viernes, 26 de mayo de 2006

DE PIRATAS Y PÍCAROS



La piratería siempre ha existido. Es más, las grandes corporaciones y gobiernos vienen ejerciéndola desde que el mundo es mundo. Otra cosa es la picaresca de la plebe, de la canalla, que intenta evitarse gastos superfluos a través del siseo, del fino mangoneo o del copieteo. ¿Qué va a hacer un estudiante, que no suele tener un duro, con ese libro técnico que cuesta 50 euros y del que el catedrático le pide memorice el capítulo 4? Pues irse a una fotocopiadora y merendarse el capítulo. ¿Qué puede hacer el aficionado al fútbol que ve anuncios de Digital Plus diciéndole que es gratis la Liga y la Champion? (La letra pequeña no se ve en pantalla, esa por la cual cuesta 50 pavos mensuales la suscripción a la cadena de pago). Por ese precio, el hincha se compra una paella y un descodificador chino, la pone en la terraza y ve tan finamente los partidos que quiere, aunque sea a costa de quedarse ciego. Hay adicciones a las que renunciar sería una tragedia. Y qué decir de esa canción de moda que durará en el candelero algo más de una semana. ¿Se compra la chavalilla todo el CD para escuchar sólo esa canción pegadiza y al módico precio de 20 euros? Si a la semana siguiente ya nadie se acordará de tan famoso éxito… Pues se la baja de interné o se la copia de una amiga. Y cuando pasan los 7 días la tira a la basura o la borra.


Ya digo, una cosa es la piratería y otra la picaresca. Pero los chicos de la SGAE y muchos de sus representados pretenden banalizar ambos términos, equiparándolos. Para acción pirata, la del cantautor de una sola canción de éxito, de la que podrá vivir toda su vida sin rascar más bola que la que rascó cuando en un acto de inspiración divina –el único que tuvo en vida- le vino al caletre la melodía y el ritmo. Siempre ha estado más cerca del pirateo el rentista que el alquilado. De modo que cada vez que a alguien se le ocurra escuchar una sola nota de la canción inolvidable del famoso cantautor, a ingresar en caja, según la SGAE. Aunque la cosa se haga en una función a beneficio de los muertos de risa. Y tampoco es eso. Aquí, cariñitos míos, hay que ganarse el pan todos los días y no con un día de trabajo comerlo todo el año.


Toda obra intelectual tiene que tener su recompensa económica, si lo vale. De ella sólo deben aprovecharse crematísticamente quienes la crean, confeccionan y difunden, pero desgraciadamente la realidad no siempre es así. Cuántos preclaros personajes de la vida política y, sobre todo, económica se ganan bien la vida a costa del trabajo ajeno y andan por ahí con la cabeza bien alta. Pero fotocopiar una página de un libro o grabar de un amigo una canción de éxito tampoco es para ponerse como se ponen los señoritingos de la SGAE y del Gobierno. Considerar que todo medio grabable debe ser cannonizado (un sobreprecio compensatorio) porque va a ser usado por la chusma para “piratear” algo, es tan absurdo como considerar que toda escopeta o navaja será destinada para agredir físicamente al prójimo. No sabría decir el Puñetas quien se excede más, si los sgaelianos que ven delito en todo lo que no sea pasar por caja o los que almacenan en casa 500 cedés grabados de música que jamás escucharán por falta de tiempo, ganas y organización. A la avaricia absurda de los segundos, los primeros responden con un afán recaudatorio que sólo da ganas de pagárselo no comprándoles ni una sola piruleta audiovisual.


Por esas cosas de la actualidad, el encontronazo cantaril Ramoncín-Sabina que nos deleita estos días, refleja los dos modos de proceder ante esta cuestión. El primero, un tipo más serio que el copetín, que no vende un disco ni harto de gaseosa y mendiga musicalmente de las escasas glorias que le quedan de cuando era el rey del pollo frito, ocupa un puesto directivo de la SGAE y vive de sus tertulias y lo que le cae del partido psocialista. El segundo –vagueras y cachondo- cuando saca un disco se lo curra por toda España a través de decenas de conciertos y actuaciones que amenazan con finiquitar la escasa voz que le queda de tanto fumar y abusar del bebercio. El primero vive del cuento musical (es un rentista) y el segundo se lo curra cuando quiere engordar la cartera, como suele hacer todo hijo de vecino. El burócrata contra el currante. La cigarra contra la hormiga.


De modo que estando todos de acuerdo en que el aprovecharse económicamente del trabajo ajeno –como hacen los del topmanta y los que trafican con DVDs y CDs- debe ser perseguido por la justicia, el simple copieteo para uso privado a través de un amigo o de la interné no pasa de ser una actitud pícara para no pagar un precio exageradísimo por un producto que normalmente no lo vale y que suele ir al cubo de la basura al cabo de un par de días. De ahí que algunas empresas estén empezando a cambiar el chip en lo que se refiere a la venta de la música (pruebe antes de comprar, compre sólo las canciones que necesita o desea, la canción la paga para tres días y al cabo de ellos se autodestruirá en cinco segundos, etc). La cosa funcionará. Los burócratas y vividores de la música y el cine no pueden pretender que unas horas de trabajo les garanticen una renta vitalicia. Tampoco un exceso de picaresca por parte de compulsivos coleccionistas interneteros puede desembocar en nulos beneficios para los creadores y autores (suponiendo que todavía quede alguno vivo). Por mi parte, el Puñetas se quedó en la época del disco de vinilo y la casete. Dichos soportes se oyen peor y son más incómodos, pero aquello era música y no la birria de ahora…

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Tengo un amigo que, como dices en el articulo, tiene más de 500 discos de musica bajados de interné. y presume de ello, claro. Pero cuando le preguntas que cuantos ha oido mte contesta que unos veinte y solo una vez. O sea, que acumula musica enlatada que nunca oirá, como el que acumula bolsas de basura. Los listos de la sgae piensan que mi amigo se compraria toda la musica que tiene si no pudiese bajarsela y eso no es cierto. El lo justifica diciendo que se baja tanta musica simplemente para amortizar la carisima conexion de adsl(esa es otra)pero es claro que se autoengaña. Yo no veo más salida que unos y otros cambien el chip, especialmente quienes venden, que te endilgan una buena cancion junto a nueve malas pero te las cobran todas a precio de oro. En fin, ellos sabran lo que hacen. Lo que no es de recibo es que todos tengamos que pagar por estos avariciosos de la musica y las peliculas que luego no oyen ni ven. ¿Por qué me tienen que gravar un cd virgen en el que guardo mis fotos? Estos sí, como insinuas, que son unos autenticos piratas. O unos inutiles que no saben atajar el problema sin joder a los que no tienen culpa de nada.