viernes, 18 de noviembre de 2005

CIUDADANOS TONTOS, POLÍTICOS LISTÍSIMOS

En política, la primera ley que funciona es la siguiente: a ciudadanos tontos o burros, políticos listísimos y carotas. O sea, lo que tenemos en España desde hace varios siglos, salvo las excepciones que no confirman la regla sino que la evidencian más claramente.


Cortijillo de Catalunya. Haciendo del amor a sí mismos la primera máxima existencial, los políticos catalanes se llevan el dinero de una manera perfectamente organizada y cuantificada: el 3 % de cualquier inversión, obra o andamiaje. Ellos mismos se lo han echado en cara en un calentón y ellos mismos se han replegado sobre sí tras soltar semejante inconveniencia. El último descubrimiento es que al menos dos partidos de matriz local, el PSC y ERC, han sido perdonados en sus créditos por la Caixa, esa organización de beneficiencia (para que luego hablen de la Iglesia), que se dedica a sablear al pobre ciudadano currante con intereses abusivos, hipotecas kilométricas y toda esa parafernalia de usura perfectamente organizada y legal que utilizan las entidades financieras, mientras que por lo bajini y a escondidas, deja pasar los plazos de ejecución de intereses o la devolución de créditos a políticos y partidos en el poder. Mientras que al currante le cobran hasta el aire que respira dentro de las sucursales, a unos cuantos privilegiados les perdona las deudas a cambio de sólo dos ave marías, un par de opas, unas concesiones aquí, unas rebajitas fiscales allá. Unos privilegiados que ¡oh, casualidad! ocupan el poder político y económico: pobrecillos, tan desnudos de vergüenza y de pasta, que hasta las sanguijuelas del sistema (los bancos y cajas) tienen que acudir en su ayuda. ¿Será ésta la famosa “obra social” de que presumen La Caixa y restantes cajitas de ahorros?


Cortijillo de Andalucía. La Junta de Andalucía ha publicado por la interné los distintos bienes y actividades económicas de todo su ejército de altos cargos. ¿Transparencia? -preguntará el incauto. Recochineo -responderá el Puñetas. Porque resulta que el máximo jefe, el señor Chaves, que lleva viviendo de la política casi toda su vida y al que cajas de ahorros amigas le perdonan créditos con una insultante facilidad, declara (merece letras mayúsculas, el amigo) UN PATRIMONIO CONSISTENTE EN 3.887 EUROS EN LA CUENTA CORRIENTE Y UNA CASA HIPOTECADA. Ojo, patrimonio de él y de su santa esposa. Y digo yo: si dice la verdad, sabiendo que cada año se mete de sueldo cerca de los diez kilos, con muchos que lleva en el invento, ¿dónde lo gasta? ¿Lo entrega a los negritos, a las oenegés, a los vecinos, al partido, o se lo gasta todo en bienes comestibles y bebibles? Y si miente, entonces habría que castigarlo con una patada en el culo, por patrañero y manirroto, aunque ya sabemos que muchos ciudadanos y ciudadanas valoran en mucho que sus gobernantes sean unos derrochadores y embusteros. Por no tener, el bueno de Chaves no tiene ni coche ni una mísera acción o valor mobiliario. ¡Pronto, hagamos una colecta para que el susodicho tenga una vejez sin apreturas económicas! Si es que algunos se tenían que haber dedicado, ¿verdad, don Manué?, a poner ladrillos o a reparar grifos, o a sembrar patatas. Lo hubieran hecho mejor de lo que lo hacen en los ministerios y consejerías, todos estaríamos más contentos y ellos ahora dispondrían de una fortunita la mar de apañada. Porque es que el resto de los altos cargos se encuentran financieramente algo mejor que el gran jefe, pero tampoco tienen una economía como para permitirse muchos lujos y langostinos. Pobrecillos, pero qué mentirosillos son. ¡Iros pa las Catalunyas a hacer negocios más fructíferos con la Caixa!


Los tontos, a pagar y a callar. Pues eso, a cerrar la boca y dar las gracias. Por ejemplo, los 92 propietarios de la calle Juan Ortega de Puerto de la Torre (Málaga) a los que el Ayuntamiento les ha expropiado una parte de su suelo (incluido garaje, en algunos casos) para unas obras de ampliación de una calle cercana. Naturalmente que van a ser recompensados, pero por una cantidad tan ridícula que tras abonar el coste de los trámites y burocracias para poder recibirla, acabarán perdiendo dinero. A unos les costará la broma 60 euros (y el suelo expropiado). Los más favorecidos sólo saldrán perdiendo 15 euros y el suelo. Es cojonudo, ¿no? Te quitan parte de tu propiedad y encima tienes que poner dinero. Eso sí, el alcalde de Málaga y toda la corporación municipal cobra a fin de mes su buena morterá de euros por hacer la vida más grata y fácil a los ciudadanos a sus órdenes. Burros, si es que somos unos burros.


Y colorín, colorao... ¡NO PASA NÁ! El burro a comer cebada y el amo a darse el atracón de migas. El gobernante a seguir presumiendo de demócrata, honradez y sabiduría. El ciudadanín del carajo a seguir aguantando carros y carretas, aunque algunos con muchísimo gustirrinín (hay mucho masoquista por ahí). Y mucho tonto.

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