viernes, 16 de marzo de 2007

HACE YA CUATRO AÑITOS...


Hace ahora justamente cuatro años, el abajo firmante escribía lo que sigue, al hilo del clima existente en nuestro país sobre la guerra de Irak, que por aquellos días se iniciaba. He eliminado las referencias concretas a políticos de aquellas fechas, que hoy provocarían rubor a más de un amnésico, pero que lo mismo señalo en la respuesta a algún comentario que se me haga. Tristes aquellos tiempos y tristes los actuales, donde las manifestaciones y las pancartas siguen abundando, aunque ahora han cambiado de signo político. En el fondo reflejan lo mismo: la imbecilidad y la estupidez de los que gobiernan y de los que pretenden sustituirles a la menor oportunidad, aunque para ello haya que saltarse todas las normas de buena conducta y de civilidad.

“Siempre me ha repateado la violencia. La gratuita y la pagada. Basta con releer esta bitácora para darse cuenta que detesto la violencia hasta los tuétanos. En este tema soy muy exigente y siempre pongo el listón bastante alto. Si fuese árbitro de fútbol pocos equipos acabarían con algo más que media docena de jugadores. Prefiero el toreo (que nunca veo) antes que la caza, pues al menos el toro tiene una mínima oportunidad de enfrentarse cara a cara con su matador. Me parecen escoria humana aquellos hombres que acosan, persiguen, maltratan o matan a sus mujeres o hijos. Considero que el primer derecho indiscutible del ser humano (y de todo ser vivo) es su vida física y que nadie está legitimado a arrebatársela en nombre de un dios, una patria, una idea o unas monedas. Jamás veo escenas de violencia ostensible y gratuita, se produzcan en la calle, la carretera, el cine o la televisión. Es por eso que no miro la caja tonta prácticamente nunca y que paso de casi todo el cine que se hace en la actualidad, especialmente del americano, por violento y simplón. Los que justifican la violencia, incluso en nombre de la libertad, me parecen sátrapas engañabobos ignorantes de que un buen fin sólo se alcanza empleando buenos medios.

Siempre he considerado que los más grandes dirigentes mundiales han tenido y tienen las manos manchadas de sangre, como uno de los aspectos inherentes a su cargo, haya una guerra o no en su mandato. Porque la sangre no sólo surge del ametrallamiento, el navajazo o la bomba. Especialmente brota de la miseria, el engaño permanente, la muerte gratuita y tolerada. Por eso considero también que estamos en guerra permanente a tenor de los miles y miles de muertos y heridos que de forma casi comúnmente estúpida se producen en nuestras carreteras, en nuestros estómagos y mente (alcoholismo, drogas...), en nuestras manifestaciones de masas. Huyo de las manifestaciones fervorosas (en un campo deportivo, en la calle...) como gato escaldado, no sólo porque son germen de actitudes acríticas, imprevisibles, irracionales frecuentemente, si no porque en ellas aviva escondida la llama de la intolerancia, del borreguismo, del aprovechado. Aborrezco a los videntes, a los predicadores, a los que quieren arreglar el mundo sin arreglarse previamente ellos, a los tontos del culo que se guían por la moda y los media, a los muertos de mente (discurso plano y nula imaginación), a los que creen que la verdad existe y que encima la tienen ellos, a los gilipollas que se van detrás de cualquier canto de sirena, a los que se aprovechan de la bondad de muchos para sacar tajada propia, a los que piensan que la gente quiere basura en la mesa y en la pantalla, a quienes jamás olvidan y jamás perdonan...

En fin, abomino de tanto miserable y majadero como pulula detrás de un micrófono, una cámara, un púlpito... y de tanto meapilas, tanto hincha y fan, tanto calienta-bares y tanto listo que se apunta a un bombardeo para no sobresalir respecto a la mayoría, para que no le señalen como diferente, para ser feliz porque se aplica a la norma de ser una sardina más en lata de conserva.

Esta sociedad es asquerosamente violenta, incluso cuando se reviste de pacifismo. Si Ghandi viviese, este espectáculo le haría volver a la tumba inmediatamente. Soy de la opinión que vivimos en un mundo que se las da de liberal y bien pensante, pero que es profundamente violento, reaccionario y -llamando al pan, pan- fascistoide. Estamos necesitados de gente sosegada, inteligente, capaz de ponerse en el lugar de los demás, educada, con ideas claras... Sólo veo muñecos parlantes, gente sin escrúpulos que hoy tira piedras al mismo que mañana votará, descerebrados con cargo público que no saben lo que dicen, payasos que pretenden ser ingeniosos pero que sólo provocan sonrojo. Gobernantes que pierden la brújula y son incapaces de encontrarla aunque se la pongan delante de sus narices.

Al final de toda esta historia, el pueblo sencillo y sano (que lo hay y mucho, que apenas se manifiesta ante tanto espectáculo pornográfico) siempre sale perdiendo, mientras las páginas de los periódicos y de los libros seguirán hablando de los "grandes hombres" que nos metieron en una guerra para salvaguardar “nuestra seguridad” (menudos pájaros de cuentas) y de los "aguerridos defensores de la paz" que sólo sacan las pancartas cuando husmean cerca el acceso al poder, para guardarlas si lo alcanzan”.

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