miércoles, 7 de noviembre de 2007

CON PERMISO, MOHAMÉ: ¡VAYA PAR DE MINISTRAS!

HAY QUE PEDIR PERMISO AL MOHAMÉ. Cuando tardas más de treinta años en visitar las ciudades de Ceuta y Melilla, sobre las que se supone que gobiernas, mientras que en ese tiempo ya te han visto hasta en Jabalcuerno del Porrón –donde sólo habita un pastor y sus ocho cabras-, es lógico que el mohamé vecino te quiera clavar un pinchito moruno en el trasero. Máxime cuando a su papaíto, hace ya cincuenta años, se le regaló todo el Sahara con sus habitantes polisarios dentro, para que hiciera con ellos carne de pinchitos. Así que no sé de qué se extrañan nuestros Reyes, políticos y periodistos. Tras más de treinta años haciendo el canelo con Ceuta y Melilla, a quién le va a extrañar que sus habitantes se nos hayan echado a las calles con su banderita roja y gualda a decir que existen, que cualquier día el mohamé les echa las zarpas encima y que no ven que en la península haya nadie que sea capaz de si no de defenderles, al menos de pagarles gratis el viaje del destierro en la Transmediterránea. Yo que ellos, francamente, iría comprando una segunda residencia por otro continente que no fuese África. El divino mojamé anda deshojando la margarita verde y, dados los predecentes saharahuis, el final es bastante predecible.


¡VAYA PAR DE MINISTRAS! Hace unos días se produjo un fallo más en un túnel del AVE Córdoba-Málaga, a la altura del pueblo Valle de Abdalajís. Bah, una cosa sin importancia que tiene fácil arreglo con hormigón y una porrá más de euros. Lo que la prensa nacional apenas ha dicho y viene silenciando sistemáticamente es que desde mediados de 2005 dicho pueblo se ha quedado sin agua desde que le perforaron sus acuíferos con las puñeteras obras del AVE, realizadas por chapuceros de tres al cuarto y ministras que no se enteran. ¡Un pueblo en donde jamás había faltado el agua! Ni la ministra de Fomento (una marimandona a la que se le ve el plumero de la incompetencia al primer traspiés) ni la de Medio Ambiente (una sabidilla que se entera sólo de lo que le da la gana) hicieron nada entonces ni ahora para que el bello pueblo malagueño recupere la normalidad acuífera. Merecerían que las emparedasen unos días en el túnel resquebrajado últimamente a ver si así les da por meditar, perder ínfulas y oropeles y se dan cuenta que antes que los trenecillos están las personas de carne y hueso.

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