martes, 11 de noviembre de 2008

PANFLETILLO PUÑETERO: "SÍ, CACIQUES..."

Ha armado bastante follón en los políticos de la Generalitat catalana un reportaje a fondo del diario inglés The Economist, en el que critica el dogmatismo lingüístico de los nacionalismos de Spain y el renacimiento de un nuevo caciquismo, esta vez situado en algunas de las autonomías más señeras y gloriosas del solar ibérico. Los señoritos y señoritas del gobierno catalán (y, pronto, otros también citados por el prestigioso semanario británico) han puesto el grito en el cielo. ¡Es un reportaje insultante para Cataluña! (Cataluña son ellos, claro). Acostumbrados a que dentro de su feudo nadie les replique ni les cante las cuarenta; habituados a hacer de su capa un sayo y a silenciar cualquier voz discrepante, a estos  reyezuelos de taifas que se envuelven en la bandera de todos -convertida en patrimonio particular-, el que alguien les ponga a caldo les resulta intolerable.

Sí, The Economist no sólo tiene razón si no que se queda corto. Cacique fue Pujol, cacique es Chaves, cacique fue Fraga… y tenemos una patulea de caciques en los distintos gobiernos y gobiernillos que algunos empezamos a pensar si no están puestas ya a remojo las barbas de nuestras libertades y derechos cívicos más elementales. En algunas autonomías todo está controlado por el poder local y no se mueve una hoja sin que rechinen los dientes de los caciques políticos y económicos de turno, junto a la legión acompañante y subsidiada de sabuesos, palmeros y lame-traseros que se ha ido amamantando a lo largo de treinta años de paletil reinado. La prueba de que todo lo tienen perfectamente atado y bien atado es que cualquier opinión contraria o denuncia de la situación les pone de los nervios por impensable. ¿Pero cómo puede alguien hablar mal de nosotros? ¿Pero qué se habrán creído esos ingleses, advenedizos de la democracia? “Sus afirmaciones son difamatorias e insultantes” –afirman a grito pelado. Se nota que están rodeados de pelotas a todas horas y sólo escuchan lo que les encanta escuchar: sí, boawna, eres el más guapetón del mundo mundial, a tus pies, patrón,  y no te olvides de echarme unas monedas al coleto que la vida es dura... 

Amiguitos y amiguitas del majadero cabreo: esto no ha hecho más que empezar. La burbuja autonómica y el caciquismo imperante –usemos otra vez la palabreja, en vista de que os pone cachondos- tienen, como la última satrapía financiera e inmobiliaria de la que también sois corresponsables, los días contados. Por mucho que algunos os apropiéis indecentemente del terruño; por muchos Audis y palacetes que compréis con el dinero que sisáis abusivamente a la ciudadanía, más temprano que tarde vuestro tinglado reventará. Crack, pataplof. Lo malo es que –como vemos en la actual crisis- quienes tendrán que pagar la vajilla, el tresillo y el espejito, espejito, roto en mil pedazos por vuestros devaneos, chanchullos y despilfarros, serán los curritos y desgraciaos de siempre. Así que, puesto que las vamos a pasar aún más canutas, al menos enteraros de que algunos no estamos afónicos y que todavía nos queda alguna neurona libre y hasta libertaria. Chicos listos los de The Economist pues han dado certeramente en el clavo: no sólo tenemos una buena cohorte de caciques –en Cataluña también, majetes y majetas, sobre todo, jetas- si no que viven –vivís, chisgarabís- en el mejor de los mundos posibles: ese en el que a quien discrepa se le manda al exilio, aisla, ningunea o, simplemente, se le llama antipatriota o imbécil. ¡Gracias por vuestra voz libre, hijos de la Gran Bretaña! (Je, je, a este paso vais a conseguir que hasta me dé por aprender inglés…)

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