viernes, 10 de noviembre de 2006

¿JAMÓN? ¡Y UN JAMÓN!


Dicen los que se las dan de sabios, que los EEUU (traducir por ¡Ehhhh! ¡Uhhhhhh!) es un país la mar de liberal y acogedor donde hay libre mercado, libre empresa, despido libre, etc. Un paraíso, siempre que tengas una renta per cápita lo suficientemente abultada para que puedas permitirte tantas libertades. Sin ser el Puñetas un antinorteamericano entusiasta, tampoco es un besuqueador del imperio actual. Como todo quisque y tugurio, tiene sus cosas buenas y malas, según lo que nos cuentan y vemos con nuestras propias gafas o antenas.


Ahora bien, lo que me resulta contradictorio con tanta libertad pregonada (ya será menos) es que por Central Park y aledaños, esté censurado el jamón del bueno, que no puede ser sino el español y, por más señas, el ibérico. Y esto me preocupa mucho, porque si por las Hispanias el personal se traga todas las cerdadas (políticas, económicas, musicales y cinéfilas que vienen de los USA), no sé porqué razón las nuestras (me refiero a las únicas que merece la pena exportar, de la mano del cochino) van a estar prohibidas o maniatadas en la frontera norteamericana.


Resulta que hasta el 2008, y si es que llega, nuestros jamones netamente de bellota no podrán desembarcar en el mercado de acullá. Creo que por 1996, nuestro norte-americanizado Antonio Banderas empezó a promocionar el jamón ibérico por el Puente de San Francisco y las escaleras del Capitolio, pagando los andalucitos la millonaria campaña publicitaria ideada por el camarada Chaves, experto en estas lides del derroche y la propaganda. Mira que ha llovido desde entonces, pero los cuartos traseros de nuestro cerdito bellotero todavía no pueden ser exportados al país de Forres Gump. Perdón , quise decir, George Bush. (Mi inglés es pésimo).


¿Es considerado un terrorista el cerdo hispánico de cuatro patas? ¿Pero no habíamos quedado que sólo lo era el de dos patas etarras? ¿Nos tiene boicoteados la administración yanqui? Pues algo habrá cuando sólo permiten, y con cuentagotas, el jamón serrano y algunos derivados ibéricos, como el lomo. ¿Pueden exigir las autoridades de aquel país que nuestro racial jamón esté limpio sanitariamente como los chorros del oro, cuando son capaces de autorizar las hamburguesas más mugrientas del mundo, aderezadas con las salsas más vitriólicas? ¿Es racista el gobierno americano con nuestro querido cerdito ibérico? ¿Temen un éxito de ventas superior a los discos de Madonna y que los dólares vuelen como divisas a la desconocida Spain? ¿O, en realidad, aquello es un mercado cautivo sin la más mínima reciprocidad con quienes le compran hasta sus detritus, mientras los USA vetan lo que les sale de la censura?


Las empresas hispanas del sector afirman que lo que pasa es que las autoridades sanitarias yanquis son muy exigentes: quieren cinco veterinarios distintos para controlar las fases del producto; pretenden disponer de laboratorio propio en los mataderos y hasta tener forrados los tornillos de las paredes en las fábricas y secaderos. Y claro, así no hay manera de colar un ni un pelo de la colilla del marrano ibérico. No se sabe si todas estas exigencias es porque los tíos son muy limpios (nadie lo diría viendo las cochinadas que hacen por esos mundos de Alá), exigen a los demás lo que ellos no dan, ponen trabas burocráticas que impiden que sean recíprocas cuando se trata de vender ellos, no les gusta el jamón (pues que lo digan, leñe) o es que temen realmente que a través del pernil, en colaboración con Julio Iglesias, el citado Banderas, Almodóvar y Gasol, los españolitos de mierda inicien la colonización de los USA, para rematar la faena iniciada allá por 1492.


Disquisiciones aparte, la realidad que no quieren reconocer es que en cuestión de jamones de bellota, el imperio somos nosotros, los enanos españolitos incapaces de proclamarse como tales salvo cuando juega la selección de furbo. Y, claro, temen que por ahí empiece su previsible decadencia. Y es que los tíos harán el tonto muchas veces, pero de gilipollas no tienen un pelo. La prueba es que un abogado neoyorquino ya se ha puesto en cola para comprar el primer jamón bellotero que entre en los USA allá por el 2008, si es que no hay nuevas exigencias pseudo burrocráticas. Se lo ha vendido Embutidos Fermín y le ha costado 20.600 euros. La pieza fue comprada el pasado 12 de octubre en una subasta.


Aunque, pensándolo bien, ¿no sería mejor que el partido demócrata y el republicano sigan haciendo el boicot al jamoncito nuestro? Lo digo porque son capaces de comprar a precio de oro toda nuestra producción y a ver qué demonios íbamos a comer los Puñetas de turno, con lo rico que está, el colesterol bueno que produce y lo socorrido que es para una cocina con prisas como la que disfrutamos hoy día: tres finas lonchas, un pitufo de pan algo calentito, un chorreón de aceite virgen de oliva y a comer como un señor. Si quieren jamón, oye, que se coman el de York. O dicho en román paladino, para que lo entiendan: ¿Jamón? ¡Y un jamón!

1 comentarios:

Jc dijo...

Es probable que, visto lo que le sucedió a su amigo Jose Mari el del bigote, que después de meternos en la guerra de Irak en contra de la mayoría de los ciudadanos, se fue a la puñetera calle (leáse oposición), Jorgito Bush tema que le pase lo mismo.

Pensará que el jamón nos vuelve más inteligentes y dudo que a él eso le interese.