miércoles, 16 de diciembre de 2009

PONGA UN CULO EN SU VIDA



Dejábamos en la entrada anterior a nuestras amigas de la multa y el tentetieso expedientando a una señora tendera de Martos (Jaén) por poner una maniquí vivita y coleando en el escaparate de su tienda en vez de darle un beso a la doña por crear un puesto de trabajo (temporal, pero menos da una piedra) en estos duros tiempos de paro zapateril. La maniquí estaba en ropa interior y eso, a estas obtusas, le pareció pornográfico, degradante y demoniaco para la condición feminil. Con lo cual, se le subió el pavo a los hombros y montaron la de dios. Esperemos que no acaben colgando de una farola a la vendedora de sostenes, bragas y demás artilugios.

Pero hete aquí que nadie ha dicho ni pío, todo lo contrario, sobre un concurso de culos que a nivel nacional acaba de celebrarse y que ha contado con más de 200.000 posaderas para ver quien se llevaba el culo al agua: mil quinientos eurillos de premio, que nunca vienen mal. Sobre el particular, las señoras de la Igualdad y de los Institutos de la Mujer no han dicho ni pío, o al menos, el piar no ha llegado a los medios con la misma alharaca que en el caso de la señora vendedora de ropa interior. Las imágenes del concursete se han visto en la internet, supongo que en los telediarios (siempre ávidos de grandes emociones)  y poco faltará para que también se proyecten en algún cumpleaños infantil y hasta es posible que en alguna misa o ceremonia religiosa laica, que de todo empieza a haber ya en la viña del Señor.

Como es lógico, el Puñetas no se escandaliza –a sus años- por unos culos de buen o mal ver pues ya saben eso de que lo que van a comerse los gusanos futuros que lo disfruten en el presente los humanos. Quizás aquí las sexistas feministas del pesebre no han visto posibilidad de rebanar expedientes y perras gordas, o quizás es que les va el culo, como a todo quisque e hijo de vecino y vecina. En eso, se ve que no son bichos raros (perdón, bichas raras).

Empieza a ser tan normal el meneo del culo en todo tipo de acontecimientos, portadas y eventos, que uno ya empieza a pensar que hay una campaña orquestada para que veamos el trasero ajeno como algo familiar. Si leen el relato de más abajo comprenderán que hay gente a la que su culo le reporta más beneficios que su cerebro. Y si no lo leen, también se lo figurarán. Sería deseable que algún economista de postín saliera a la palestra con el dato de qué porcentaje en el PIB nacional tienen todas las actividades relacionadas con el culo. Desde los que van de culo a los que ponen el culo para ir tirando; desde los que dan el culo al prójimo a los que no mueven el culo ni aunque los maten. Por no hablar de los que están siempre con el culo al aire o, esos son los peores, los que andan porculizando al personal de a pie. En fin, que el trasero ha pasado a ocupar hoy día un lugar privilegiado al sol y cada vez son más las féminas y féminos que, a falta de un buen trasplante de cerebro, recurren al redondeamiento y realce de sus partes carnosas posteriores para mayor gloria y celebridad del prójimo. Porque, de eso no hay duda, de lo que se trata es de darle alegría al vecino y vecina, de que le salgan chiribitas por los ojos, de provocarle algo de envidia cochina. Y es que lo malo del culo es que nosotros mismos difícilmente podemos vérnoslo y auto disfrutarlo visualmente, salvo que tengamos un espejo delante o adoptemos alguna incómoda postura, antesala probablemente de alguna hernia venidera. El culo, sobre todo si está bien plantado, permite la solidaridad visual con el prójimo y prójima y eso le hace terriblemente moderno, si es que alguna vez ha dejado de serlo.

Comprobado que el desfile de culos no molesta a nadie, ni siquiera a nuestras feministas e inquisidoras más preclaras, urge que el Ministerio de Cultura cree un nuevo Premio Nacional: el del mejor culo del país. Ya que vamos cuesta abajo y de culo, perdámoslo haciendo patria común. Estoy seguro que hasta los nacionalistas periféricos no se negarán a semejante cachondeo, pagado –como no podría ser de otra manera- con dinero público. El único “pero” que veo a esta proliferación mediática y universal del culamen es lo que mi psiquiatra me señaló el otro día cuando acudí, como cada mes, a que me recompusiese emocionalmente:

-Mira, Puñetas, en Psiquiatría y Psicología se llama fase anal a aquel periodo del desarrollo infantil donde el niño siente placer y éste lo focaliza en el ano. Si el niño es incapaz de resolver los conflictos que se le presentan en esta etapa, acabará adquiriendo una fijación, lo que originará una personalidad futura en extremo desorganizada y muy identificada con el placer anal. Que es, más o menos, en lo que han derivado nuestras sociedades actuales y la mayoría de sus miembros… Por otro lado, nos pongamos como nos pongamos, el culo sólo tiene dos funciones orgánicas: permitir que nos sentemos y defecar. Así que…

No lo dejé terminar y salí espantado de la consulta y con los pelos tiesos como escarpias. Ni qué decir tiene que ya estoy buscando otro psiquiatra…

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