martes, 30 de mayo de 2006

HACIENDA SOMOS LOS MISMOS TONTOS DE SIEMPRE


Llevo varios años metido en esto de las bitácoras y hasta hoy no le había hincado el diente a la cosa de la contribución a Hacienda. Algo inexplicable por cuanto a pesar de que el Puñetas ve imprescindible la contribución generalizada al erario público para sufragar los principales gastos que nos afectan a todos, la desvirtuación de este objetivo por parte de los gobiernos sucesivos y los escándalos frecuentes de tipo financiero ya debían de haberle incubado alguna parida grillesca más o menos iracunda. Porque es para ponerse de uñas, leñe.


Pasan los años y por más cuentos que nos larga el gobiernillo de turno, los sufridos ciudadanos seguimos siendo tratados como el betún: con nosotros se restriegan los zapatos los más sabios y poderosos del país. Da vergüenza ajena (dicho finamente, claro) que gentuza que preside bancos, grandes corporaciones industriales o comerciales, y políticos que gastan de su bolsillo menos que un sordo en cedés, paguen menos al fisco que cualquier currante de tres al cuarto. Que si desgravaciones, que si compensaciones, que si bonificaciones… Decenas de economistas y paniaguados trabajan durante todo el año para dejarles la declaración fiscal como una patena de limpia. Luego están ese montón de profesiones liberales, de comerciantes poco escrupulosos, de expertos en el mamoneo que declaran lo que les sale del cuerpo: lo mínimo para no causar sospechas. Médicos privados que nunca emiten facturas y que afirman tener menos pacientes que enfermeras a su cargo. Fontaneros y electricistas chapuceros que te joden el calentador más de lo que ya estaba o te funden toda la instalación, pero de cuyas hazañas no queda constancia ni en los juzgados de guardia, ni en la asociación de consumidores ni en Hacienda. Tenderos, mecánicos, farmacéuticos… a los que sacarles una factura es más difícil que conseguir el primer premio de la lotería.


Eso sí, si formas parte de la morrallita, señor, esa gente que se gana la vida a través de una nómina mensual más o menos legal, entonces estarás controladísimo por Hacienda. Tanto que, desde hace unos años, se permite el lujo de enviarte un borrador a casa diciéndote lo que tú todavía no sabes: cuánto has ganado, qué descuentos te han hecho, qué dinero te ha sisado el banco, lo que te costó la contribución del tugurio en que malvives, etc. Controlado hasta los tuétanos… para pagar. Ni los chorizos y delincuentes más habituales están tan supervigilados y controlados como el ciudadano medio de cara a Hacienda. Y es que la pasta fácil es lo primero y para qué vamos a emplear recursos y medios desaforados intentando averiguar los enormes pufos y mentiras que gente importante nos hace, si con lo que le sacamos a los curritos de la clase media y obrera ya tenemos bastante para el negociejo.


Da igual que gobiernen los que ocultan que son de derechas como los que presumen de ser de izquierdas, cuando en realidad son unos vivales cantamañanas. En lo único que coinciden es en sacarles los cuartos a los de siempre. Así que pasan los años y sólo algún buen día se dan cuentan que los directivos de una tal Afinsa están haciendo prácticas económicas fraudulentas o que los sucesivos dirigentes de Marbella se están poniendo las botas y el chalé con la política urbanística. El único pelotazo que controla férreamente nuestra Hacienda (de ellos) es el que se garantiza todos los años con la cosa de la Renta aplicada a quienes no tienen ninguna posibilidad de triquiñuela y corrupción alguna: los que chupan de nómina. Si al menos se gastasen todo este parné en cosas útiles…, pero todavía está por nacer el alcalde que se dedique a iluminar toda la ciudad en vez de tirar el dinero en la construcción de un faraónico Palacio de Congresos y Ferias al que no acudirán ni las ovejas del lugar. Todavía está en el limbo el presidente gubernamental que se gaste el dinero de los “nominados” (los elegidos para pagar) en mejorar sustancialmente los presupuestos de educación, sanidad y seguridad. El gran pastel público se suele repartir privadamente en forma de subvenciones, ayudas, jamalajás y jamalajús, entre una patulea de gente, organizaciones y entidades que sólo están ahí para eso: para chupar del dinero del biberón público. Incluidos quinientos mil politiquillos de todas las categorías, cuya labor más provechosa –véase el reciente debate de la Nación- es masturbarse en público, es decir, darse placer a sí mismos mediante el autobombo y la egolatría. Sólo existimos para ellos en dos momentos gloriosos: en la declaración anual de la renta y en las votaciones electorales cada equis años. Y en ambos acontecimientos nos tienen perfectamente maniatados a los tontos de siempre. Si te pasas un día de la fecha de pago, te crujen con una multa. Si votas a alguien del partido que no va en la lista (¡listas abiertas, ya!), te declaran nulo el voto. Las reglas están claras: a tragar la mayoría para que unos pocos mamen a dos carrillos. Y así año tras año.


Más como aquí somos la mar de optimistas, diremos que menos mal que en otros sitios están peor. Por ejemplo, esos casi mil negritos que arriban a nuestras costas cada día en el cayuco de turno, huyendo de los señores de la guerra o de la miseria de sus respectivos países. Desde luego, el que no se consuela es porque no quiere o … porque es imbécil.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuidado Puñetas, que no están los tiempos para decir verdades como puños. Todavía si fueras Otegui, el Gordo ese de Eta-Batasuna, tendrías impunidad, pero como eres morrallita, como dices, cuidadín cuidadín... (Nos sacarán toda la pasta o parné pero nunca popdrán quitarnos la ironía).

Anónimo dijo...

Y...mi querido amigo ...es que ¿aún se entera ahora?. Esto es así y ya no tiene vuelta de hoja. Justifico a los indivíduos de a pie que hacen "trampitas", pues si quienes hemos (¿hemos') elegido son una panda de apandadores, podremos -lógico- "hechar una cana al aire" en materia fiscal.
Cuando la clase político-sindical se mueve en la ciénaga de la amoralidad y goza de impunidad,permítasenos a los curritos alguna licencia.