miércoles, 13 de abril de 2005

LOS INVENTOS DE LA MINISTRA DEL LADRILLO

Hace unos días la señora Trujillo, ministra inquilina del Ministerio de la Vivienda (un ente original del nuevo gobierno socialista, aunque se desconoce para qué sirve) lanzó al firmamento hispano dos grandes propuestas, una destinada a fracasar en cuanto se ponga en marcha y la otra condenada a no nacer dada su inanidad.

Comencemos por el principio, tal y como se inician los cuentos. Érase una vez una ministra encargada (se supone) de poner orden en el caos de la vivienda en España. Las viviendas que se ponen a la venta son carísimas y malas; las que se sacan al alquiler son pocas, también carísimas y malas no, malísimas. Los españolitos que se ven obligados a comprar un cuchitril cochambroso para no dormir a la intemperie se empeñan de por vida gracias a ese cubículo de aire delimitado por cuatro paredes de ladrillos más finos que el papel. Con éste débito hasta que se mueran, se forran a su costa los bancos, los constructores, los ayuntamientos y los políticos de todo pelaje. Nunca tantos chuparon de la misma teta, pero es que el pecado original empieza con que el precio del suelo está por las nubes (obsérvese la paradoja) a pesar de que España es uno de los países europeos con más superficie física y habitable. A partir de ahí todo queda superhinchado, desde el precio del cemento al salario bajo cuerda para el político de turno, pasando por el delinque de numerosos constructores y empresas del sector, que no otra cosa es lo que hacen con sus precios abusivos. ¡Cuánto chupóptero y mangante alrededor del ladrillo!

La vivienda de alquiler prácticamente no existe pues ni los propietarios tienen garantía de cobrar siempre a los inquilinos ni éstos están dispuestos a dejarse chupar la sangre por los propietarios, que ofrecen poco y quieren cobrar mucho, los muy parásitos. Y para rematar la faena los consumidores se encuentran indefensos cuando compran o adquieren una vivienda, como demuestra que el sector inmobiliario sea el que más demandas y protestas provoca en los españolitos cabreados y timados.

Así que algunos ilusos creyeron cuando llegó el PSOE al poder y se creó el flamante ministerio de la vivienda que la cosa iba a cambiar. Habría más viviendas en oferta, bajarían los precios, desaparecería la mordida y la corrupción en torno al ladrillo, se respetarían los derechos de los compradores, arrendatarios e inquilinos.

Tras un añito de estar tirada a la bartola pensando qué hacer, la señora Trujillo se ha descolgado con dos inventos típicos del socialismo mediocre y bananero que nos ha caído en desgracia. La derecha “popular” (?) que malgobernó anteriormente, ennegreció el asunto con la semi-complicidad del resto de las fuerzas políticas. La izquierda nominal que ahora nos desgobierna sigue por el mismo camino.

Se va a crear una agencia del alquiler a nivel estatal que se encargará de poner en el mercado la increíble cifra de mil viviendas el primer año, por las que sus propietarios deberán pagar en forma de comisión o propinilla la nada despreciable cuota del 20 % del alquiler. A cambio la nueva agencia les garantiza que cobrarán íntegras las mensualidades correspondientes. La ministra Trujillo y la cohorte de pelotas que suele acompañar a cualquier alto mandatario, debe ser la única que se cree que con tan genial idea el alquiler va a funcionar en España. No es que vaya de pardilla la pobre, es que tiene pinta de tener menos luces que la calle donde vivo. Y para corroborarlo, varios días después se ha sacado de la manga la propuesta de construir viviendas de protección oficial de sólo ¡25 metros cuadrados! El personal –hasta en su mismo partido- se ha desternillado de la risa, cuando no de indignación. Y la señora dale que te pego, que el invento funciona en otros países y que lo que pasa es que los españolitos son muy jodíos, que no tienen cultura social ni talante democrático para compartir la lavadora y el WC con el vecino.

Total, que al final retira su propuesta antes de que a ella le retiren la poltrona y la manden a recoger uva en la próxima vendimia francesa. Y digo yo que esto pasa porque el Ministerio de la Vivienda se ubica en un gran edificio, amplio, majestuoso y tal. Para evitar nuevos peligros y propuestas insensatas, debería trasladarse doña Trujillo y su cohorte a las chabolas del Pozo del Tío Raimundo. Estoy seguro que desde allí su apostolado sería mejor comprendido y hasta es posible que viéndola predicar con el ejemplo, más de un razonable ciudadano le diera el verigüel en algunas de sus calenturas. Más como no caerá esa breva, sólo queda esperar que un día de éstos la cesen por obtusa y cantamañanas. No resuelve ninguno de los problemas dramáticos ya existentes y encima se dedica a crear otros nuevos. Eramos pocos y parió la abuela Trujillo.

0 comentarios: