miércoles, 2 de diciembre de 2009

CRUCIFIJOS EN LAS AULAS: ¡MÁS MADERA, QUE ES LA GUERRA!



Hace unos días supimos de las últimas intenciones del gobierno pesoero que nos distrae en las duras tardes de invierno: regular la temperatura de lugares de ocio, grandes almacenes, oficinas, etc para que ni en verano ni en invierno se traspasen ciertos límites termométricos. Todo sea por el ahorro energético y el cambio climático, aunque haya que contratar a miles de inspectores para velar por las calenturas y enfriamientos del personal. Por Cataluña los fúnebres chicos de ERC andan en un tris de lograr un viejo sueño infantil: prohibir las corridas de toros. Y es que la “fiesta nasional” es muy sangrienta y a ellos –seres puros y virginales- el sufrimiento del toro les corroe mucho las entrañas. Hoy se han aliado en el Congreso ambas fuerzas politiqueras para cerrar un nuevo trato conjunto, dando otra vuelta de tuerca a las prohibiciones, que es lo que más les calienta las pajarillas de un tiempo a esta parte: fuera los crucifijos de las aulas porque atentan contra los derechos humanos y la salud de los tiernos infantes.

Uno ya creía que serían habas contadas los colegios públicos de este país que aún tienen crucifijos en las paredes pero quizás ande equivocado y ahora resulta que los profesores españoles se han vuelto rabiosamente religiosos y los han recolocado encima de la pizarra a ver si así la chavalería se asusta un poco viendo al dios crucificado y, temerosa de una vida eterna en el calurosísimo infierno, les dejan dar clase. También es posible, según me cuenta mi Sitel particular, que muchos de esos crucifijos estén todavía colgando de una alcayata porque en los Centros educativos no hay nadie encargado de ese menester: los conserjes, porque no entra en su convenio colectivo y los profesores porque ellos ya tienen bastante con limpiar todos los días su mesa y silla, que hay que ver lo mal que lo hace la empresa de limpieza del Ayuntamiento. Hasta es posible que muchos de esos crucifijos estén esperando el momento del descuelgue en cuanto a ese mismo Ayuntamiento se le ocurra pintar las aulas, que ya va para veinte años y por ellas no ha pasado una brocha, ni gorda ni fina.

Estas minucias, como es lógico, no tienen porqué conocerlas sus ilustrísimas señorías de la Nada. Ellos sólo tienen una misión galáctica que realizar: prohibir todo lo posible. A los que les gustan los crucifijos, a quienes se “orgasman” viendo una corrida de toros, a los frioleros o calurosos… Toda su misión se reduce a un solo mandamiento (laico, por supuesto): inventarse problemas donde no los hay. Cuantos más problemas crean, más les necesitamos para que los resuelvan. Pero como son gente hiperactiva y muy emprendedora, lo habitual es que la ratio de problemas solucionados/problemas abiertos sea de 2 a 6, como si se tratase de un partido Madrid-Barça, cosecha del 2009. Mientras la madeja se enmaraña cada vez más y ni dios sabe la hora que es, nos entretienen con la Champions y el porno del Plus y la Sexta. Que es de lo que se trata pues mientras el personal de a pie se pelea por la entrepierna y las emociones fuertes (aborto, religión, memoria histórica, economía sin sostén y otros grandes temas tratados a decretazo limpio), ellos, pescadores avezados, aprovechan para llevarse las ganancias típicas de todo río revuelto. Como son profesionales del tejemaneje, se forran a manos llenas. Aunque eso sí, si algunos son pillados con las manos en el bolsillo ajeno, el libro de estilo aconseja contraatacar con las siguientes palabras mágicas: “pues más se forran los otros…”. 

Regresemos, no perdiendo el hilo, al nuevo episodio de la guerra de las galaxias: el crucifijo de las aulas, que alguno todavía habrá por ahí. El escenario de la batalla contemplará dos ejércitos enfrentados: los unos mandando a las brigadas operativas para retirar el pecaminoso símbolo cristiano, que será enviado a la planta de reciclaje para reconvertirlo en bombillas de bajo consumo bendecidas con agua bendita, o sea, minero-medicinal; y los otros, dispuestos a defender el honor patrio y religioso repartiendo cristazos a diestro y siniestro. Y mientras, los niños y adolescentes, viendo el edificante espectáculo en vivo y en directo como si fuese un episodio más de “El Internado” o de “Gran Hermano, versión 8.547”.

La religión, a los templos, ha dicho doña Leire Pajín, jefezuela de la Nada Masturbatoria. Pues dígaselo también a los miles y miles de musulmanes que viven en España, a ver qué les parece la idea. Y a los de otras religiones, quizás más discretas pero no menos obcecadas en sus ideas. O haga como los suizos, impulse un referéndum para que podamos votar las gentes de bien contra los crucifijos, los minaretes, los toros, el fútbol, la rosa, el libro y la calefacción en invierno. O póngalo en los papeles antes de las elecciones próximas para que así cada cual sepa qué demonios vota, que luego resulta que siempre se la dan con queso y por detrás.

Y digo yo, ¿no sería más inteligente y sensato que las paredes de las aulas se llenasen de toda la simbología que quisiesen los profesores, los alumnos, los padres de las criaturas, el Consejo Escolar, el Gobierno Autonómico, el Ayuntamiento, la Iglesia y hasta el mismísimo personal de la limpieza? Paredes enteras llenas de crucifijos, minaretes, posters de Messi y Cristiano Ronaldo, grafitis, cacas de perro, carteles de la Pajín y su jefe, un fermoso toro de Osborne, el picarón careto del ERCiano del Carod Rovira, la foto del alcalde, restos del polvo que no se barre nunca del aula, el divino esqueleto semidesnudo de la última cagamandurrias de la academia de Fama y, en fin, todos los símbolos multiculturales y multi representativos de esta sociedad hispánica tan feliz y tan contenta por ser la Jauja del Planetucho Tierra.

Oigan, si es por dar ideas democráticas y chiripitifláuticas, esto ha sido sólo un aperitivo…

PD: El "problemón" ni siquiera es original. Lean con deleite y placer nuestro comentario “Meapilas hipócritas y crucifijos en las aulas” parido allá por el 23 de junio de 2006.

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