
Cada vez que se produce un gran incendio, sea en España, Australia, Portugal, Grecia, Estados Unidos o las Chimbambas, se me llevan los demonios del cabreo que agarro. No lo puedo remediar. Por los mamones que seguramente lo han provocado y que habitualmente escapan a la acción de la justicia, si es que logra detenérseles. Por el tremendo drama que provoca en los seres humanos afectados, que pierden sus vivencias, su historia, sus recuerdos, cuando no la misma vida. Por un paisaje animado e inanimado que nunca volverÔ a ser igual. Pero, sobre todo, por la completa impotencia que se demuestra a la hora de acabar con el fuego.
En su ignorancia mĆ”s supina, el PuƱetas es de los que creen que no hacemos lo suficiente para evitar ciertas desgracias, mientras que hacemos demasiado para conseguir otras. O para alcanzar metas que maldita la falta que hacen. AsĆ que el muĆ” no logra entender cómo a estas alturas de la pelĆcula todavĆa seguimos apagando devastadores incendios usando cubos de agua, camiones cisterna o –si hay suerte- unas pocas avionetas. Ni logra comprender cómo el desastre en ciernes depende casi en exclusiva de la fuerza del viento, de la sequedad del terreno, de la implorada lluvia o de las manos de unos pocos pero valientes bomberos y voluntarios.
Cuando hemos sido capaces de colocar un hombre en la Luna hace ya cuarenta aƱos y pronto queremos hacerlo en Marte. Cuando en cuestión de horas algunos paĆses son capaces de desplegar un poderoso ejĆ©rcito dotado de miles de hombres y miles de pesados objetos de guerra. Cuando se han inventado artilugios mil que nos hacen la vida mĆ”s cómoda y mĆ”gica. Cuando hay dinero para tantas y tantas cosas, sorprende que en materia de incendios sigamos siendo ran rĆ”canos, tan catetos, tan pobretones. Por lo que se ve es mĆ”s fĆ”cil fabricar una bomba atómica que una bomba capaz de apagar un incendio. Un suponĆ©.
Si no hubiese detrĆ”s el tremendo negocio que hay ante la desolación y la tragedia que origina un vandĆ”lico fuego, uno hasta pensarĆa que esta ineficacia en prevenirlo o en vencerlo, es simplemente un sĆntoma mĆ”s de la estupidez del humanoide. Pero ademĆ”s de ello, se ve que ese negocio post incendio es muy poderoso, que mueve infinidad de recursos y de medios materiales y que de todo eso vive mucha, mucha gente, aunque sea a costa de la naturaleza y de los pobres desgraciados que han perdido casi todo.
Arden 200.000 hectĆ”reas en California, evacuan miles de hogares y casi un millón de personas. Se tienen miles de millones de dólares en pĆ©rdidas. Mueren casi una decena de personas y resultan heridas miles. Y hasta el próximo gran incendio. Nadie investigarĆ” nuevas estrategias de apagado de un fuego. Nadie se encargarĆ” de prevenir limpiando los montes o usando mil estrategias. Sólo sabemos que el gran negocio de la reconstrucción (aunque haya cosas que jamĆ”s podrĆ”n volver a ser como eran) debe de mover mĆ”s ganancias que las pĆ©rdidas por el fuego. Sólo asĆ se entiende que sigamos igual que siempre, apagando llamas a manotazo limpio, cuando hemos sido capaces de inventarnos los medios mĆ”s sofisticados para dominar, amaestrar y hasta amedrentar a la naturaleza y al mismĆsimo gĆ©nero humano. Tan listos para unas cosas y quĆ© torpes (aunque se entiende muy bien) para otras.
== VIDEOTECA ==
VANGELIS: "CARROS DE FUEGO".
2 comentarios:
Y habla Ud..amigo mĆo, de un paĆs (USA) en donde las cosas funcionan razonablemente en esta materia, en donde los mandatarios se personan "echando leches" en el lugar del suceso, en donde se establece una logĆstica aceptable para tal volumen de personal afectado, en donde cuadrillas de penados (en la cĆ”rcel tambiĆ©n se gana el sustento) limpian bosques, en donde clima, mapa forestal, distribución de la población (como en California) forman una mezcla explosiva tanto en riesgos de incendios como en riesgos sismológicos y asociados, etc. y en donde -finalmente- se investiga permanentemente en base empĆrica tĆ©cnica y delictiva desde hace muchos aƱos con buenos resultados.
Veamos nuestro ombligo (Hispania) y hÔgase un ejercicio de comparación objetiva extrayendo conclusiones...
Y le habla de esto quien durante años ha tenido la ocasión de ser nexo tantas veces entre instituciones (poderes públicos)y sociedad (producción industrial) en lo referente a prevención, intervención y anÔlisis de sucesos ligados con incendios forestales y de flora arbustiva.
Aquà existen tropecientos grupos de trabajo, planes de acción, gabinetes de estudio, etc. entre cuyos objetivos se encuentra un buen almuerzo de trabajo en el mejor restaurante de la localidad a precios "michelin".
Estos colectivos institucionales se componen -en general- de cualificados tĆ©cnicos desmotivados y aburridos de ser dirigidos por diletantes polĆticos digitales.
En el Ćnterin, a vivir que son dos dias.
Aquà -como tantas cosas- el humo se produce... y también se vende.
Vielen Dank, die Politiken
Hay que ponerle un marco a ese retrato que acabas de hacer sobre el proceder en este tema en Hispania: "AquĆ existen tropecientos grupos de trabajo, planes de acción, gabinetes de estudio, etc entre cuyos objetivos se encuentra un buen almuerzo de trabajo en el mejor restaurante de la localidad a precios michelĆn".
Tras la jornada laboral, al mediodĆa, todos los dĆas paso cerca de uno de los restaurantes mĆ”s famosos y nutridos de MĆ”laga. Cerca estĆ” la Diputación provincial y, ya puedes suponer, todos los dĆas decenas de alcaldes, personajes de la Junta, gente de partido, etc acuden allĆ a pedir algo, a cobrar o simplemente a pasearse para justificar el sueldo.
Ni quĆ© decir tiene que el sitio de reunión preferente y favorito es el famoso restaurante, que siempre estĆ” hasta los topes, lleno de gente de traje y corbata, que no comen por menos de 70 euros. Un pescado y marisco que sale de nuestros flacos bolsillos. Y, como dices bien, a vivir que son dos dĆas.
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