viernes, 23 de junio de 2006

MEAPILAS HIPÓCRITAS Y CRUCIFIJOS EN LAS AULAS


Como no tienen otra cosa más importante que hacer en el terreno educativo, las autoridades de la cosa en el cortijillo andaluz andan comiéndose desde hace unas semanas una chuletilla entre sus vampirescos dientes: la retirada de los símbolos religiosos de los colegios públicos. Según el diputado nacional del PSOE, un tal José Pliego, que aprovecha la cuestión para hacer cuentas con su pasado y para ganarse unos minutos de gloria en una trayectoria política que no conoce ni Dios, “la retirada de los crucifijos de las aulas no supone un ataque a nada ni una falta de respeto. Se trata de cumplir con la Constitución”. Esa Constitución que su partido y él mismo se pasan por el forro constantemente. Así que el amigacho insta a la Junta de Andalucía, donde pinta ahora menos que Picasso en un museo de arte clásico, a que “retire todos los símbolos religiosos en los centros públicos”. Instantes después de sentar cátedra, el camarada se fue a misa, le rezó una salve a su virgencita de Santisteban del Puerto y rezó un padrenuestro a Nuestro Padre Jesús Nazareno de Jaén, más conocido como “El Abuelo”. Desertor de la tiza, o sea, maestro de escuela, actúa de portavoz de agricultura del Grupo Parlamentario Socialista. Se ve que el hombre entiende más de berzas y coles que de pizarras y cuentas de multiplicar. Los hay que encuentran su vocación tardíamente, pero algo es algo.


Cualquiera diría que al Puñetas le ha sentado como una patada en los testículos la memez del señor Pliego. Personalmente me importa una higa la cuestión religiosa pero no aguanto a estos meapilas hipócritas que juegan a un partido en el que están siempre fuera de juego y encima pretenden marcar un gol. La primera cuestión es que sin que nadie haya dado orden alguna, la mayor parte de los centros públicos andaluces retiraron hace ya años de sus aulas los crucifijos y otros símbolos religiosos con una naturalidad asombrosa, sin que nadie protestase o pusiese el grito en el cielo. Algunas quedarán con ellos, pero son la excepción y tampoco es para montar estos numeritos. También muchos profesores retiraron el cuadro del Rey y que yo sepa nadie ha dicho nada sobre el particular y la Constitución. En las aulas (siempre) sobran símbolos y (siempre) faltan matemáticas y lengua. Por sobrar, sobra toda la propaganda político-pedagógica que los incompetentes dirigentes educativos de la Junta de Andalucía se empeñan en colar en clases, pasillos y hasta patios de recreo bajo cualquier pretexto cantamañanero. Los profesores dejaron hace años de hacer proselitismo político y religioso, a diferencia de los que mangonean la educación desde arriba. Por dejar de hacer, ya hasta algunos no enseñan cosas tan neutrales como las clásicas asignaturas de toda la vida, porque los consentidos alumnos no les dejan, claro, con la anuencia de los jerifaltes de turno, encantados de convertir los centros educativos en simples guarderías. La cultura y la instrucción del pueblo, ya se sabe, siempre es peligrosa para el poder. Así que, si hay todavía por ahí algún caso de recalcitrante maestro o maestra que intenta adoctrinar religiosamente a sus párvulos teniendo bien clavado en la pared algún Cristo, se toman las medidas discretamente y se hace mutis por el foro. Pero de lo que se trata es de montar el numerito, claro, y de salir en los periódicos vendiendo la moto falsa de siempre.


Uno se pregunta: ¿cómo pueden tener este morro gentes como el tal Pliego y toda la camarilla que desgobierna Andalucía desde hace una eternidad, sabiendo que pierden el culo, las tetas y lo que haga falta por salir en las procesiones de Semana Santa, en el Rocío y en todo lo que huela a mezcla de incienso y votos? Si es que son unos hipócritas de tomo y lomo. Por un lado dan a manos llenas subvenciones a centros concertados de carácter religioso (donde llevan a sus hijitos), cerrando los ojos a cosas tan simples y asépticas como la admisión del alumnado en idénticas condiciones que en los colegios públicos, les dejan que dentro de las aulas actúen como se les antoje, y encima se rasgan las vestiduras porque en un colegio perdido de la tradicional Baeza algunas aulas tienen en la pared un crucifijo plagado de telarañas ya que alguien se olvidó de quitarlo hace años, o porque si se quita, la mancha-huella que dejaría en la pared permitiría calibrar que al aula no se le da una mano de pintura desde hace al menos quince años. Es la misma gentuza que dedica varios millones de euros de dinero público al seguimiento, control y retransmisión telecaquil de esas celebraciones "religiosas" tan arcaicas y ajenas a la Razón como las del Rocío, la Virgen de la Cabeza o la mismísima Semana Santa. Mucho les importa a estos sátrapas la Constitución. Ya quieren cambiarla (como a los estatutos autonómicos) y todavía no se han dignado cumplirla/os en la mayor parte de su articulado. Pero qué morrazo y caradura tienen estos políticos vividores.


Lo malo es que con la misma desfachatez con que actúan, el personal de a pie le aplaude la fiesta. Los mismos que no se pierden una procesión ni una romería no tienen empacho alguno en aplaudir la petición de retirar unos símbolos religiosos que no hay en las aulas andaluzas desde hace más de veinte años, salvando algúnos casos aislados. Si es que es para mearse encima de unos y otros y quedarnos la mar de descansaos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero...¿Es posible que en El-Andalus pulule gente de tal catadura/caradura?.
Yo creía, en mi ignorancia, que tales cosas lo eran en tierra y época de Bokassa, y que lo único desternillante era el cabezón del Netol y sus paridas Lo lamento, a esperar mejores tiempos.
Ajo y agua.

Juan Puñetas dijo...

Amigo, cuando se llevan más de 25 añitos chupando continuadamente del bote del poder, un día tras otro, ya no hay barreras que frenen. Sea quien sea el partido que gobierne. Eso de la alternancia del poder en el gobierno autónomo todavía no se ha inventado por esta tierra, aunque sólo fuese por cuatro añitos, más que nada por ver otras caras y porque los sempiternos carotas retornasen, aunque sólo fuese por unos días, a sus antiguos oficios, si es que los tenían. Más no le deseo mal a nadie. El diputado Pliego, del que hablo en el comentario, tiene que volver a enchufarse a la tiza y ponerse delante de los enanos, y le da algo: o un infarto o un ataque de delirium tremens.

Una vez, hace ya la tira de años, oí decir al cabezón de Netol que lo que más deseaba en este mundo era regresar a la enseñanza (un chiringuito que le pusieron en la universidad). Ya ves donde sigue el amigo y lo que le queda por rondar. Ya te digo...