domingo, 13 de diciembre de 2009

CUIDADO: MEAPILAS DETRÁS DE LA ESQUINA



Hubo un tiempo en que los meapilas de sotana nos tenían comida la moral y el talego. Había que vestir como ellos decían, pensar de acuerdo a sus peregrinas doctrinas y el que se saliera del redil era amenazado con la vida eterna en el infierno más infernal. Los tiempos cambian y los meapilas también. Ahora abundan mucho los que, por nuestro bien, prohíben todo tipo de cosas que a ellos y ellas les parecen escandalosas. En algo hemos ganado, mira tú. Hoy día la “sotana” también la llevan “ellas”, con lo cual se rompe el tabú de que un mundo gobernado o mangoneado por mujeres es el mejor de los mundos posibles. ¡Ay, esas alegres chicas cobijadas bajo el Ministerio de la Igualdad, los Institutos de la Mujer o la Sección Femenina en versión aparentemente izquierdosa (en realidad son más de derechas que Franco), y que velan porque el sexismo sólo lo practiquen ellas! Tampoco nos olvidaremos, para ser justos y magnánimos, de esos aburridísimos chicos, okupas del gobierneo de lo público, empeñados en hacernos la vida más placentera mediante todo tipo de prohibiciones.

El Puñetas, de largo, prefiere a los profesionales y no a los aficionadillos/as de medio pelo y pela. O sea, que donde haya una sotana de las de antes, que se quiten estos tontoselhaba y tostaselhaba modernos y modernas, esta nueva Inquisición meapilera que en vez de rebanar pescuezos y desconyuntar esqueletos se dedica a la finura de poner multas, cerrar negocios ajenos o hacer la vida imposible a los extraños… Naturalmente, por el bien de todos, es decir, de ellos y ellas.

Los dos enlaces siguientes son unos ejemplillos vulgares de la ciénaga en la que se mueven las meapilas y los meapilos de nuevo cuño. Mandones y mandonas, pretenden que hablemos como a ellos y ellas les sale del níspero y níspera. Son analfabetos por parte de gramática y ortografía (el diccionario no lo han visto ni en pintura: vade retro, Satanás), pero su estupidez la han hecho norma y nos quieren llevar hacia ella para que nos contagiemos y nos hagamos de su cuerda rota y de sus costumbres mojigatas. Les dejo un ratito para leer dichos enlaces, que no tienen desperdicio alguno, y regreso.

Enlace 1: La lencería de Martos. En un comentario tienen un acceso a un video bastante ilustrativo sobre el asunto.
Enlace 2: Chantaje en Vigo. El escritor Pérez Reverte denuncia. Se trata de una de las mayores chalaúras que uno ha leído en mucho tiempo.

Regreso. Tras leer detenidamente los enlaces supongo que el lector inteligente estará que se le salen las muelas de la boca por la majadería de esa “maja” Inspectora del Paro y Asuntos Asociales o por la majaronada de algunas “majísimas” damiselas del Observatorio Andaluz y Ecétera del IAM, que pastan en el presupuesto público gracias al sudor de todos los andaluces (sin distinción de sexos) mientras ellas dedican su tiempo libre (perdón, laboral) a expedientar a honestas tenderas que buscan cómo vender un sostén o dos en tiempos de crisis. Eso sí, usted no verá a estas florecillas de pitiminí denunciando a Canal Sur por la vaciedad y basura que emite en su programación, donde las mujeres suelen aparecer como rezaba el viejo tópico de los de la sotana: tontas y pavas. Ni se denunciarán así mismas por sexistas dado que gracias a que tienen una vagina y pertenecen al partido dominante se han colocado en dicho Observatorio de la Nada para vigilar la vida y hacienda de los demás. Como si no hubiese una pila de jueces y leyes para actuar –con todas las garantías- cuando alguien se salga de madre. Pero no, se trata de que, por vía administrativa, unas iluminadas del copón fermoso le saquen los cuartos a los contribuyentes que no hablan de la manera relamida y cursi que ellas lo hacen o que tienen un concepto de la sexualidad y del cuerpo del hombre y la mujer mucho más sano que el que ellas tienen.

En fin, queridos y queridas. El sarampión de estas sexistas de profesión y negocio ya se  pasará en cuanto comprueben que el personal, pese a las multas y su meapilez, pasa de ellas. Acabarán en el desván de los recuerdos, junto a las viejas sotanas y los caciques de medio pelo, a quienes se parecen como una gota de agua a otra gota de H2O. Cambian los tiempos pero no los discursos, cambia el perfil de los inquisidores pero no sus truculencias, cambian los paisajes pero siempre tendremos ahí, por encima del bien y del mal, a esos y esas incomprendidos e incomprendidas que buscan la comprensión ajena a golpe de expediente, multa y tentetieso. Ángelicos y ángelicas: cuando se mueran irán al cielo y allí lo van a pasar todavía peor que en la tierra…  

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