martes, 2 de diciembre de 2008

PEPIÑO EL CARIÑOSO


Están siendo muy comentadas en casinos, clubes de alterne y otros garitos de buen/mal vivir las declaraciones del vicesecretario general del Psoe, Pepiño Blanco, sobre la “huida” y el “sálvese quien pueda” de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, la inefable Esperanza Aguirre. Ya saben: la doña se encontraba en un hotel lujoso de Bombay cuando empezó un sarao de mil pares de demonios. En esas ocasiones, por muy echado palante que sea el personal, a cualquiera se le caen los palos del sombrajo y emprende las de Villadiego a la menor oportunidad, escapando de la quema de metralla, pistolas y sangre. En cuanto estuvo fuera del centro de batalla, doña Espe cogió un coche, enfiló hacia el aeropuerto e, India, si te he visto no me acuerdo. Horas después llegaba a Madrid y daba una rueda de prensa porque la ñora tenía muchas cosas que contar y no podía esperar a que todo el pifostio terrorista en suelo hindú hubiera acabado, incluyendo el regreso de todos los españolitos que fueron atrapados en semejante verbena. Doña Espera se ve que no quería esperar, tenía mono de micro y estaba impaciente por contar su inesperada batallita.

Los políticos son expertos en huir cuando otean el peligro. Suelen ser bastantes cobardes y la historia no alberga muchos ejemplos heroicos. En lo reciente recordamos a Salvador Allende en Chile, tras el pinochetazo, y en España, a Suárez cuando aquel carnaval del guardia Tejero y unos cuantos descerebrados nostálgicos del tío Paco. Poco faltó para que toda nuestra clase política en pleno, en aquel intento de golpe de Estado, se largase del país en horas, por tierra, mar y aire. El miedo, ya se sabe, es muy libre y hasta recomendable en según qué casos. Luego, muchos años más tarde, algunos de aquellos que se escondieron debajo de las alfombras tuvieron el mal gusto de presumir de que pararon el tejerazo lo cual, aparte de hacernos mucha gracia, consiguió  que nos crecieran los incisivos en cuestión de segundos para caer sobre la yugular de esos impresentables.

Fuera coñas marineras, como no estuvimos en la India con Aguirre en el hotel ni sabemos nada concreto de lo que allí ocurrió, el asunto nos trae al pairo y cerramos el piquito. Lo importante es que el personal al que pilló la refriega terrorista, unos antes, otros después, ya está de vuelta. Sin embargo hay tipos a los que les encanta meterse donde no le llaman. El señorito Pepiño Blanquiño, el vice psocialista, el poli malo del buenazo de don Zapatero, no podía dejar pasar la oportunidad de meterse en el lodazal. Tiene el amigo tres serios problemas, totalmente irresolubles. El primero es que ha llegado a su nivel de incompetencia ocupando un carguete demasiado importante y por mucho Derecho que estudie a través de la UNED no va a conseguir dejar de ser un político que escribe y habla con renglones demasiado torcidos y torticeros. Su segundo problema es la obsesión que tiene con todo lo que huela a PP. Si por arte de magia el PP desapareciera del mapa, a Pepiño le daba un patatús. Se le acabaría el espejo, espejito en el que se mira todos los días para poder decir lo guapos y buenos que son sus camaradas. El tercer problema lo tenemos muchos españoles de bien a los que nos importa una higa este hombre, pese a lo cual no hay día en que no nos sermonee, tomándonos por imbéciles, sobre lo que piensa acerca del vacío y la nada. ¡Y encima cobra por ello!

Duras palabras, Puñetas, me dirá algún lector compasivo. No tienen más intención que poner de manifiesto que con gente así vamos de culo y cuesta abajo en la historia, en la política, y hasta en la gramática. Y que un poco de discreción, sentido común y respeto por el respetable (que somos todos) no vendría mal. Si no dan buen ejemplo los “elegidos” del pueblo, estamos aviados… En el caso que comentamos, sus referencias a que la presidenta madrileña salió por pies de Bombay, además de mal gusto y de falta de información (¿acaso estuvo allí para ver realmente lo que ocurrió?) demuestran una malsana envidia. Así que, machote, en vez de irte a la Cuba de Castro como hiciste hace poco, donde todo es paz, armonía, solidaridad y muá, muá, te vas a Tailandia, Somalia, Afganistan o cualquier entretenido lugarejo de esos y haces un poco el héroe para que te veamos tus sacrificados y pacientes admiradores. Estamos segurísimos que sabrás estar al nivel exigido y que en los duros y dramáticos trances serás capaz de -cual Capitán Trueno- demostrar al paisanaje que tienes algo más que una boquita de piñón fijo.  Mientras llega la ocasión sería recomendable que hicieras unos ejercicios espirituales en alguna casa ilustre, manteniendo unos días la boca cerrada ante cualquier micro que te puedan poner por delante. Ahora que caigo, estar calladito unos días, ¡eso sí que sería una heroicidad por tu parte... y sin salir de casa!  

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