rajoy. Don Pepe Luí Zapatero, psocialista virtual, logra la mayoría absoluta. Ha conseguido con fina maestría llevarse el agua a su molino. Aquella noche dice la mayor bobada que oyeron los tiempos: “El poder no me hará cambiar”.

Lo que vino después, hasta que se celebró el juicio y se emitió un veredicto que ni fú ni fá, es inenarrable. Spain dividida en dos. Harta de mochilas falsas, de furgonetas, de Rubalcabas, de peones negros y de jueces mediáticos. Las heridas políticas de aquel 11- M tardarían en cicatrizar, aunque en ciertos rincones todavía perduran. Han pasado cinco años, al menos ya hay unos culpables, aunque quizás no estén todos, pero lo de aquel fatídico día algunos aún siguen echándoselo en la cara a otros. De lo que ya se han olvidado ha sido de los muertos y heridos. Ahora carecen de importancia pues no hay elecciones. Por eso los psocialistas madrileños no acuden a un homenaje de la Comunidad y el gobierno central pasa de cualquier gesto simbólico.  El monumento a los fallecidos de aquellos días se muere de asco en la estación de Atocha. Algunos medios aprovechan la efemérides para retomar las viejas trolas de la mochila y la furgoneta mientras otros siguen hablando de terroristas suicidas que nunca existieron. Nos contaron tantas medias verdades y tantas medias mentiras… Ya no interesa el recuerdo así que ya no hay nada que celebrar ni llorar.  Tenemos –y sálvese quien pueda- la clase política más numerosa, analfabeta y sectaria de la UE (y quizás, hasta la más trincona). Algunos se creen que tienen el poder en propiedad, allá en su Paraíso troglodítico.  Otros aprovechan el carcinoma de la crisis económica para ver si dentro de tres años pueden darle la vuelta a la poltrona gubernamental. Los que están instalados en ella siguen creyendo, soberbios y miopes, que la Historia les absolverá de su incapacidad e incompetencia. Menos mal que este invierno ha llovido un montón por lo que podremos beber agua durante una temporada. Claro que no todo el mundo está contento con la única buena noticia de estos meses: los alérgicos las van a pasar putas esta primavera.      

0 comentarios: