martes, 21 de octubre de 2008

UNA DE BANDOLEROS

Si hay algo que cada vez está más claro en esta merienda de negros en que vivimos (los negros, naturalmente, somos los ciudadanos de a pie, la morrallita, señor…) es que nos roban y engañan a manos llenas. Con la anuencia del poder, que para eso colabora todo lo que puede, a modo de vanguardia obrera, empresarial y financiera.

Uno de los robos más clásicos (que como se realizan a la gran mayoría, pasan por naturales y hasta benéficos para la buena marcha económica de la sociedad) es el de las petroleras y gasolineras. No hablamos ya de que han conseguido, sin bajar un duro, que los clientes se arremanguen la camisa y ellos mismos despachen la gasolina, mandando al paro a miles de trabajadores. Es que cada vez que sube el petróleo estos caritativos bandoleros no tardan ni dos minutos en repercutir el precio en los consumidores consumidos, mientras que si se produce un bajón en los precios de origen, se hacen los remolones: es que hay un conjunto de costes que no disminuyen, es que la calculadora está estropeada, es que tenemos un morro que nos lo pisamos… La OCU ha denunciado que “el consumidor apenas paga desde julio un 6% menos por las gasolinas, cuando el precio del crudo ha descendido un 27% en este periodo”. Da igual, la culpa ahora es del dólar que se está revalorizando…

Mientras tanto, el Gobierno mirando para su cuenta corriente, que aumenta cuanto más alta es la factura que pagamos los negritos cuando vamos de visita placentera a la gasolinera. Y mientras “estamos estudiando porqué se retrasan tanto los cambios en el precio final de la gasolina cuando se trata de aplicar las bajadas” (palabritas del niño Jesús en voz de la señora presidenta de la Comisión Nacional de Energía), “es evidente que hay que subir el recibo de la luz” (palabrotas de la misma señora).  Como siempre, las dos varitas de medir o el clásico embudo. “Barremos España para investigar los precios de la gasolina” –sigue explicoteándose la doña, escoba en mano, mientras con la otra usa el aspirador para enchufarlo en nuestros depauperados bolsillos eléctricos.

Francamente: al menos  Luis Candelas o Jose María el Tempranillo se jugaban el pellejo cuando se trataba de robar y esquilmar a los unos para dárselo a los otros, pero los bandoleros modernos aplican los mismos fines sin poner en riesgo careto alguno. Es más, encima protestan porque no pueden sacar más tajada. La Comisión referida antes, uno de los organismos reguladores (ese que barre para casa, claro), tiene un gran problema: “Un problema importante que no podemos resolver nosotros. No podemos competir en sueldos con el sector privado”. Total, para el bien que nos procura a los negritos, mejor sería cerrar el chiringuito y que les den... 

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