lunes, 13 de diciembre de 2004

LOS TERRORISTAS TAMBIÉN SE JUBILAN

Si hay algo por lo que pierden el culo los amigos terroristas de todos los pelajes es por salir en las “afotos”. Es una afición común con la de los políticos de todas las calañas. Y es que entre ambos grupos hay un lazo de unión: el poder. Tenerlo o aspirar a tenerlo. Afortunadamente, los políticos emplean métodos civilizados de dominio siempre que haya una democracia por medio, lo que los hace a veces hasta incomprensiblemente simpáticos y queridos, mientras que los amigos del terror aplican el método fácil de la bomba y el tentetieso a quien pase por ahí.

En los últimos días están siendo noticia dos bandas de energúmenos violentos que, por haber alcanzado su máximo nivel de incompetencia y criminalidad, tiran la toalla (o sea, las pistolas y dinamita). Me refiero al IRA irlandés y al Bloque Catacumbo colombiano. Ambos están entregando sus armas hartos de jugarse el cuello para nada, envejecidos y con ganas de un merecido descanso. Así que los gobiernos legítimos respectivos les garantizan medidas de gracia (especialmente “graciosas” para sus víctimas) y, sin ir más lejos, los paramilitares colombianos podrán cumplir unas penas máximas de 10 años que con las rebajas de Navidad y Reyes, con el índice retroactivo del IPC y el buen comportamiento se quedarán en un simple “hasta luego, Lucas, váyase a su casa y disfrute lo que pueda”.

Quizás esta sea la única solución para que cese la violencia de algunos bandidos. Pero maldita la gracia que tiene. Eliminan a cientos o miles de personas inocentes, con el vulgar pretexto de que sus crímenes tienen una raíz “política”, y al final a muchos de ellos la sangre ajena derramada les sale prácticamente gratis. Lo de siempre: ganan los malos, o dicho al revés, en esta vida sólo se mueren los tontos, o sea, los buenos. Encima hay que darles las gracias a los violentos porque nos están haciendo un favor abandonando las armas. ¡Tiene cojines la cosa!

Y desvergüenza. Porque hay que tenerla y mucho para, con la absolución de sus crímenes en el bolsillo, salir diciendo cosas tan bellas como las siguientes:

Con el alma anegada de humildad pido perdón al pueblo de Colombia, pido perdón a las naciones del mundo, entre ellas a los Estados Unidos de Norteamérica, si por acción u omisión las pude ofender", dijo Mancuso con la voz quebrada, ante los asistentes al acto. "Ruego el perdón de cada madre y de aquellos cuyo dolor causamos. Asumo mi responsabilidad a partir de la jefatura ejercida, por lo que pude haber hecho mejor, por lo que pude haber hecho y no hice, errores seguramente condiciones por mis limitaciones humanas y mi nula vocación para la guerra", añadió.

Asunto solucionado. Pero todavía me ha llegado más al corazón la reacción de los líderes del IRA irlandés que han dicho muy compungidos que fotografiar la destrucción de sus arsenales es una exigencia “imposible” por lo que supone de acto de humillación. Angelicos del Señor. Ahora nos salen tiquismiquis. Para humillación la de los que se pudren en los cementerios a consecuencia de sus barbaridades. Suerte tienen de no vivir 400 años atrás en que, al capturarlos, el pueblo y las autoridades los habrían colgado en la plaza del pueblo en acto lleno de rezos, música y vino. Los muy imbéciles nos salen ahora con esta chorrada. ¿Pero no buscaban la foto y la portada con cada bombazo, cada tiro en la nuca, cada secuestro y extorsión?

En fin, que estamos en lo de siempre. Los únicos que no dan dinero son los muertos. El ejercicio de la política -incluido el crimen- lo justifica todo y permite que la fiesta continúe allá donde en otros ámbitos sería impensable. Ayer, sin ir más lejos, una amenaza de bomba de la banda terrorista vasca ETA hizo desalojar a más de 70.000 personas del estadio Santiago Bernabeu de Madrid. Un día también la veremos entregar sus armas a cambio de un plan de pensiones, una amnistía de solidaridad y un par de bocadillos de jamón. Y luego, si te he visto no me acuerdo, yo me pongo la medallita de la pacificación y tú disfruta del futuro bien ganado. ¿Y los mil muertos que quedaron por el camino? Bah, esos estarán muy felices sentados a la derecha de Dios padre. Aunque, por si acaso, rezadles un padre nuestro y dos ave marías, que se quedarán muy contentos y agradecidos.

Y todos se irán contentos a sus palacios: los políticos por haber conseguido la paz y los terroristas por haber logrado una vejez tranquila y acomodada. Miel sobre hojuelas y a los tontos que les vayan dando.

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