viernes, 7 de abril de 2006

CONSUMIDORES CORNUDOS Y APALEADOS



Cornudos y apaleados. Así veo yo a la gran mayoría de los consumidores. Consumidos y puteados. El trato que les dan algunas de las más importantes empresas y tingladillos económicos del país es de juzgado de guardia, aunque el juzgado suele estar casi siempre cerrado pese a que a veces abre para enchironar o multar a los ninguneados y estafados, que ya es el colmo. Señor, señor, esos bancos y cajas de ahorros del demonio que te cobran una decena de eurillos por el “mantenimiento” de tu libreta de ahorros, cuando hasta tú mismo tienes que actualizarla porque encima los tíos se han vuelto de un vago que no veas. Esas draculinas empresas de telefonía que te anuncian sensacionales ofertas en letras gordísimas, y que cuando sacas la lupa del cajón y lees las hormigas impresas al final de la hoja, compruebas que lo que hacen es mentirte vilmente. ¿Acaso no es un robo cobrar el minuto de llamada a móvil a 25 céntimos? Actúan las unas y las otras con la misma impunidad y alevosía porque ancha es Castilla gracias a la negligencia de los cien mil gobiernos y gobiernillos de turno que les dejan hacer lo que quieren, cuando no les alientan para participar ellos también (de tapadillo) en los beneficios. Que ya nos conocemos todos, coñe.


Pero mi cabreo mayúsculo y perenne como consumidor consumido y agotado ha vuelto a subir otro peldaño con la última jugada, esta vez de las gasolineras. Hubo un tiempo, y no hace mucho, en que llegabas a la estación de servicio y un amable currante (que se ganaba el pan muy decentemente) le echaba la gasolina al coche con esmero y seguridad. Los empresarios del sector (y, sobre todo, las petroleras) empezaron a darse cuenta que el negocio podía ser aún más redondo. Despedir o jubilar a la mayor parte de los trabajadores y hacer que los propios automovilistas se echasen la gasolina. Y todo, por supuesto, manteniendo los mismos precios que en la situación anterior. Algunos conductores desgraciaos, de esos que no ven más allá de sus narices y de ahí lo que luego pasa en las carreteras, empezaron a acudir alegremente a estas gasolineras de autoservicio cuando cerca tenían a su disposición otra de las clásicas, con sus trabajadores y tal. De modo que las petroleras, y otros empresarios del sector tan sátrapas como ellas, han visto el cielo abierto. Y cada vez más, las gasolineras se están quedando con lo puesto: un trabajador para el cobro y los conductores a enchufar la manguera. Hasta ahora, salvo fuerza mayor, siempre me he resistido a la tomadura de pelo y en muchas ocasiones he entrado a una gasolinera y al ver que era de autoservicio (las puñeteras ya tienen buen cuidado de anunciarlo cuando estás dentro) me he largado con viento fresco y un sonoro corte de mangas. Pero la jugada cada vez me resulta más difícil de realizar. Incluso en mi ciudad. Así que he de confesar que, cautivo y desarmado, el Puñetas va a tener que empezar a tragar en esto de tener que echarse él mismo la gasolina porque sus enemigos han copado casi todo el mercado. O vendo el coche (pa los kilómetros que le hago….) y le dan morcilla a estos capullos del negocio gasolineril.


Después hablan de la piratería que hay en interné en la cosa musical, de programas, videos, etc. Para piratas, los que engordan sus bolsillos a costa del latrocinio al consumidor, al que mantienen cornudo y apaleado. El siguiente paso será pagar en un restaurante y hacerse uno mismo la comida. No es por dar ideas, pero que pase la siguiente.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, amigo D. Juan, pero acontece que estas empresas pequeñas cumplen un fin social (el primero, el más importante, crear riqueza para el propietario o accionista). Es decir, que si yo estuviese en su piel, haría exactamente igual.
Entonces....¿dónde está la llave?. Pues sí, la llave del control está en los poderes administrativo/públicos (vulgo "políticos y sindicalistas").
¿Y por qué?: Porque les pagamos -y bien- para que defiendan los intereses generales, de los ciudadanos en general, y bla, bla ...
pero claro, ellos están para "opas" y otras cosas grandiosas y no para arreglar la vida a poprecillos como Vd. y yo.
Véase, si no, a un primer espada del equipo del Montilla, conocido por Don Raimon M. Fraile, Director Gral. de Turismo de su Ministerio, que tiene la brillante idea de que "..em vista de la alta demanda de hoteles por el turismo, debería éstos pensar en elevar los precios..". Toda una perla. Hasta el más humilde de los españoles (no políticos, por supuesto) hubiera parido semejante burrada.
¡Qué no saben los hosteleros cuando tienen que subir los precios, sin consejos ni chorradas del Fraile este¡¡¡.