viernes, 19 de diciembre de 2008

OPOSICIONES PARA DIPUTADO

 

Como la clase o casta política funciona al margen de los cánones establecidos (pese a lo cual se autoproclama “representante del pueblo”), a nadie se le ocurre que al igual que a cualquier persona que va a ejercer un puesto de responsabilidad se le exigen una serie de requisitos intelectuales, psicológicos y profesionales, también a los políticos se les debería “examinar” en cierta medida, o exigir unos mínimos, de acuerdo a lo que las futuras señorías van a tener que hacer si salen elegidos en unas elecciones, sean generales o autonómicas.

Se ve -sin embargo- que para ir en una lista electoral la única exigencia es que el personal sea elegido por los jerifaltes del partido, gracias a cosas tan sustantivas como la amistad (a veces, desde la infancia), la guapura (en algunos casos) y, especialmente, el asentimiento total a lo que diga el capitoste supremo. Cosas tan elementales como un mínimo titulillo académico, cierta capacitación profesional en alguna área determinada y una cultura más o menos polivalente, son cosas excesivas para gente tan “ilustre”. ¡Con votar lo que les digan y con decir sí, señor, a lo que les propongan, van que chutan!

Dos ejemplos recientes (porque los han pillado en cueros) vienen a darnos la razón. El uno se ha dado en Valencia, donde por primera vez –por causa mayor- ha votado desde su casa una parlamentaria. Sería deseable que la medida se extendiese y así nos ahorraríamos un pastón en viajes, dietas y otros perendengues, pero parece que la cosa irá para largo pues los resultados de la experiencia han sido "catastróficos": la diputada psocialista ha votado hasta en seis ocasiones en coincidencia con el PP. Y es que su correo llegó antes de que se produjese la votación. Se supone que previamente le dijeron qué es lo que tenía que poner en el correo del voto, pero hete aquí que los acontecimientos en el Parlamento debieron ir por derroteros contrarios, así que lo que iba a ser “Digo” devino en “Diego”. ¡Vaya faena!  Según la portavoz psocialista “el experimento piloto ha evidenciado la necesidad de utilizar otro método en el que el voto sea simultáneo al del resto del grupo, con el fin de evitar problemas y disparidades de voto”. Su explicación refleja una realidad bastante patética: nadie sabe lo que va a votar hasta el instante en que se lo dicen. A esto le llaman “disciplina de partido”, con lo que sobra la funesta manía de pensar. Un concepto de la democracia la mar de sui géneris. Así les luce el pelo y por ello tienen menos credibilidad que un ciego pilotando un avión.

No extrañará que los diputados/as no precisen más requisito básico que el no pensar, no saber y no cuestionar nada. Al fin y al cabo su eficiencia laboral se mide en no equivocarse a la hora de apretar el preciso botón que otorga el voto preanunciado. Luego, un suponer, llegan los cachondos reporteros del programa Caiga quien Caiga, entrevistan con preguntillas de cultureta general a los diputados del Parlamento andaluz y salen los resultados esperables: suspenso total. Es el segundo ejemplo al que me refería.

A la pregunta de “¿Cuál es la tasa de paro en Andalucía?” sólo acertaron el Presidente de la Junta y el líder de la oposición. O sea, los capitostes. Preguntados sobre qué es el ADN, ni idea. Incluyendo al máximo mandatario que, balbuceando, sólo atinó a contestar: “Bueno, pues el ADN”. Como escribe Luis Miguel Fuentes, “que nuestro futuro dependa de esta caterva ignorante, pasota, infantil, impresentable y ridícula, que en ellos se digan depositadas nuestra democracia y nuestras esperanzas, es para echarse a temblar”. (Vean el video del final y entenderán).

Regresando al principio de esta parida es urgente, por regenerativo y saludable, que a los candidatos a la cosa pública se les realicen unas pruebas iniciales como garantía de que la ciudadanía no vamos a estar en manos de unos vulgares mercachifles: cultura general, mínima titulación (qué menos que el bachillerato), tests psicológicos, pruebas de resistencia física (estar sentados, calladitos y obedientes exige mucho aguante), etc. Yo hasta los pondría en fase de prácticas durante una temporadita. Al fin y al cabo, es lo que se le exige a  los ciudadanos cuando aspiran a desempeñar algún puesto de trabajo de cierta responsabilidad. ¿Por qué van a ser diferentes los diputados y diputadas, máxime cuando nuestras vidas, haciendas y bolsillos dependerán de lo hagan luego o de lo que les digan los jefazos que voten?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dilecto amigo:
Paréceme que la virtud esta de votar en disciplina tribal es ya, en nuestra joven e inaristocrática democracia, un mal generalizado, aunque, visto lo visto y lo que la gente vota, más parece un ejercicio de sadomasoquismo.
La cosa, dicen los viejos del lugar, ya no tiene remedio.
Ah¡ ..y se olvidaba Vd. del acceso a diputados por vículos de sexo ajeno a las relaciones estándar. Se cree en el lugar en que me encuentro que muchos polvos en estos casos no dan lodos si no placeres a corto y pasta gansa a largo, siempre pagados por la víctima por excelencia: El contribuyente.
Un saludo tramontano.
Freixo.

Juan Puñetas dijo...

Lo que cita de las cuotas (femenina y masculina) me temo que pronto debería ser ampliada en aras a los tiempos cursis y tontunos que corren, donde casi todo prima por encima de la inteligencia. Va a ser cosa de exigir la cuota correspondiente para los homosexuales y homosexualas. Y ya puestos, alguna couta también para los diputados más jovencitos, otra para los de provecta edad y hasta una para los discapacitados. Cosas del pensamiento único. Quiero decir, que sólo tienen UN pensamiento. Sí, lo ha adivinado: chupar del contribuyente. Vea el ejemplo de la nieva madrileña de estos días. Unos echándose la culpa a otros, todas las administraciones fallando en su cometido y la culpa, como era de esperar, del hombre del tiempo. Luego resulta que éste clavó el diagnóstico, pero los tipos es que no leyeron las últimas previsiones. Todavía estaban con el cava y el morapio...
Y si nos vamos a Barajas....Uf, mejor nos quedamos en casita...