miércoles, 11 de junio de 2008

UN PAÍS DE FULANOS Y MENGANOS

No llevamos ni tres días de huelga de una pequeña parte del sector del transporte por carretera y parece que se hubiera declarado la 3ª Guerra Mundial. ¿Es de recibo que en menos de tres días se hayan quedado vacías las estanterías de numerosos comercios, las gasolineras sin crudo que llevarse a la manguera y empresas importantes como la Mercedes, Nissan o la SEAT, sin materiales para seguir en la faena? ¿Pero es que vivimos tan al día y tan en la cuerda floja que basta algo más de 48 horas de protesta de una parte del sector de los camiones de alto tonelaje para que nos veamos en la miseria? ¿Esto es propio de un país moderno o de un país de fulanos y menganos?


La respuesta a la pregunta es clara, ¡de fulanos y menganos!, y a su luz podemos entender muchas cosas. Sólo en un país de catadura tan chapucera como el nuestro puede sobrevivir durante 40 años una banda terrorista tan cutre y desalmada como ETA, a la que en otro país más sólido y serio ya habrían dado el finiquito y la extremaunción. Sólo en un país tan poco preparado para el futuro del día después puede ocurrir que –como castillo de naipes- la construcción pase del infinito al cero en menos que canta un gallo. En un país así habría que prohibir las crisis por real decreto: no estamos preparados para ellas. Se ve que lo de una gran mayoría de españoloides (y gente asociada) son las vacas gordas, donde priva la marcha y el cachondeo, gastar por encima de nuestras posibilidades, mercadear pícaramente, conseguir grandes beneficios en poco tiempo, derrochar –un suponé- un agua y una energía que no tenemos. En esos opíparos momentos, ciegos de humo y de estupidez, nadie se acuerda del futuro (y mucho menos de papá Estado) porque se está muy atareado forrándose a manos llenas, con el negocio viajando opíparamente; pero en cuanto aparece en lontananza alguna vaca flaca, ay, los que más se forraron en los tiempos de vacas gordas se echan mano a la cartera y sólo encuentran, qué casualidad, que el negocio es una ruina y que no hay monedas ni para poder comer durante un par de días. Así que –como si el maná viniera del cielo- se empieza a pedir ayudas, subvenciones, se hacen suspensiones de pagos y despidos, etc. Lo que era el mejor de los mundos, en un visto y no visto, se transforma en el peor de los calvarios.


Unos y otros (unas y otras, que diría la tonta del culo) participamos de estas contradicciones paisanas y paisajísticas. Los huelguistas no respetan a nadie, es más, consiguen más resultados si fastidian a mala leche al mayor número de desgraciados. Los gobernantes, siempre dispuestos a ponerse medallas en los tiempos gloriosos, se esconden como conejos cuando llegan mal dadas. El personal de a pie aguanta sin rechistar lo que le echen porque “dame pan y dime tonto”. Casi nadie se preocupa del día después, como si los días restantes de nuestra vida fuesen a ser igual de rosas que hoy, en que luce el sol o llueve moderadamente. Siempre improvisando, siempre despreocupados, siempre sin ideas, siempre copiando lo malo de otros y nunca lo bueno… A este país de mierda le hace falta urgentemente una pasada por la regeneración total, desde la democrática en los pasillos y salones politiqueros, a los reinos de Taifas y cortijillos varios del Estado que nos llevan directamente a la ruina, pasando por una vuelta al sentido común, a la decencia, al trabajo bien hecho, al esfuerzo, a la moderación y a la responsabilidad, si es que alguna vez tuvimos estas cosas en nuestra historia, tan vapuleada, tan ninguneada y tan desconocida a un tiempo. Regeneración, no es esto, no es esto, ¡qué país!


Algunos malasangres venimos escribiendo desde hace años que el chiringuito funciona fatal y que la carcoma lo viene royendo por todos lados, pero como somos unos pesimistas y unos agoreros, pues ni puto caso. Es más cómodo creer al trilero de turno, que en esta ocasión sólo vende optimismo y sonrisas: estamos en la Champion de la economía, más preparados para afrontar los problemas que los chiquilicuatres de nuestro entorno y encima os vamos a regalar 400 eurillos para que os los gastéis en vino y condones. Somos el país de la solidaridad y la igualdad y vosotros sin saberlo. Encima vamos a ganar la Eurocopa futbolera. ¡Qué más queréis, panolis!


¡Qué país, que decían en mis tiempos! Aquellos en que la dictadura daba paso a la democracia y nos creíamos todos los cuentos. Como que alguna vez no tendríamos nada que envidiar a Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Noruega, Suecia…! Lo llevamos, claro…

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