martes, 3 de octubre de 2006

ALGO HUELE A PODRIDO EN EL 11-M


Tras los atentados del 11-M-04 y los primeros momentos en que todo el mundo (hasta Batasuna) miraba cara a cara a los etarras para decirles “esta vez os habéis pasado tres pueblos”, algunos empezaron a deslizar la idea de que el asunto podía ser una represalia por el apoyo del bigotudo Aznar a la guerra de Irak. Pronto se vio clara la estrategia, a falta de varios días para las elecciones generales: los chicos del gobierno, con ETA, y los camaradas de la oposición con la tesis islámica, sabedores de que esta facilitaría una victoria electoral, impensable antes del 11-M. La aparición oportuna de una furgoneta con una casete con versitos coránicos abrió la espita del gas. Y desde entonces seguimos igual.


Escribía por aquellos días el Puñetas, en una bitácora precursora de la actual: Todos perdieron el culo por saber qué canallas eran los que estaban detrás de la masacre. ¡Queremos saber la verdad! Sí, mamones míos… Unos para incrementar sus réditos electorales, ya de por sí engordados por un abuso torticero y partidista de los éxitos tenidos contra la banda terrorista de la boina. Los otros para aprovechar la desgracia y sacar tajada carroñera. En las desgracias es facilísimo. Bastó que alguien contara lo de una furgoneta y una cinta de Operación Triunfo en versión arábiga para que el garbanzo empezara a torrarse. Y como había mucha gente con ánimo de zurrarle la badana a un tal Aznar por miles de razones que no vienen al caso, los ánimos ya estaban calentados y no hizo falta mucha mecha: asaltos a las sedes del PP, gritos de fascistas y mentirosos…. Si en vez de ser las elecciones tres días después de la masacre, llegan a ser una semana más tarde, aquí se lía una guerra civil. Un espectáculo muy edificante y propio de este país cainita donde los que se dicen de izquierdas se consideran los reyes del mambo y los que no se dicen de derechas aún tienen otros veinticinco años por delante para quitarse el pelo de la dehesa”. Las elecciones, como ya se sabe, las ganaron los reyes del mambo.


Han pasado unos añitos. Hubo una comisión de investigación en el Parlamento que, como todas las habidas hasta ahora en cualquier tema, sólo sirvió para que el coro gallináceo de los políticos se desplumara mutuamente. A estos desgraciaos jamás les interesa la verdad, salvo que les beneficie. Empezó una profusa investigación judicial que dio miles de folios donde hay cosas ciertas, renglones torcidos, se han ocultado otros y hasta abundan los borrones de tinta y de tipex. Cosa normal cuando la justicia se politiza y de esto sabemos en España demasiado pues es un cáncer que viene de muy lejos. Así que en el momento en que unos cuantos lanzados (sobre todo el diario EL MUNDO) comenzaron a investigar un poquito, hicieron acto de presencia numerosas contradicciones sobre las tesis oficiales del gobierno y de la facción justiciera que ahora corta el bacalao. Y no sólo contradicciones: pruebas falsas, omitidas o no admitidas. Que si la furgoneta fue colocada por los servicios secretos. Que si la mayoría de los imputados y confidentes estaban vigilados por la Policía. Que si no se sabe todavía qué explosivo se utilizó y no se podrá saber nunca porque se han destruido pruebas. Que si se han falsificado documentos policiales en que unos peritos sugerían una posible conexión con métodos de ETA...


Tropezamos, pues, con lo innombrable: ETA. Para el Gobierno y quienes les apoyan, la cosa está tan clara como desde el segundo día de los atentados: fueron los moritos del Islam. Los del PP se agarran como un clavo ardiendo a su tesis del primer día: la banda vasca participó de manera directa o indirecta en la masacre. ¿Quién tiene razón? Ninguno, porque no les interesa la verdad del asunto, si no mostrar a la opinión pública que ellos están en lo cierto, aunque sea mentira. Lo que sí sabemos los que no jugamos en ninguno de los dos bandos de falsarios , es que el Gobierno y sus afines mienten, obstaculizan e impiden que haya más luz en el caso y que los peperos se agarran a un clavo ardiendo para sostener sus tesis, aunque sea a costa de retorcer el pescuezo a pruebas concluyentes. En todo caso, algo huele a podrido en este asunto y confío que EL MUNDO, al igual que hizo hace años con los casos GAL, Filesa, Roldán, Guerra y otros, se acerque un poco a la realidad de los hechos. La historia se está repitiendo milimétricamente a entonces. Incluso los personajes principales son los mismos. El caso último de los peritos, metiéndose de rondón el politizado e imprevisible juez Garzón, muestra a las claras que la madeja está empezando a desenredarse y a ciertos sectores no les gusta nada el asunto. Aquí hay gato encerrado… y si no, al tiempo…

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