domingo, 28 de octubre de 2007

ARDE CALIFORNIA, PERO NO PASA NADA...


Cada vez que se produce un gran incendio, sea en España, Australia, Portugal, Grecia, Estados Unidos o las Chimbambas, se me llevan los demonios del cabreo que agarro. No lo puedo remediar. Por los mamones que seguramente lo han provocado y que habitualmente escapan a la acción de la justicia, si es que logra detenérseles. Por el tremendo drama que provoca en los seres humanos afectados, que pierden sus vivencias, su historia, sus recuerdos, cuando no la misma vida. Por un paisaje animado e inanimado que nunca volverÔ a ser igual. Pero, sobre todo, por la completa impotencia que se demuestra a la hora de acabar con el fuego.


En su ignorancia mĆ”s supina, el PuƱetas es de los que creen que no hacemos lo suficiente para evitar ciertas desgracias, mientras que hacemos demasiado para conseguir otras. O para alcanzar metas que maldita la falta que hacen. AsĆ­ que el muĆ” no logra entender cómo a estas alturas de la pelĆ­cula todavĆ­a seguimos apagando devastadores incendios usando cubos de agua, camiones cisterna o –si hay suerte- unas pocas avionetas. Ni logra comprender cómo el desastre en ciernes depende casi en exclusiva de la fuerza del viento, de la sequedad del terreno, de la implorada lluvia o de las manos de unos pocos pero valientes bomberos y voluntarios.


Cuando hemos sido capaces de colocar un hombre en la Luna hace ya cuarenta años y pronto queremos hacerlo en Marte. Cuando en cuestión de horas algunos países son capaces de desplegar un poderoso ejército dotado de miles de hombres y miles de pesados objetos de guerra. Cuando se han inventado artilugios mil que nos hacen la vida mÔs cómoda y mÔgica. Cuando hay dinero para tantas y tantas cosas, sorprende que en materia de incendios sigamos siendo ran rÔcanos, tan catetos, tan pobretones. Por lo que se ve es mÔs fÔcil fabricar una bomba atómica que una bomba capaz de apagar un incendio. Un suponé.


Si no hubiese detrÔs el tremendo negocio que hay ante la desolación y la tragedia que origina un vandÔlico fuego, uno hasta pensaría que esta ineficacia en prevenirlo o en vencerlo, es simplemente un síntoma mÔs de la estupidez del humanoide. Pero ademÔs de ello, se ve que ese negocio post incendio es muy poderoso, que mueve infinidad de recursos y de medios materiales y que de todo eso vive mucha, mucha gente, aunque sea a costa de la naturaleza y de los pobres desgraciados que han perdido casi todo.


Arden 200.000 hectÔreas en California, evacuan miles de hogares y casi un millón de personas. Se tienen miles de millones de dólares en pérdidas. Mueren casi una decena de personas y resultan heridas miles. Y hasta el próximo gran incendio. Nadie investigarÔ nuevas estrategias de apagado de un fuego. Nadie se encargarÔ de prevenir limpiando los montes o usando mil estrategias. Sólo sabemos que el gran negocio de la reconstrucción (aunque haya cosas que jamÔs podrÔn volver a ser como eran) debe de mover mÔs ganancias que las pérdidas por el fuego. Sólo así se entiende que sigamos igual que siempre, apagando llamas a manotazo limpio, cuando hemos sido capaces de inventarnos los medios mÔs sofisticados para dominar, amaestrar y hasta amedrentar a la naturaleza y al mismísimo género humano. Tan listos para unas cosas y qué torpes (aunque se entiende muy bien) para otras.


== VIDEOTECA ==

INCENDIO EN 40 SEGUNDOS.

VANGELIS: "CARROS DE FUEGO".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y habla Ud..amigo mío, de un país (USA) en donde las cosas funcionan razonablemente en esta materia, en donde los mandatarios se personan "echando leches" en el lugar del suceso, en donde se establece una logística aceptable para tal volumen de personal afectado, en donde cuadrillas de penados (en la cÔrcel también se gana el sustento) limpian bosques, en donde clima, mapa forestal, distribución de la población (como en California) forman una mezcla explosiva tanto en riesgos de incendios como en riesgos sismológicos y asociados, etc. y en donde -finalmente- se investiga permanentemente en base empírica técnica y delictiva desde hace muchos años con buenos resultados.

Veamos nuestro ombligo (Hispania) y hÔgase un ejercicio de comparación objetiva extrayendo conclusiones...

Y le habla de esto quien durante años ha tenido la ocasión de ser nexo tantas veces entre instituciones (poderes públicos)y sociedad (producción industrial) en lo referente a prevención, intervención y anÔlisis de sucesos ligados con incendios forestales y de flora arbustiva.

Aquí existen tropecientos grupos de trabajo, planes de acción, gabinetes de estudio, etc. entre cuyos objetivos se encuentra un buen almuerzo de trabajo en el mejor restaurante de la localidad a precios "michelin".

Estos colectivos institucionales se componen -en general- de cualificados tƩcnicos desmotivados y aburridos de ser dirigidos por diletantes polƭticos digitales.

En el Ć­nterin, a vivir que son dos dias.

Aquƭ -como tantas cosas- el humo se produce... y tambiƩn se vende.

Vielen Dank, die Politiken

Anónimo dijo...

Hay que ponerle un marco a ese retrato que acabas de hacer sobre el proceder en este tema en Hispania: "Aquí existen tropecientos grupos de trabajo, planes de acción, gabinetes de estudio, etc entre cuyos objetivos se encuentra un buen almuerzo de trabajo en el mejor restaurante de la localidad a precios michelín".

Tras la jornada laboral, al mediodía, todos los días paso cerca de uno de los restaurantes mÔs famosos y nutridos de MÔlaga. Cerca estÔ la Diputación provincial y, ya puedes suponer, todos los días decenas de alcaldes, personajes de la Junta, gente de partido, etc acuden allí a pedir algo, a cobrar o simplemente a pasearse para justificar el sueldo.

Ni qué decir tiene que el sitio de reunión preferente y favorito es el famoso restaurante, que siempre estÔ hasta los topes, lleno de gente de traje y corbata, que no comen por menos de 70 euros. Un pescado y marisco que sale de nuestros flacos bolsillos. Y, como dices bien, a vivir que son dos días.