martes, 9 de octubre de 2007

PEQUEÑA REFLEXIÓN SOBRE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN


Leía el otro día en una mis bitácoras favoritas, Lo que hay que oír, la siguiente reflexión de su autor, al hilo del follón que algunos vienen montando en torno a la quema de fotos y tal del rey Juan Carlos: “Tengo que reconocer que soy republicano por una cuestión de principios. De unos principios tan elementales como que en un estado democrático de derecho no me cabe en la cabeza que a la jefatura del estado se acceda por derechos de sangre. Ni que un cargo pueda ser vitalicio. Ni tantas otras cosas.”


Argumentaba el Puñetas, al respecto: “En efecto, si usáramos principios racionales, nadie sería monárquico, nadie sería creyente, nadie se gastaría una pasta gansa domingo tras domingo en el fútbol y, posiblemente, nadie perdería la chaveta por una señora o un señor. Pero de animales racionales tenemos más bien lo primero y prácticamente nada de lo segundo”.


Y seguía enrollándome con la siguiente reflexión: “En mis años mozos, cuando el franquismo agonizaba, escuchaba la frase famosa de eres más tonto que un obrero de derechas". Recordaba cómo –en aquellos convulsos tiempos- el imberbe del Puñetas miraba a los países democráticos europeos, donde en muchos de ellos gobernaba la derecha política y se preguntaba ingenuamente si es que en esos países los obreros eran idiotas perdidos. Años más tarde, viendo gobernar al PSOE, con sus tomaduras de pelo y sus corrupciones, comprendí que los obreros y clase trabajadora son más inteligentes de lo que sus teóricos defensores políticos consideran.


Por todo ello el menda jamás se ha creído ni cree los estereotipos al uso, sean históricos o actuales. (Causa vergüenza ajena ese vídeo que las Juventudes Psocialistas han sacado mofándose de los que están en contra de la asignatura Educación para la Ciudadanía, tan chabacano y alejado de la realidad. ¡Estos jóvenes son más viejos que Carracuca!). Los argumentos racionales y teóricos quedan siempre muy monos, pero si no vienen acompañados de la correspondiente racionalidad práctica en el día a día, se quedan simplemente en fantasmadas cantamañaneras. Más que por sus teorías y palabritas, al personal hay que juzgarlo por lo que hace y por cómo se comporta, es decir, por el principio de la realidad más cruda y no por el de la racionalidad teórica que, frecuentemente, suele quedar muy bien en las tertulias, charlitas de café y pantallitas telecaquiles.


¡Claro que es preferible una república a una monarquía!, pero el Puñetas siempre preferirá la monarquía sueca o noruega a una república al estilo venezolano. Y viceversa, una república francesa a una monarquía saudita. O la monarquía de Juan Carlos a la república paleta y retrógrada de Carod y su ERC. Y es que los argumentos de sofá y biblioteca están muy bien, pero luego hay que bajar a la calle, donde suele hacer frío, calor o cae una manta de agua que no veas. Entonces a lo mejor –o peor- tenemos que optar por cosas que en el refugio exclusivo de las ideas de papel valorábamos muy poco o que habíamos despreciado o minusvalorado. Por eso el muá no dirá nunca “de este agua no beberé” o “estos son siempre los buenos de la película y aquellos los malos” o “yo siempre voto a los mismos, los míos…”.


Hay algunos a los que -como a los burros-, les han puesto unas orejeras y los tíos van por la vida creyéndose la mar de clarividentes, de listos y encima… libres como el viento. Sí, sí…. Los mismos que, cuando llega el momento de desdecirse de sus “principios” o de hacer lo contrario de lo que tan enfáticamente proclamaban antes, tienen el morro y la desfachatez de decir que ellos no han cambiado, si no las circunstancias o los demás. Valientes cantamañanas…

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Citas sobre la política. Variedad y entretenimiento.


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¿CUERVO INGENUO, SÍ O NO?

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