miércoles, 3 de febrero de 2010

PEPIÑO BLANCO, EL CONTROLADOR


El actual ministro de Fomento, Pepiño Blanco, anda a la greña con los controladores aéreos que trabajan para Aena porque estos tíos (y algunas tías) ganan un potosí, mucho más que cualquier hijo de vecino, incluyendo al mismísimo ministro de Fomento. Por todo ello no sólo se permitió el lujo -hace poco- de poner en el disparadero a estos profesionales sino que les echó en cara que, además de tener unos sueldazos, echan muchísimas horas extras y encima tienen una productividad ínfima (más o menos –esto lo digo yo- como el mismísimo Pepiño Blanco y sus compañeros y compañeras de gabinete zapateril). Como es lógico, los controladores se han enfadado muchísimo con las chiquicosas de este ministro tan bocazas. Están que trinan y dispuestos a elevar el canto a niveles de Traviata. (Se intuye que puede ser por Semana Santa, cuando llegue el buen tiempo… turístico, y algunos de ellos se pongan pachuchos del dedo gordo del pie y falten al trabajo y se arme entonces la de dios en Barajas y aledaños).

Las cosas denunciadas por el Ministro van en serio. Con la crisis galopante que padecemos y la necesidad de pasta gansa que hay que ahorrar, en Fomento están haciendo números a ver si les queda algún euro para gastárselo en cualquiera de las cientos de obras pendientes de ejecución. Ir a por los controladores tiene mucho sentido: son una presa fácil pues son pocos (unos 2400), ganan mucho, actúan como una pequeña mafia (y si no, que se lo digan a los viajeros que padecen sus huelgas encubiertas y miserables) y encima rinden poquísimo en relación al parné que se meten en el bolsillo. Así que duro y a por ellos, Blanquiño. El Puñetas, sin ir más lejos, echaría una mano al cuello de algún controlador –sí, yo también he sido en alguna ocasión una víctima de estos prepotentes millonarios-, ayudando así al ministro a poner las cosas en su sitio. Sin embargo, como aquí no nos chupamos el dedo, vamos a dedicar ahora unos parrafillos al lenguaraz del Ministro, que olvida demasiado a menudo que su actual trabajete es muy diferente del anterior, por lo que la lengua la debería tener menos afilada y la sesera más centrada.

Porque, vamos a ver. ¿Quién o quiénes son los responsables de que los pobrecicos controladores de Aena anden pidiendo limosna por las calles y se aburran a todas horas por falta de trabajo? Pues, Aena, o sea, el Ministerio de Fomento, o sea, el Gobierno de turno. Por tanto, si a mí me salen las cuentas, el señor Zapatero y su corte (donde cabe situar en un lugar destacado a don Pepiño) lleva ya sus añitos de gobierno y, hasta ahora, no sólo ha sido incapaz de atajar tanto despropósito sino que ha puesto su granito de arena para que la situación siguiese en los niveles de privilegio obsceno que actualmente tienen los controladores. Nos hemos enterado por los periódicos (que mienten mucho, pero menos que los políticos) que el último convenio firmado entre AENA y los controladores data de 1999, que caducó en 2004 y que ha venido siendo prorrogado año tras año. Por tanto, que el ministro no le eche las culpas a los controladores. Si éstos ganan lo que ganan es gracias a los Gobiernos de turno; si realizan tantísimas horas extras es gracias al Gobierno y a las necesidades del sector aéreo, que las precisa, salvo que dichas horas sean inventadas o pactadas a cambio de no aumentar las plantillas; y si la productividad roza el subsuelo, será porque los mandamases de turno lo están consintiendo con la misma alegría con que tiran al retrete gran parte del dinero público. De modo que, don Pepiño, menos lobos y más reconocer los errores propios y ajenos.

Naturalmente, si retrocedemos en el tiempo, también llegarían los lodos al señorito Aznar y su compaña, al Felipe de mi vida de aquellos años en que perdimos la ilusión por un futuro espléndido y si seguimos retrocediendo lo mismo llegamos a los tiempos de Viriato. Bueno, tan lejos no, porque entonces no había aviones ni existía AENA (¡qué felices tiempos, aquellos!), pero seguro que el lector inteligente ya me entiende.

En casi todo tiene razón don Ministro excepto en que los controladores son los responsables de todo: de lo que ganan, de lo poco que producen y de las tantísimas horas extras que echan a precio de diamante. De todo eso sólo hay unos señores responsables, empezando por Aena, siguiendo por Fomento y acabando por el señorito que duerme todas las noches en la Moncloa. (Repito la idea clave porque a algunos hay que explicarles las cosas dos veces para que las entiendan). Una cosa es que estos tipos sean bastante chuletas y otra que al pueblo llano don José Blanco nos la quiera dar con queso. Dicho lo cual, don Pepiño, estoy dispuesto a añadir mi cuarto a espadas en su próxima batalla contra el controlador infiel. Que es verdad que a usted lo tenemos un poco atravesado en nuestro gaznate, pero también seremos capaces de reconocer su valor, arrojo y torería si es que, de una vez y en serio, coge al toro controlador por los cuernos y lo pone en su sitio. Dicho lo cual, si yo fuese controlador (que para desgracia mía no lo soy), me contentaría con ganar los 200.000 eurillos prometidos por el Ministro, que no son moco de pavo. O eso, o el fuego eterno. Espero que, además de prepotencia y altanería, estos profesionales tengan un poco de inteligencia. Al fin y al cabo, controlar avioncicos tampoco es una profesión para herniarse, amiguitos. Ni la de ser Ministro, tampoco…

0 comentarios: