martes, 6 de febrero de 2007

TODO QUEDA EN CASA

Poner al zorro a cuidar las gallinas es la mejor manera de asegurarse de que el gallinero acabará hecho unos zorros. Jon Saura, es el actual consejero de Interior de Cataluña. Algo así como el guardia de la porra encargado del control y la seguridad de los ciudadanos. ¿Y qué mejor que proteger al personal defendiendo la legalización de “todas las drogas”? Hombre, que eso lo diga cualquier ciudadano del montón o un intelectual que las usa cotidianamente, tiene un pase. Pero que el jefe de la policía, cuyos subordinados se juegan la vida por vigilar e impedir la proliferación y el tráfico drogata, afirme eso en la televisión catalana y más chulo que un ocho, es de un mal gusto atroz. "Legalizar no quiere decir estar a favor de que la gente consuma drogas, sino que comporta un conjunto de medidas para tratar de acabar con el narcotráfico y las enfermedades, por lo que estoy a favor de un proceso de legalización de las drogas, que no quiere decir para su estímulo, ya que las drogas no se deben tomar", ha afirmado Saura. Pues nada, que empiece legalizando las drogas en Cataluña como experiencia piloto y luego nos cuenta los resultados. De paso autoriza también la ocupación de viviendas para que su mujer, tercera teniente de alcalde de Barcelona, pueda presumir de trabajar por el bien de la ciudad y de resolver otra lacra social que, seguro, seguro, con la legalización impedirá los abusivos precios de las viviendas, los miles de pisos vacíos y la corrupción urbanística. Doña Imma Mayol, que así se llama su dona, se define “inconformista, de izquierdas, ecologista y feminista”, renegando de ser una “antisistema” como manifestó hace poco. “Lo dije un poco en caliente”. Cuida, querida, esa temperatura cerebral no vaya a ser que la fiebre te provoque malas pasadas.




Todo queda en casa. Un matrimonio de los más poderosos del país catalán y español, y con tareas de alta responsabilidad política y ciudadana, van por la vida con una alegría, un inconformismo y unas ganas de juerga que, oiga, dan pura envidia. Con lo que ganan, el poder que tienen y los guardaespaldas que les protegen pueden presumir de lo que quieran. Unos benditos del sistema que chupan a tope del sistema hasta el punto de poder permitirse el lujo de mofarse del mismo y encima quedar como unos benditos. Mi señora y yo quisiéramos de mayores ser como el dúo Saura-Mayol. En su pellejo, yo no sólo sería izquierdista si no revolucionario. Ya puestos a echarle morro al asunto…

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