viernes, 7 de octubre de 2005

HISTORIA COSTUMBRISTA



¡La de cosas que cambian con el paso de los años! Hace ya varias décadas era norma común entre los progres y modernos de entonces (casi todo el mundo) que lo de hacerle el agujerito en el lóbulo de la oreja a la niña iba contra la lógica de los tiempos. Si quería hacérselos para llevar unos pendientes, que ella misma decidiese cuando fuese mayor. ¿Por qué a las futuras mujeres había que taladrarles obligatoriamente la oreja y a los machotes no? Así pensaban muchos por aquellos barros, que ahora han alcanzado categoría de cenagal, pero en la dirección contraria.

En la actualidad, no sólo sigue percutiendo el taladro en las mozas, sino en los mozos. Y no sólo en el lóbulo orejil sino en cualquier parte: labios, ombligos, lengua y todo lo que pueda ser agujereado. Oiga, y la gente que pierde el culo por tatuarse (otra modalidad pero en plan pictórico) o hacerse agujeritos a gogó, aunque queda mucho mejor si le llamamos a la cosa con el horrible nombre de piercing.

-Papá, me he hecho un piercing en el pezón derecho.

Y el papá, que es muy antiguo y de la vieja escuela que no quería agujeritos ni en el culo, pone el grito en el cielo y se caga en el padre que contribuyó a parir a la niña.

No hay nada que hacer, papaíto. Ya eres un carcamal. Los vientos de la historia y de la moda te han barrido y cosa será que no te obliguen encima a que tú también te hagas un agujerito en cualquier lugar de tu cuerpo ya poco serrano.

-¡Y una mierda!

Encima, maleducado, como todos los que teneis cincuenta o más años, niños del franquismo, demócratas tardíos, ensoñadores de la nada. No, si cuando a la niña se le inflama la lengua, no veas lo que suelta por la sin hueso.

Y tú qué vas a hacer, agachar la cabeza porque con tu protesta estás poniendo en peligro la psique de tu hija, estás coartando su libertad y encima estás haciendo el panoli porque los dineros del invento los has puesto tú. Que no te enteras, carcamal, que ahora se lleva lo del tatuaje y el piercing, que es muy bonito eso de tener un lindo dibujo en la piel (no, por favor, no le llames “cagada”, no seas bruto), que jamás se borrará en la vida salvo que se suelte mucha pasta o se pase las de Caín. Y lo de tener un trozo de metal (no, porfa, no digas que es un trozo de “hojalata”) taladrando unos bellos labios o una lengua o un moflete es lo más in que se puede echar uno a la cara. Si será moderno que no hay ni un pobre subsahariano que vaya con piercing o con tatuaje. Lo que demuestra que pertenecen a una civilización muy antigua. Eso te suelta la niña cuando le dices que parece una india o una salvaje. Y tú, que sabes que históricamente sólo las sociedades cavernícolas y retrógradas le han dado al triki-triki del dibujo en la piel y el agujereamiento, encima te tienes que callar porque es que la niña hace 4º de ESO y ya se cree que es catedrática de historia.

En fin, chaval, que eres hombre muerto. Tu estética está pasada de moda (la piel, con las arrugas que da la vida, pero limpia, lozana, sin dibujos, manchas ni pus). Agujeros, los imprescindibles, que para eso la Naturaleza es muy sabia. Pues, sí, vejestorio, lo llevas claro.

-No os entiendo, capullos. Sois más blandengues que un flan y en cambio aguantáis el dolor que haga falta para poneros un dibujo o un agujero en el cuerpo. Y encima, si la cosa fuera bonita… ¿Pero a quién le puede gustar tener un clavo en la boca o un trozo de metal en la nariz?

Al día siguiente, a la niña le entró un dolor de teta que no veas, se le puso como si acabara de parir y el papuchi tuvo que salir de prisa y corriendo con ella a la clínica de guardia más cercana. De regreso, no dijo nada. Compró la pomada que recetó el médico, pagó con su dinero y dejó a la hija enganchada al televisor, que todo lo cura y oculta. Aquella noche ni durmió de los nervios de ver a su criatura pachucha. La chavala tampoco dijo nada. Se puso a ver Operación Triunfo y se quedó frita la puñetera.

1 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.