martes, 29 de noviembre de 2005

SINDICATO RICO, SINDICATOS POBRES

Hace unos días, el Gobierno del señor Zapatero ha decido compensar al sindicato amigo UGT por la incautación de sus bienes durante la Guerra Civil española, hace ya la friolera de cerca de 70 años. El premio gordo ha sido de 151 millones de euros. Así hay que tratar a los camaradas sindicales que actúan como correa de transmisión del partido. Agradeciéndoles los servicios prestados y, de paso, pero lo más importante, sembrando una desigualdad económica evidente entre la UGT y el resto de los sindicatos. En unos tiempos en que tanto tienes en el bolsillo, tanto vales, adivina adivinanza quién se va a poner las botas en el ámbito de influencia de los trabajadores.

Naturalmente que el resto de los sindicatos se han puesto de uñas y no amenazan con movilizaciones porque esperan sacar también alguna chuleta del asador zapateril, y porque -excepto la CNT, cautiva y desarmada- todos chupan del bebedero de patos que es el presupuesto nacional. Esa bicoca no se puede perder, por mucha cacicada económica que haga el Gobierno a favor de SU sindicato.

Naturalmente que el Gobierno, con el ministrín Caldera a la cabeza, ha salido al paso para desmentir preferencias, intereses particulares y esas cosas tan feas que los políticos con mando en plaza suelen hacer al menos dos veces cada día, aunque luego digan que eso es una patraña. La cosa va de “reparación ética y moral” por la incautación de bienes padecida por la UGT en la guerra civil decimonónica y en la dictadura posterior. Los chicos del sindicato rival más potente, Comisiones Obreras, han dicho que lo de los bienes incautados no está claro y que aquí sólo se trata de favorecer a los amiguitos en perjuicio del resto de fuerzas sindicales. No les falta ni un gramo de razón. Claro que como CCOO es un sindicato relativamente reciente, no puede ofrecer otros argumentos, a falta de que les toque al menos la pedrea en un futuro cercano. Por ahí se tienen que callar un poco.

Pero hay otro sindicato que sí que estuvo en la pelea cuando la guerra del abuelo: la CNT, un sindicato de tinte anarquista, el más poderoso, el más lanzado y el más independiente de toda fuerza política en aquellos revoltosos y tristes años. O sea, el más perseguido por todos. Así que en plena guerra intentaron aniquilarlo desde todos los frentes -desde el fascio pasando por la misma izquierda- y lo poco que quedó en pie fue zarandeado por la dictadura. Cuando regresó la democracia, y se produjo la resurrección de algunos muertos ya casi en estado de putrefacción (ERC, por ejemplo), todos procuraron de nuevo que la CNT no sacara la cabeza del hoyo. Centristas, derechistas, socialistas, comunistas y hasta el tonto del pueblo intentaron que los sindicalistas anarquistas siguiesen enterrados bajo tierra y, por si quedaba alguna posibilidad, los cuatro gatos que intentaron el revival se pelearon entre ellos, los servicios de inteligencia y la policía se infiltraron en la organización, hubo algunos muertos cenetistas estratégicamente empaquetados y de la CNT no quedó ni la raspa. Hoy malvive en el recuerdo y la añoranza, en plan abuelo cebolleta.

Mas como don Zapatero está por la labor de desenterrar a todos los muertos del pasado, (excepto al Cid Campeador, que era muy facha), los chicos de la CNT -al socaire del regalito ofrecido a la UGT- han salido a la palestra para decir que ellos tenían tantos o más bienes que el sindicato socialista (perdón, psocialista). Pero claro, no les van a dar ni una patada en culo. O a lo sumo, un par de milloncejos de euros para que se los gasten en vinos en una noche de farra y cachondeo. Si Durruti levantara la cabeza no dejaba vivo a nadie de esta historia.

Así que en este mundo de la igualdad y la solidaridad tan entusiásticamente proclamado por las huestes “socialistas” que nos gobiernan en este momento histórico e histérico, gracias al donativo de los 151 millones de machacantes, tenemos un sindicato rico y el resto, a pedir a la puerta de las iglesias. Menos mal que el nuevo rico resulta que ¡oh, casualidad! debe un crédito de 150 millones al Instituto de Crédito Oficial para pagar y hacer frente a aquella estafa de las viviendas que volaron pero que la UGT, a través de sociedades intermedias, iba a construir. Crédito que le está siendo renovado constantemente pues en las arcas ugetistas no hay un puto duro ya que los trabajadores afiliados son cuatro gatos y encima no pagan la cuota del mes. Así que, quien paga ahora es el Jefe, el gran Zapatero. Tomad y comed de estos 151 millones, el ICO os perdonará una parte del crédito -no vais a ser menos que mi ahijado Montilla-, abonáis el resto y lo que sobre lo dedicáis a propaganda y propaganda para que los próximos vencedores de la Champion sindical seáis vosotros, nuestros camaradas del alma, y no esos pelanduscos de CCOO, que en todas las elecciones os dan sopas con ondas porque, para empezar, los trabajadores tontícolas de este país prefieren votar a sindicatos a los que se les vea menos el plumero político-transmisor. No saben lo que se pierden. Y al resto de sindicatillos, que Caldera les mande a casa unas racioncitas de morcilla y calamares -incluida la CNT- y que se las coman bien quietecitos y calladitos, viendo el Plus a ser posible, si es que sus mandamases quieren seguir siendo gente liberada durante mis próximas legislaturas.

En fin, que está visto que hasta en la izquierda hay que tener un buen padrino. En caso contrario te mueres de asco. De asco solidario, quiero decir.

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