miércoles, 30 de abril de 2008

CADA DÍA HAY MÁS MAJARONES - PARA INDEFENSOS, SUS CIUDADANOS DE TIERRA, SEÑOR CONSEJERO...

Desde hace un tiempo a muchos gilipollas les ha dado por hacer carreras automovilísticas imitando a Fernando Alonso. Pero en vez de irse a un circuito se ponen a hacerlas en cualquier avenida o carretera, con el consiguiente riesgo de seguridad para todo el que pase por allí. La experiencia demuestra que estos majarones tienen unos diablos de la guarda muy eficaces porque siempre que hay algún muerto o herido nunca les toca a ellos sino a gente inocente que pasaba despistadamente por allí. Lo último nos viene de Mallorca, donde han sido detenidos 15 subnormales que llevaban participando desde hace un año en carreras ilegales de coches. Hacían apuestas, se grababan y luego los muy hijoputillas colgaban toda su miseria en la interné ésta para que disfrutaran con ella los habituales comedores de mierda, cada vez más abundantes. Ahora la policía los ha trincado con las manos en la masa. Pueden caerles entre dos y cinco años de prisión, pagándoles el rancho durante este tiempo el resto de los españolitos decentes. La cosa, claro, no llegará a tanto porque en este país cada vez más indecente los delincuentes campan a sus anchas, en los ricos palacios y en las bajas aceras. Los padres de estos mamarrachos (tipos entre 19 y 31 años) han respirado aliviados, dando las gracias a la policía por detener a sus hijos, evitando así una futura muerte. En una sociedad cada vez más enferma, que los padres se alegren de que detengan a sus hijos (como mal menor) es una agradable aunque triste noticia, pero así son los tiempos terroríficos en los que nos hundimos cada vez más. Así que hoy haremos pedagogía (más o menos como don Zapatero hace con su feminismo de salón) y escribiremos que el mejor castigo para estos capullos no sería la cárcel durante unos cuantos días. Ni siquiera pagarles un psiquiatra. Lo más pedagógico sería llevarles –junto a sus cuatro latas trucados- a un desguace, sentarlos en unas mullidas butacas y mostrarles cómo en unos minutos sus lindos vehículos se convierten en vulgar chatarra. Tras magnífico acto justiciero, alguien debería decirles: “No lloréis, majaras, porque al menos no ha habido muertos”. Luego se les ofrecería un vaso de tila con melisa (un cubata natural muy relajante) y una carta notificándoles que cada vez que se les pille montados en otro vehículo de su propiedad, la escena del desguace se volverá a repetir. Así que a patita a todos los sitios, o en autobús, como hacen millones de pobres en el mundo. Pobres pero honrados, no como estos tipejos motorizados.

Acabo de leer unas declaraciones del Consejero de Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco. En ellas, demostrando su mala memoria, afirma que está muy preocupado “por la seguridad de los 22 pesqueros vascos que faenan en el Índico”. Retirada la fragata de guerra que el Gobierno de España envió a la zona tras el secuestro del “Playa de Bakio”, el amigo considera que debería seguir por allí protegiendo a los pesqueros. El señor Sáenz de Samaniego no tendría que preocuparse tanto. Estoy convencido que los piratas del Índico son más civilizados que muchos de los kaleborriqueros que pululan por el País Vasco haciendo de las suyas con total impunidad, con nocturnidad y hasta con alevosía. No digo nada si comparamos a los bucaneros africanos con los psicópatas pistoleros etarras. Al menos aquellos se juegan el cobre y la vida asaltando con toda la jeta a un barco, al que en unos días u horas podrá defender una fragata de guerra. Los etarrinos, ni eso. Lo suyo es el chantaje, la traición, el tiro en la nuca o, simplemente, pulsar un botoncito con el que matan a distancia con un bombazo. ¿Y qué hace el Gobierno al que pertenece el fabulista señor Samaniego para impedir que, no 22 barcos pesqueros, sino varios millones de ciudadanos vivan con el miedo en el cuerpo, cuando no aterrorizados, EN SU PROPIO PAÍS? No digamos si extendemos las fronteras geográficas a todo el Estado español. Para desprotegidos e indefensos, señorito mío, los que viven pie a tierra, cerca de su excelencia o eminencia. Sabemos que los pesqueros franceses suelen estar mejor protegidos que los nuestros. Usted mismo quiere mirarse en ellos. Todavía no se ha dado cuenta que Francia es un país serio, donde veleidades como la suya, actitudes como la de su partido y referendums como el que promete su Manitú Ibarrechero serían impensables, inviables y posiblemente hasta perseguidas por la ley. Puestos a cometer ilegalidades nadie impide -ni siquiera el bonachón Zapatero- que don Iba mande un par de barcos de refuerzo al Índico para ayudar en las tareas de vigilancia. Pero si quiere rizar el rizo, seguro que a mucha población vasca y española no le importaría que en ellos se largasen algunos de los indeseables “patriotas” que aterrorizan al país. Sería el momento propicio para que demostraran el valor del que tanto presumen y si son capaces de enfrentarse con los auténticos piratas del Índico en un combate cuerpo a cuerpo. Seguro que, nada más verles el parche en el ojo, dejaban a su suerte a los pesqueros vascos y se largaban echando leches, con el rabo entre las piernas. Ya conocemos el paño…

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